sábado, abril 20, 2024

Crítica de El congreso

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Panini
El congreso
En un mundo de color

Inspirada en la novela Congreso de futurología de Stanislaw Lem, Ari Folman firma una película que mezcla la imagen real con la animada en un drama de ciencia ficción. Mientras que el libro describe cómo la industria farmacéutica se impone en una especie de dictadura mundial química, haciéndose con el control de todas nuestras emociones, la película aprovecha esta premisa para hacer una crítica de la pérdida de la personalidad en la sociedad actual por medio de las nuevas técnicas cinematográficas actuales.

El uso de las tecnologías actuales 3D y de captura de movimiento amenazan con erradicar el cine con el que crecimos. En la era post-Avatar, todos los realizadores deben preguntarse si los actores de carne y hueso que han ocupado nuestra imaginación desde la infancia llegarán a ser sustituidos por imágenes 3D generadas por ordenador. De ser así ¿Podrían esos personajes computerizados crear el mismo entusiasmo?

El congreso
El congreso

Folman lleva la reflexión más allá, convirtiendo esta digitalización de los actores en una fórmula química que cualquiera puede ingerir permitiéndole ver en su mente cualquier película, fantasear con los actores… alucinar, en una palabra. De ahí a hacer que cualquiera se sienta otra persona, se “convierta” en otra persona, sólo hay un paso, y la industria químico-cinematográfica lo da sin dudar, teniendo en cuenta los enormes beneficios. El director sigue arrojando preguntas al espectador: si es la imagen, el avatar, el que actúa (eternamente joven, sin tener que aprenderse el guión, sin tener que parar para comer…) ¿qué pasará con el actor real, con la persona real?

La actriz Robin Wright, acepta ser escaneada y vende su identidad al estudio; a continuación entra en un mundo animado donde se describen sus tribulaciones después de haber vendido su imagen, hasta el momento en que el estudio la convierte en una fórmula química que cualquiera puede ingerir para fantasear con ella.

La película incluye secuencias de acción real mezcladas con animación. Esto se debe a que, según el director, la transición que realiza la mente humana mediante drogas psicoquímicas hacia una falsa realidad solo puede describirse mezclando la animación y la acción real.

Con dos partes bien diferenciadas, al principio veremos a Robin Wrght, haciendo de sí misma, como una ex estrella con pocas salidas profesionales. Le ofrecen el último contrato: escanearla completamente para usar a la actriz digital como el estudio quiera. Durante esta primera parte conoceremos la vida personal y familiar de Robin, y asistiremos a sus dudas ante la oferta: la pérdida de su identidad para pasar a convertirse en un producto.

El congreso
Robin digitalizada

La segunda parte comienza con la actriz viajando a la “zona de animación” en una apuesta completamente alucinatoria (por algo aparece el submarino amarillo de los Beatles) para asistir a un congreso de futurología (título original del libro) donde se presentará el nuevo invento químico de la multinacional: atentados, alucinaciones, revoluciones, viajes de la mente y algo de New-Age todo mezclado y agitado para volver a la realidad (la verdadera realidad, no la falsa inventada por los productos químicos) en busca de los más importante para Robin.

Aunque no es en absoluto perfecta, por ser algo larga y divagar demasiado, lo cierto es que la potencia y belleza de las imágenes le da cierto valor, aunque no el suficiente como para redondear una obra que podía haber sido mucho más. Al final, el libro de Lem no es si no una mera excusa que Folman utiliza para presentar su verdadera opinión. El congreso un grito de socorro y de nostalgia por el cine que todos conocemos. Luego se ve obligado a tratar el tema del que se habla en el libro que, supuestamente, ha tomado como base, y esto se nota en la falta de conexión entre la película de imagen real y la de animación.

Al final, lo que tenemos es una película inquietante y provocadora, pero también algo farragosa.

[note note_color=”#fff9a9″] Robin Wright, que se interpreta a sí misma, recibe una oferta de uno de los grandes estudios para comprarle su identidad cinematográfica. La escanearán digitalmente y podrán hacer uso de su imagen sin restricción alguna en cualquier tipo de película de Hollywood, incluso en las más comerciales que hasta ahora siempre ha rechazado. A cambio, recibirá una importante suma de dinero y el estudio aceptará que su personaje digital se mantenga eternamente joven en todas las películas. El contrato tiene una duración de veinte años. Robin regresa al finalizar el contrato y entra directamente en el mundo del cine fantástico del futuro.

El reparto estará formado por: Robin Wright, Harvey Keitel, Jon Hamm y Paul Giamatti.


‘El congreso’ dirigida por Ari folman, se estrenará en España el 29 de agosto de 2014. [/note]

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