miércoles, abril 24, 2024

Red Rocket 7: Hay poco Rock and Roll

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Panini

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El cómic es un medio maravilloso. Sé que hablo para un público convencido, pero no es malo que lo recordemos de cuando en cuando. Porque hay veces que tenemos que escuchar el enésimo discurso reduccionista y rancio acerca de su teórica simpleza, de las supuestas oscuras filosofías filofascistoides que ocultan los superhéroes u otras lindezas por el estilo basadas en un argumentario que dejó de tener sentido hace muchos años.

Digo que este medio es tan genial, porque ha evolucionado de una manera tan enorme y variada que cualquier historia se puede contar en viñetas; sin miedo o limitaciones técnicas, sin cercos creativos. La única frontera es la imaginación del creador, y en todo caso, su pericia como artista.

Para que esta idea cobre sentido, se necesitan genios. Gente que rompe con lo convencional, fabrica nuevos universos propios, mezcla de pasión, algo de locura, y muchas ganas de divertirse y divertir. Autores que redefinen las bases sobra las que se sostiene la idea de historieta, que regala a lectores, aficionados y creativos, formas y conceptos valientes.

Michael Allred es uno de esos tipos. Su visión de su propio trabajo deja atrás cualquier convencionalismo, escribe sus propias reglas, y el resultado es tan apabullantes que aceptamos ese desafío con aplausos. Porque necesitamos que nos saquen del campo de seguridad que nos da el eterno retorno de las editoriales de siempre. Es de obligación para que un medio sobreviva que, de cuando en cuando, aparezca un loco que abra nuestra mente aletargada por supuestos que pensamos inamovibles. Mike Allred es dinamita. Cuando te adentras en una de sus obras, sientes que hay fuegos artificiales; toda esa aparente sencillez colorida es una trampa visual, que oculta a simple vista un prodigio de trazo, planteamiento y ejecución. Sabes que estás ante algo especial al primer vistazo, pero no es hasta que pasa un buen rato y te has visto atrapado por la magia de este artista, que entiendes la magnitud del cómic que tienes entre las manos.

Si esto es lo habitual con el trabajo de Allred, Red Rocket 7 es la cima de la montaña.

Redrocket7Red Rocket 7 es un viaje del héroe en toda su trascendencia trágica. Los elementos de la mitología básica sobre elegidos para un destino más grande que ellos mismos son la base de nuestra cultura. Allred escribe su historia sobre un ser que viene del más allá, que tiene en sus manos el advenimiento de las profecías de su pueblo, una traslación de las tradiciones judeocristianas llevadas a un nivel psicodélico y ruidoso, gracias al infernal ritmo del Rock And Roll. Se recrea en la ciencia ficción pura al mismo tiempo que nos lleva de la mano por un apasionante paseo a través de una de las expresiones culturales definitivas del siglo XX. Desde el respeto del que ama la música y desde el corazón del fan, la aventura de Allred es emotiva y directa, porque todos hemos pasado por sensaciones parecidas. Épocas en las que dedicábamos horas de cuidada selección de un puñado de canciones con la más diversa temática, por su género, por una palabra determinada; canciones que nos recuerdan momentos, personas, lugares…

Ladrillos de nuestra historia personal que tenían sentido gracias a su banda sonora. La vida del protagonista de esta epopeya galáctica es música. Sus amigos son músicos, sus obsesiones son canciones, sonidos, acordes. Es un clon, una copia, una contradicción, que se aferra a su guitarra en búsqueda de la identidad perdida. Vence el miedo a ser él mismo cuando encuentra sube a un escenario.

Red Rocket 7 es una declaración de amor. Mike Allred rinde tributo al Rock de manera honesta, brutal y erudita. Desde los escarceos eléctricos de Little Richard al rock alternativo de los 90. Todo el espectro y todos sus géneros se tratan con reverencia. The Beatles y la pérdida de la inocencia, el marciano David Bowie, que encuentra en nuestro protagonista extraterrestre su inspiración para  Zyggy Stardust, o cualquier episodio importante de la historia de la música popular del siglo pasado, contó con Red Rocket como privilegiado testigo.

Pero aparte de la excelente enciclopedia gráfica del rock and roll que es esta obra, quedaría en nada si no contase con una historia que sirva de nexo entre ideas. Red Rocket 7 es una Space Opera de primer orden, llena de planetas perdidos, extraterrestres asesinos, promesas de inmortalidad cósmica, rayos láser y cohetes espaciales.

La gran habilidad de Allred para compensar sus elementos mundanos con la locura espacial dota de un equilibrio perfecto al desarrollo de la obra. No deja que la historia se convierta en excusa para que aparezcan decenas de estrellas del rock, siempre hay emociones nuevas y giros de tuerca que te dejan sentado en el sillón. Red Rocket 7 siempre tiene una sorpresa en la siguiente página, un nuevo abracadabra, un alucinante juego de quién es quién.

RedRocketPero si hablamos de Allred, no nos podemos quedar en el fondo, y hay que hablar de la forma. Como dibujante es único. Toma riesgos, ofrece soluciones visuales asombrosas, juega con la composición de página de manera que lo pequeño parece una enormidad, y hasta el plano más intrascendente en apariencia es un paso más de un plan magnífico. Por eso Allred es un genio, porque tiene esa visión que hace de su trabajo algo reconocible y al mismo tiempo apabullante. Sus personajes se mueven por la viñeta de manera orgánica, se intuye el movimiento, la expresividad y la emoción. Es fácil su lectura porque se entiende la secuenciación de viñetas, de donde viene y a donde va cada situación. Allred es más que un dibujante talentoso, es un narrador de primera clase, que no se limita a un arte más o menos atractivo. Apuesta el todo por el todo por su historia y por la idea que tiene para defenderla ante el espectador. Así que, como lector, te unes a la fiesta y disfrutas como un loco mientras escuchas uno de esos viejos recopilatorios.

Allred es un loco necesario, con una visión tan amplia y multidisciplinaria que engrandece un trabajo que se sostiene en contradicciones. Tan sencillo en apariencia como enrevesado en los detalles, lleno de una extraña calidez pero sin caer en la autocomplacencia acaramelada. El trazo amable y el diseño de personajes camuflan un extraño gusto por la ultraviolencia, que Allred no se corta en distribuir de manera racionada a lo largo del libro. No se apoya en ella, ni cae en el exceso, pero cuando desenfunda, corre la sangre.

Pero, sobre todo, veo honestidad. Veo una intención, un propósito para la existencia de Red Rocket 7. No es un ejercicio vacío de ego de autor. Creo que Red Rocket 7, como toda la obra de Michael Allred en general, existe para que el cómic, como decía al principio, sea mejor de lo que los ajenos a este maravilloso medio se empeñan en contar.

Disfrutemos de Red Rocket 7. Porque, por encima de sus virtudes, encima es un tebeo divertido como pocos.

La edición de ALETA es una auténtica preciosidad. El tomo recopila la serie original completa, en un fabuloso formato en tapa dura que imita el aspecto de los antiguos singles de vinilo. todo un guiño al rock. 208 páginas de diversión pura y dura, con un buen montón de extras. Además, cuenta con una introducción del inefable Robert Rodriguez, y finaliza con un epílogo de Gerard Way (My Chemical Romance). Merece la pena hacerse con este trabajo, chicos y chicas.

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