miércoles, abril 17, 2024

Dario Argento: El señor del Giallo

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Panini
Cuando se mencionan ciertas personalidades, es necesario quitarse el sombrero. Éste es el caso de Dario Argento: El Señor del Giallo, Prolífico artista, director, productor, guionista, compositor y actor. Fue uno de los responsables de la edad de oro del cine europeo en general e italiano en particular, que tuvo lugar entre la década de los 60 y comienzos de la década de los 80. Fue igualmente, hecho que no se puede obviar, uno de los máximos representantes, junto con Mario Bava y Lucio Fulci, del género denominado giallo.
Sangre, sangre y sangre, acompañada por armas de brillantes hojas afiladas. Un todo estético, con una roja belleza que acompaña a la de la dama víctima. Estos son los condimentos de las películas de Argento.
El señor Argento nace en Roma en 1940, hijo de un productor de cine, Salvatore Argento, y una modelo. Comenzó a trabajar como crítico de cine en el diario Paese Sera, antes de acabar el colegio. Compaginó su trabajo de redactor con el de guionista, para figuras tales como Sergio Leone. Argento y Bernardo Bertolucci colaboraron en el guión de la inmortal obra Érase una vez en el Oeste. Con esta producción se inició como guionista, empezando desde la cúspide. Y en la cúspide continuó, puesto que, un año después, en 1970, se puso detrás de las cámaras para dirigir su opera prima, El pájaro de las plumas de cristal. Fabuloso debut con el que entra por la puerta principal de la naciente corriente giallo.
El giallo es un género, aleación de thriller y terror, exclusivamente italiano. Emergió del versionado de una serie de novelas de misterio populares en la Italia de los años 20 (Il Giallo Mondadori), de encuadernación amarilla. De ahí el nombre de “giallo”, “amarillo” en italiano. Mario Bava fue el pionero del género, con la película La chica que sabía demasiado, en 1963. El giallo no sólo se limita a versionar las novelas pulp, sino que las convierte en recreaciones de una fuerza impactante. Se caracterizan principalmente por un asesino enmascarado (preferiblemente de cuero), hermosas víctimas, armas blancas de hoja fina y abundante sangre. Argento dio, además, su aportación personal. Por ello, no se le otorga en vano el título de El Señor del Giallo. Él fue el único que trató esta corriente desde su perspectiva más sobresaliente, resaltando la locura, lo grotesco y el miedo visceral, y alejándola de la mediocridad la literatura que la inspiraba. Abrió, asimismo, las fronteras de este género fuera de Italia, popularizándolo a nivel internacional.
Jamás el asesino mostró su cara bajo la dirección de Argento, pero en lugar de estar enmascarado, como el resto de los asesinos de este género , al malvado de Argento le sobra desparpajo, y es visto siempre, continuamente, en todos sus crímenes, pero sin ser advertido, quedando su aspecto oculto bajo el attrezzo de la escenografía. Todo un derroche de ilusión óptica: espejos, reflejos y sombras, que muestran facciones explícitas que, aunque difíciles de captar para el ojo humano, imprimen angustia, malestar y el consecuente desasosiego. Argento juega así con lo subliminal, de modo que el espectador puede ver desde el primer momento la figura del asesino, pero sin ser capaz de reconocer al personaje. El terror de Argento es percibido por muchos como deprimente, y por todos como demente.
En Argento no hay casquería, la belleza está siempre presente, aunque sí hay sangre, mucha sangre. No fueron pocos los periodistas que, en algunas entrevistas, abandonaron sus asientos escandalizados ante la siguiente y repetida afirmación del director: “Me gustan las mujeres, especialmente las bellas. Si poseen un rostro bonito y una figura hermosa prefiero verlas asesinadas antes que ver en la escena a una mujer poco agraciada o un hombre”. Argento siempre ha aseverado que no se justificará ante esta declaración, puesto que no esconde elemento alguno entre líneas.
En 1968 contrae matrimonio con Maria Casale, divorciándose cuatro años más tarde. Fruto de la unión nació Fiore Argento, que trabajó con su padre en películas tales como Phenomena, Demoni, Trauma o El jugador, realizando pequeños papeles.
Tras El pájaro de las plumas de cristal, Argento desarrolló el giallo en profundidad con El gato de nueve colas (1971) y Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1972). Tras un par de producciones alejadas del giallo, volvió al género con Rojo Oscuro (1975), que es quizás la obra más representativa de esta corriente. En este largometraje se encuentran los elementos más particulares del cine de Argento. Tenebre (1982), Phenomena (1985), Opera (1987)… la lista prosigue hasta sus más de 20 películas. Su última producción fue Giallo (2009), protagonizada por Adrien Brody y Elsa Pataki. Aunque su título confunda, es seguramente el giallo menos giallo de Argento.
Adrien Brody y Dario Argento
La trilogía de Las tres madres es otra de las creaciones más reconocidas del director. Se compone por Suspiria (1977), Inferno (1980) y La madre del mal (2007). Un horror más sobrenatural que el resto de sus producciones, que gira en torno a tres hermanas, en distintas ciudades y épocas. Como curiosidad, cabe señalar la aparición de Miguel Bosé en Suspiria, en un acertado papel de profesor de danza, y de Asia Argento en La madre del mal.
 Asia Argento comenzó a trabajar con 11 años. Hasta 2011 ha llovido mucho, 
y los espectadores lo agradecemos. Gracias, Dario
Asia Argento ha tenido una estrecha relación profesional con su padre, considerándose como la actriz fetiche de su filmografía. La madre de Asia, Daria Nicolodi, fue otra de las actrices distintivas del director que aparece en siete de sus películas y con la que nunca llegó a contraer matrimonio. La primera aparición de Asia en la gran pantalla fue en Demoni II, guionizada por Dario Argento y dirigida por Lamberto Bava (hijo de Mario Bava). Trauma (1993) fue su primera actuación dirigida por su padre. Asia Argento también ha trabajado como directora en más de diez películas y cortos. En 2000 dirigió Scarlet Diva, en la que aparece su madre, Daria Nicoldi. Un año más tarde se puso tras las cámaras nuevamente en L’assenzio, en la que trabajó con su hermanastra Fiore. Claudio Argento, hermano de Dario y tío de Asia, ha producido una gran parte de las películas de la familia. La otra gran parte las produjo Salvatore Argento, padre de Dario y Claudio.
La famiglia, la famiglia…
En la mayor parte de sus películas Argento no sólo realiza labores de dirección, sino que acostumbra a intervenir en la producción y guionización de las mismas, e incluso, en la composición de sus bandas sonoras, como es el caso de Suspiria o la mítica película de George Romero, Zombie (1978). Las películas de Argento poseen bandas sonoras excepcionalmente cuidadas, que acompañan a asesino y víctima en cada una de sus notas. Dario Argento trabajó con músicos de la altura de Claudio Simonetti, el cual participó en sus obras más representativas. Pero al director, de distinguidos gustos,  también incluyó el heavy metal, y no es de extrañar que, en películas como Phenomena, se escuche a Iron Maiden en una escena de absoluto terror, o a Danny Filth (vocalista de Cradle of Filth) en La madre del mal. Un contraste agridulce e indiscutiblemente conseguido. Otra particularidad del director es su aparición en alguna de sus obras como la voz en off del narrador o las manos del asesino.
Sí, hermanos del metal, es Flash of the blade: Metal brutal espectral

En la actualidad, Argento compagina su trabajo cinematográfico con el mundo empresarial, pues es socio de un establecimiento en Roma de venta de artículos relacionados con el cine fantástico y de terror cuyo nombre es Profondo Rosso (como no podía ser de otro modo), en honor a su magistral obra de 1975 Rojo Oscuro.
Argento: las manos más macabras del cine que han hecho algo más que dirigir
Dario Argento ha sido, posiblemente, uno de los directores que más ha internacionalizado el cine europeo fantástico. El Señor del Giallo con manos de asesino y corazón de director prosigue con una carrera repleta de títulos inmortales, la más profunda y sangrienta incisión (cual rojo oscuro) que se hizo jamás en el celuloide.
Escrito por P. Borrego
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