viernes, marzo 29, 2024

Análisis de Star Wars: Dark Forces

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Panini

Dark Force título

Star Wars ha sido, es, y, posiblemente, seguirá siendo por mucho, mucho tiempo, un producto que ha trascendido lo puramente cinematográfico, llegando a ser un fenómeno cultural de alcance mundial. Algo de esto debía intuir el bueno de Geroge Lucas cuando, negociando las condiciones de distribución de la primera película con la entonces omnipotente Fox, se reservó todos los derechos y beneficios sobre el merchandising y productos derivados. Quizá en aquel momento nadie pensaba más que en camisetas, posavasos y presencia en las cajas de cereales, pero Star Wars fue capaz de abrirse camino prontamente en mundos hasta la fecha inauditos, entre ellos el de los videojuegos. La creación de LucasArts supuso la cristalización de la visión de negocio que ha seguido hasta la venta de la compañía el antiguo residente ocasional del Rancho Skywalker. Impulsado por esta inercia apareció allá por el lejano año 1995 Star Wars: Dark Forces.

Kyle Katarn, protagonista, junto a Mon Mothma
Kyle Katarn, protagonista, junto a Mon Mothma

En Dark Forces encarnamos a Kyle Katarn, un mercenario, eximperial, que será asistido principalmente por la piloto de su nave, Jan Ors. La historia, que es uno de los pocos atractivos del juego que el tiempo no ha dejado obsoleto, se desenvuelve en el llamado Universo Expandido (historias con una vocación de ser canónicas), práctica que estaba ya plenamente implementada desde el lanzamiento de X-Wing en 1993. Por lo tanto, a lo largo y ancho de las misiones en que se divide, salpican multitud de elementos relacionados o directamente extraídos de las películas clásicas (porque, obviamente, las precuelas no se habían estrenado). Así, nuestro primer encargo consistirá en obtener los planos de la primera Estrella de la Muerte; sí, aquellos que la Princesa Leia (o Lía, si atendemos al doblaje de Una Nueva Esperanza) guardaba en la memoria de R2-D2 y que en Yavin permitía al equipo científico aliado señalarle a Luke y el resto de pilotos por dónde marcarle un gol por toda la escuadra al Imperio. La integración en la estructura de la historia espinal de Star Wars es tanta que las apariciones de Crix Madine (oficial de la Alianza desertor del Imperio) o Jabba el Hutt no desentonan en ningún momento.

Interfaz del juego, con claras influencias de Doom.
Interfaz del juego, con claras influencias de Doom.

Deliberadamente, he decidido hablar primero de la historia, sus referencias y del mimo con que se cuidan los detalles y dejar para este momento las apreciaciones jugables y técnicas porque, no nos engañemos, los 19 años que soporta sobre sus espaldas Dark Forces pesan; probablemente no más que a otros juegos coetáneos, lo cual no evita lo patente que resulta que los primeros juegos en 3D no han envejecido muy bien. Desde un punto de vista estrictamente jugable, la referencia voluntaria a las mecánicas del First Person Shooter más clásico, Doom, es inevitable. Pasillos, legiones de enemigos que buscan airadamente nuestra muerte, pequeños (y poco trascendentes) puzzles y una dificultad ligeramente elevada forman parte de lo que constantemente ofrece. No digo nada que el lector no pudiera imaginar si observamos una IA torpe, suicida y gustosa de la algarabía estratégica militar.

Como es natural, el encanto que hoy pueda atesorar un juego como Dark Forces no pasa por presumir en lo técnico. Ni siquiera en su momento, ya que estaba a un nivel muy similar al que presentaban otros parientes del género. Más allá del factor nostalgia, el valor de Dark Forces, sin perjuicio de lo frenético y divertido que resulta jugarlo, es uno: introducir a Kyle Katarn y asentarlo en el Universo Expandido y, además, hacerlo sin dudas ni ambages. Nada más lejos de ser anecdótico, Katarn se convertiría en un personaje conocido, querido y apreciado por el fandom, lo que le llevaría a protagonizar alguno de los mejores juegos de la casa y a aparecer en cómics y otros productos como un personaje relevante.

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Dark Forces va, hoy, dirigido al curioso, al fan de Star Wars que desea conocer más de las interioridades de la saga, de lo que acontece en la trastienda de las películas y que no da demasiada importancia al acabado visual y sonoro. Ahora bien, su desenfadada propuesta, calcada de Doom pero aliñada con elementos característicos e intransferibles de Star Wars, no deja de ser entretenida e incluso un reto debido a que puede llegar a ser moderadamente difícil.  Su bajo precio en plataformas como Steam permiten disfrutarlo sin tener que buscar en mercadillos, aunque con alguna pega respecto a la “edición original”, como la estricta necesidad de jugarlo en modo ventana y no pantalla completa. Exigencia técnica fruto de intentar jugar a un juego en equipos modernos que ya se merece el título de clásico.

[xrr rating=3/5]

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