Tras un verano centrado en el americano Tim Powers, Gigamesh reedita una antología de relatos de otro de los autores por los que ha apostado con fuerza durante su trayectoria editorial. Estamos hablando de Fredric Brown, el satírico autor de ciencia ficción cuyas obras completas se puede encontrar en cuatro volúmenes:
- ‘Ven y enloquece, y otros cuentos de marcianos’
- ‘Luna de miel en el Infierno, y otros cuentos de marcianos’
- ‘Universo de locos, y otras novelas de marcianos’
- ‘El granuja espacial, y otras novelas de marcianos’
Si hay libros que se tienen que leer en un momento determinado o que no son para todos los públicos, ‘Ven y enloquece’ es su antítesis: un libro para reservarse en un momento de estrés, porque siempre apetece disfrutar con humor blanco y una prosa tan fluida que prácticamente se lee sola. La contraportada del libro menciona la “complicidad instantánea” que Brown establece con el lector, algo de lo que no queda duda. Incluso en los primeros cuentos del autor, el narrador o protagonista de los relatos suele causar simpatía.
Los relatos que incluye la antología están recogidos cronológicamente y se aprecia la labor de documentación de la editorial, que contrastó las fechas de publicación originales con las apariciones de traducciones al castellano de estos veintisiete relatos publicados originalmente entre 1941 y 1949. El índice de ‘Ven y enloquece, y otros cuentos de marcianos’ es el siguiente:
[quote]Armagedón
Aún no es el fin
Etaoin Shrdlu
El ratón esterlar
Ocaso
El recién llegado
El gusano angelical
El truco del sombrero
Los Geezenstack
Pesadilla diurna
Paradoja perdida
Y los dioses se rieron
Nada Sirio
El principio Yehudi
Arena
Las ondulaciones
El asesinato en diez lecciones fáciles
Pi en el cielo
Placet me complace
La broma
Llamada
Todos los BEM buenos
Ratón
Ven y enloquece
Crisis en 1999
Carta un fénix
No mires atrás[/quote]
Sin duda, uno de los mayores atractivos de la antología es la variedad, en temática y tratamiento, de los relatos que la componen. En ella encontraréis a menudo lo absurdo (un dóberman que habla, un planeta que se eclipsa a sí mismo o cucarachas que proyectan imágenes), pero también momentos de reflexión muy lúcida, como la preciosa ‘Carta a un fénix’, que habla sobre inmortalidad y longevidad en lo que acaba siendo un alegato a la supervivencia del ser humano. Por extensión, encontraréis historias tan cortas que parecen prácticamente viñetas (como ‘Ocaso’, que curiosamente funciona casi como prólogo de la entrañable ‘El ratón estelar’) y varias historias largas, como ‘El gusano angelical’ y ‘Ven y enloquece’, ambas centradas en los límites entre realidad y locura.
Hay múltiples historias que funcionan como variaciones sobre la temática de la invasión extraterreste, que se tratan desde las perspectivas de invasor y de invadido: invasiones cómicamente fallidas, invasiones triunfantes pero que se realizan solapadamente, invasiones que condenan al planeta, invasiones que nos obligarían a regresar a una época anterior y más feliz…
Además de para la ciencia ficción, hay lugar para cierto costumbrismo, a veces escritor para presentar la dualidad de la mente humana, a medio camino entre el mundo terrenal y la influencia de un mundo misterioso (mitológico o de componentes religiosos). Algunos relatos presentan planteamientos propios del terror, como ‘Los Geezenstack’ o ‘No mires atrás’. Entre ellos, destacaría sin duda ‘La llamada’, cuyas primeras líneas son en sí mismas un microrrelato famoso cuya autoría me ha encantado conocer:
[quote]El último hombre sobre la Tierra estaba sentado solo en una habitación. Llamaron a la puerta…[/quote]
También hay relatos de toques detectivescos, que combinan las convenciones de la ficción negra y las de la ciencia ficción. Son ejemplos de ello ‘Pesadilla diurna’, en el que la causa de muerte de un cadáver parece diferente a cada persona que lo observa) y ‘Crisis en 1999’, una historia que mira a un futuro dominado por el crimen con sorprendente candidez (Brown imagina a la gente llevando ropa interior de color pastel y teniendo rayos ultravioleta en casa como iluminación para broncearse en interiores).
Por supuesto, como suele ocurrir en toda antología, ‘Ven y enloquece, y otros cuentos de marcianos’ depende de gustos y en algún caso me ha parecido que algún relato se estancaba y alargaba un poco (‘El principio Yehudi’ o ‘Pi en el cielo’, por ejemplo, cuyas conclusiones eran superiores a su ejecución). Si tuviera que recomendar algún relato en especial, recomendaría empezar por el satírico ‘Etaoin Shrdlu’ (con uno de los mejores finales de la antología), la historia de exploración galáctica con toques familiares ‘Nada Sirio’ o ‘La broma’, cuyo macabro final de varios giros argumentales me ha parecido excelente.
La antología tiene 470 páginas, que incluyen una nota biográfica y una bibliografía de Fredric Brown, además de la mencionada bibliografía cronológica pormenorizada de los relatos de ciencia ficción del Brown. La portada es obra de Juan Miguel Aguilera, el prólogo está escrito por Barry N. Malzberg, escritor y editor, y la traducción, fluida y libre de errores ortotipográficos, es de Núria Gres.
En una decisión celebrable, Gigamesh está editando y reeditando obras que se consideran pilares de la literatura de género, ya sea en espada y brujería (‘El primer libro de Lankhmar’), terror (‘Nacido de hombre y mujer, y otros relatos espeluznantes’) o ciencia ficción, como es el caso que nos ocupa.
Este volumen es un ejemplo de estilo agradable, ingenio ilimitado y mucho cariño por los lugares comunes propios de la ciencia ficción.
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