‘KEIH #1’ de Ediciones Babylon

Que el cómic español tiene mucho que aportar al mundo de las novelas gráficas no es sorpresa para nadie. Cualquier persona de a pie conoce a figuras clásicas como ‘El Capitán Trueno‘ de Víctor Mora Pujadas y Miguel Ambrosio Zaragoza o las aventuras icónicas de ‘Mortadelo y Filemón‘ o ‘Superlópez‘ de la editorial Bruguera. Entes legendarios que, sin embargo, no tapan la notabilidad de las tramas que hoy día autores de nuestro país son capaces de evocar. El mejor de ejemplo de ello se encuentra en la Escola Joso de Barcelona, donde gran parte de los más destacados autores de nuestros días pasan su tiempo tanto en calidad de profesor como de alumno. Desde un gran número de ilustradores de La Familia Zidrou hasta uno de los autores de ‘KEIH‘ han pasado por este lugar, dando a la situación del cómic nacional un soplo de aire fresco que le hace colocarse a la vanguardia mundial.

El primer volumen recopilatorio de ‘KEIH‘ fue editado por Ediciones Babylon en 2011, y desde entonces se ha hecho un hueco como una de las publicaciones más significativas de la editorial. Sus autores, José Ramos y  Jorge Monreal, decidieron unir sus puntos fuertes para crear una obra que, pese a tratar un argumento algo visto a nivel internacional, aportaba puntos de vista únicos hasta el momento. Con una visión infantil-adolescente, consiguieron aportar a los tópicos de un shõnen al uso varias características especiales que hacen que la trama base tenga un potencial increíble.

El cómic nos transporta hacia la vida de Coco, un joven huérfano que se escapa de un orfanato junto a sus amigos Ratón (una especie de animal antropomórfico con características y cuerpo humano pero con cabeza de roedor) y Roger, un chico pelirrojo con todas las particularidades de la contraparte del protagonista a lo Sasuke de ‘Naruto‘ o Gray Fullbuster de ‘Fairy Tail‘. Mientras Ratón es la cabeza pensante del grupo y Roger el irascible y prepotente, Coco cumple con el prototipo de protagonista manga. Es algo torpe al principio, curioso, agitado y amante de los combates.

La trama comienza cuando un gato fisgón roba la llave que lleva colgada Coco en el cuello en recuerdo de un ser querido. Coco no duda un momento en perseguir al animal, por lo que le acaba entrando en una extraña casa de madera colocada en medio de la nada. Al entrar en el habitáculo, acaba siendo transportado a lo que parece ser otro mundo, lo que deja al pobre chico desorientado en un lugar lleno de peligros.

Es en esta dimensión alternativa (KEIH) donde Coco se encuentra con Isi, un conejo antropomórfico sobre el que recae parte del peso de la historia. Nada más aparecer, ayuda al protagonista en un ataque repentino, salvándole la vida y entablando una amistad desde su primer contacto. El poder que demuestra tener Isi hace que Coco se sorprenda gratamente al verle, por lo que este último acaba pidiéndole ayuda para salir de aquel extraño lugar. Según Isi, la llave que porta es la clave para escapar, ya que existen distintos portales ocultos a lo largo y ancho de aquel mundo custodiados por unos titanes sellados. Al abrir las cerraduras de cada uno de ellos y vencerlos, podrán salir de allí y volver al mundo original de Coco.

Es así como empieza una trama de aventuras que recuerda mucho a la primera serie animada de ‘Digimon Adventures‘ uniéndola a un estilo de combate a lo ‘Dragon Ball‘, con toda la acción y emoción que este anime presenta. Mezcla todos los elementos que un shõnen debe tener con un estilo de dibujo muy americano, llegando de grata manera al público más joven. De hecho, llama la atención que en la web de Babylon lo cataloguen como una obra para mayores de 14 años, pues es a los 11 o 12 cuando más se puede llegar a disfrutar.

Sin embargo, existen algunos elementos en el guion que dejan bastante que desear pese al destino al que está dirigido. En primer lugar, se vislumbra una idea demasiado pretenciosa para lo que resulta ser el producto final. Es decir, pese a contar con una base sólida y con posibilidad de desarrollar una historia más que atrevida, esta osadía hace que varias acciones queden algo cortas para lo que se podrían haber desarrollado. La introducción al cómic es demasiado corta, sin dejar demasiado tiempo a mostrarse los personajes tal y como son, y el desarrollo del protagonista se hace tan corto que casi no se aprecia.

Por otro lado, los diálogos que se llevan a cabo son demasiado sencillos. Aunque el lenguaje utilizado es el adecuado, las conversaciones siguen un progreso nimio hasta llegar a sus conclusiones. Quizás en el segundo volumen la cosa mejore (todo parece indicar que es así) pero, por el momento, queda un resultado algo frío. De todos modos, como aventura entretenida y divertida para un público poco exigente funciona de maravilla, así que si no pedimos más, ‘KEIH’ es una gran opción.

Asimismo, el dibujo se presenta como lo mejorcito de este tebeo. El arte imprimido por José Ramos y Jorge Monreal aportan al cómic una frescura y originalidad inmensas, aportando al estilo shõnen que se mantiene durante toda la obra elementos de estilos distintos que lo hacen completamente único en su especie. Además de los magníficos bocetos de Ramos, el trabajo con el color de Monreal es más que destacable. Aporta a cada imagen un carácter singular que hace que, a nivel artístico, no haya nada que desdeñar a ‘KEIH’.

Lo último a destacar es la magnífica edición de Ediciones Babylon. El formato de tapa blanda con solapas funciona perfectamente con la obra, y sumado a las 96 páginas a todo color con las que cuenta por un precio de 13,95€, es totalmente recomendable su adquisición. Así que, si somos capaces de olvidar los pequeños fallos con los que cuenta ‘KEIH’ (y que seguro que saldarán en la segunda entrega), esta obra de origen español se convierte en una oportunidad de oro para los amantes de este tipo de cómics.

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