
En el anterior tomo, Mark Waid nos presentaba al Plutoniano, un superhéroe de Sky City con superpoderes más que parecidos a Superman y que harto de ver que sus sacrificios por la humanidad no solo no eran recompensados, sino que el ser humano se seguía mostrando igual de irrespetuosos y lleno de defectos, decidió volverse en contra de aquellos a los que en otro tiempo había protegido, convirtiéndose en el mayor villano que hubiese conocido el planeta Tierra, arrasando ciudades y matando de forma indiscriminada a miles de personas. Por otro lado, e intentando pararle los pies al Plutoniano, se encuentra el Paradigma, un grupo de superhéroes, al cual antes pertenecía el Plutoniano, que buscan desesperadamente cualquier manera de detener o destruir al principal enemigo de la humanidad.
En este nuevo tomo vemos cómo, mientras el que antes fuese el mayor protector del mundo continúa amenazando y atacando a la humanidad, el grupo Paradigma, ahora también perseguido por quien fuese su antiguo compañero, continúa buscando la forma de acabar con el reinado de terror impuesto por el todopoderoso Plutoniano. Para ello intentarán dar con el único villano que era capaz de hacer temblar al Plutoniano, Moebius, una búsqueda que llevará al grupo hasta un lugar en el que conocerán muchos más aspectos del Plutoniano, algo que les ayudará a conocer el punto flaco del villano.
Al igual que ocurría en el anterior tomo, Mark Waid recurre constantemente a los flashbacks para mostrarnos nuevos detalles acerca del grupo y del propio Plutoniano. Así, el guionista nos mostrará una aventura del pasado en la que el grupo Paradigma debió afrontar un letal virus que asolaba una ciudad. Gracias a esta trama seguiremos conociendo más a fondo las causas que hicieron que el Plutoniano cambiase su ideología y, más precisamente, la causa que hizo que Tony diese el primer paso hacia su versión oscura.
Como ya hemos comentado anteriormente, Mark Waid continúa profundizando en la ética y la moral de los superhéroes en este tomo que no solo sigue manteniendo la calidad establecida por su primer tomo, sino que la supera. Así, nos encontramos con una historia que, a pesar de recuperar el género superheróico clásico (tal como le gusta hacer al autor), sabe darle un enfoque fresco, haciéndose la serie una obra más que recomendable para todo aquel que busque una buena y novedosa historia de superhéroes. Además, su forma de narrar la historia logra que el lector se encuentre absorto en la obra, haciendo que las páginas se pasen solas. También a esta labor ayuda la excelente elaboración de los personajes, sus personalidades y sus historias, algo que cuida al detalle.
Al cargo de los lápices nos encontramos de nuevo a Peter Krause. El dibujante consigue enfatizar las escenas mediante sus dibujos clásicos y oscuros, los cuales encajan perfectamente con el tipo de historia que narrada por Waid. Además, sabe realizar un buen trabajo dibujando dinámicas poses y buenas escenas de acción. A pesar de esto, Krause puede también carecer de cierto dinamismo en algunas escenas y a veces no sabe secuenciar bien las viñetas, no entendiéndose muy bien que ocurre entre una escena y la siguiente, pero esto es algo que no termina por dañar a su trabajo. Además, en ciertas escenas el trabajo de Andrew Dalhouse podría ser más efectivo en el sombreado, pero aun así, el apartado gráfico de este tomo se encuentra mucho mejor elaborado que en el anterior.

A modo de conclusión, decir que Mark Waid nos sigue ofreciendo una genial serie cuya calidad va en alza conforme se van publicando las entregas, siendo esto algo que justifica los premios Eisner ganados por Waid gracias a esta serie, Incorruptible y Daredevil. Irredeemable volverá a conseguir que el lector siga expectante para conocer qué sucede en el próximo número.






