Batman y Catwoman se unen para luchar contra Al Qaeda. Con esta curiosa premisa, el dibujante Frank Miller decide llevar a cabo su propia venganza contra el grupo terrorista islámico. Así, remontándonos a finales del año 2005, cuando se estrenó en cines la adaptación cinematográfica de Sin City, encontramos que Miller decidió desarrollar un cómic en el que el caballero de Gotham se vengara del pueblo americano destruyendo a toda la cúpula terrorista, pero la editorial DC Comics no estaba por la labor de dejar que su héroe más oscuro se viera inmiscuido en dicha trama, por lo que se negaron rotundamente a las peticiones de Miller y le prohibieron usar a su personaje para tal fin.
A partir de entonces, el guionista y dibujante que otrora lograría crear una de las historias que revolucionó el mundo de los cómics, El Caballero Oscuro, comenzó su propia andadura por llevar a cabo este cómic. Un ejemplar que ha sufrido bastantes vicisitudes, como es el hecho de que ninguna editorial quiso publicárselo, por lo que tuvo que recurrir a Lionsgate, la conocida distribuidora que ha llevado sus adaptaciones al cine; aunque en España, hemos tenido más suerte y Norma Editorial nos lo ha hecho llegar.

La historia comienza una noche en la que Fixer está persiguiendo a la “Ladrona Felina”, cuando una explosión en el centro de la ciudad, hace que miles de clavos se esparzan cual dardos afilados en busca de una diana, hiriendo a todo lo que se encuentran a su paso. Desde ese momento, los dos protagonistas unirán sus fuerzas para llevar a cabo un acto de venganza, cuyo único fin será ajusticiar a los causantes de dicho mal, que no son otros que Al Qaeda.
En palabras del propio Miller, la obra es pura propaganda contra el grupo terrorista, y eso se nota en cada página del cómic. Si bien es verdad que un guion así podía suponer una gran elaboración y desafío, todo se limita al acto de venganza de los protagonistas. En este sentido, la obra no está a la altura de 300 o Sin City, las cuales son auténticas joyas dentro del mundo del cómic, sino que se limita a mantener un estilo argumental que apenas evoca reacciones en el lector.
Aunque todo hay que decirlo, en el mundo políticamente correcto en el que vivimos y en donde muchísimos medios obvian hablar de manera abierta sobre este grupo terrorista, Frank Miller decide dejar de lado los miedos hacia posibles represalias y atacar de manera directa a Al Qaeda, criticando abiertamente ciertas acciones que llevan a cabo los islamistas o utilizando la sutileza característica de Miller en ciertos momentos, como son el interrogatorio a Mohammed o el momento de la bomba en el bar. Por otro lado, los políticos americanos tampoco quedan exentos de ser caricaturizados a lo largo de las páginas, dejando entrever que estos tampoco han hecho nada por vengar a su país. En su última página, el guionista dedica la obra al cineasta Theo van Gogh, quien fue asesinado en el año 2004 por el yihadista Mohammed Bouyeri.

Catwoman la Ladrona Felina recuerda a las víctimas de la tragedia, las cuales se van difuminando y creando un cúmulo de cuadros vacíos, evocando en el lector la sensación de que son tantas, que se pierden en el olvido; o la escena del ataque a la Estatua de la Libertad, conocida en esta ciudad como Justicia Ciega, donde vemos la similitud de lo mostrado con el ataque a las Torres Gemelas.
Por otro lado, Miller vuelve a utilizar el recurso gráfico que tanto bien le hizo a Sin City: crear un cómic en blanco y negro y dotar solo a ciertos aspectos de color, encontrando así solo cuatro colores además de los dos básicos en la obra: verde, rojo, rosa y azul. Este recurso hace que se entiendan mucho mejor ciertas viñetas (el rojo de las botas de la ladrona hace que se diferencien de las de Fixer) o que se resalten ciertos aspectos (el azul de la estrella que lleva el personaje conocido como David).
Tenemos ante nosotros un cómic sin igual, que si bien es cierto que no se puede comparar a las obras maestras con las que Miller nos deleitó tiempo atrás, se deja leer perfectamente y es capaz de sorprender al lector por la audacia con la que su creador trata este tema en el mundo políticamente correcto en el que vivimos.
Norma Editorial se ha encargado de editar esta obra en nuestro país, creando una edición muy similar a la que usó con el cómic 300, incluyendo 120 páginas en su interior, las cuales tienen un gran tamaño (31x24cm), algo que es de agradecer en un cómic en el que cada detalle dibujado, esconde un mensaje.





