“Todo empezó con un número equivocado…”
Todo empezó con un libro, ‘La ciudad de cristal’, publicado por Paul Auster en 1985 inaugurando así su ‘Trilogía de Nueva York‘. Todo empezó, también, con la obsesión de Art Spiegelman, el historietista que logró llevar el Pulitzer al cómic gracias a su ‘Maus‘. Y definitivamente, todo empezó con una serie de casualidades y amistades que lograron que Auster quisiera ver su novela trasladada al noveno arte, y que Paul Karasik y David Mazzuchelli estuvieran dispuestos a lograrlo. El resultado fue una joya, y por suerte, Navona Editorial ha querido reeditarla como inauguración a su nueva línea editorial, Navona Gráfica.
‘La ciudad de cristal’ tiene un comienzo clásico de novela detectivesca, casi de ficción barata: un efecto buscado y que contrasta con el giro que dará muy pronto la historia. Daniel Quinn es un escritor que no le ve mucho sentido a la vida y publica novelas de detectives bajo pseudónimo. Al recibir una llamada en mitad de la noche confundiéndole con otro, adopta la identidad del detective Paul Auster para investigar el caso de Peter Stillman, para el que es contratado. El encuentro con Stillman impactará en Quinn y a partir de aquí la obra gira sobre sí misma para convertirse en una reflexión sobre el lenguaje, la identidad y la locura.
Daniel Quinn, como Don Quijote (con el que no es casualidad que comparta iniciales) descenderá a la locura a medida que va perdiendo su identidad en una especie de juego de espejos. El protagonista se enfrenta a una identidad fragmentada: él mismo, el pseudónimo con el que narra sus novelas y el protagonista de las mismas, además del supuesto detective Paul Auster. Este personaje impostado se acaba enfrentando al “verdadero” Paul Auster, que en realidad es escritor (otra vuelta de tuerca: el autor de la obra se convierte en personaje). Por su parte, Peter Stillman se desdobla en dos versiones de si mismo: el viejo y el joven. Ninguno, al fin y al cabo, es quien parece ser, y por si no teníamos claro este ejercicio metaliterario de identidades, el personaje de Auster nos cuenta que está investigando la posible identidad real del narrador ficticio del Quijote.
Todo en esta historia sucede por azar, otro de los temas recurrentes en el imaginario de Paul Auster. El capricho de la casualidad, que pone a los personajes en situaciones inesperadas mientras que, en otras ocasiones, se muestra en forma de oportunidades perdidas. Todos estos temas y reflexiones de la historia puede que la hagan en ciertos puntos algo difícil o confusa; sin duda, si alguien esperaba una historia policíaca simple, un thriller para entretener la tarde, se ha equivocado de libro. ‘La ciudad de cristal’ engancha y emociona, pero también desconcierta, juega conscientemente con el lector para llevarle un paso más allá.
La historia de Auster ya era buena, pero lo sorprendente aquí es la brillantez con la que Karasik y Mazzucchelli la han sabido desarrollar en las viñetas. La experimentalidad y los ejercicios metaliterarios de la novela saltan a las páginas del cómic con una narrativa tan valiente como precisa. El dibujo, en blanco y negro, está lleno de símbolos y metáforas gráficas. Es un discurso visual asombroso, que traslada gran parte de la fuerza de la novela original al plano visual. La fuerza del trazo, los cambios de registro o la disposición de las viñetas (en ocasiones repetitiva, oprimente, en otras desaparece por completo al igual que en la historia la realidad llega a desaparecer), son puntos fuertes de la adaptación.
La edición de Navona es en tapa blanda con solapas, con un diseño de portada que adapta una de las viñetas de la historia inundándola de azul. Consta de 150 páginas y un precio recomendado de 17,50 euros. El cómic no estaba inédito en España, pero ahora esta editorial lo recupera en un solo tomo, y a pesar de algunos errores tipográficos que desafortunadamente se les han colado, la elegancia y la sencillez de esta edición la hacen una compra muy recomendable para los aficionados al buen cómic… o para los que aún no saben que lo son.
Paul Auster
Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 3 de febrero de 1947) es escritor, traductor y cineasta. Es autor, entre otros libros, de La trilogía de Nueva York (compuesta por las novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada), El país de las últimas cosas, El Palacio de la Luna, La música del azar, Leviatán, Mr. Vértigo, El libro de las ilusiones, La noche del oráculo, Brooklyn Follies, Viajes por el Scriptorium, Un hombre en la oscuridad, Invisible, Sunset Park, Winter Journal y 4321 y de los guiones de las películas Smoke & Blue in the Face, Lulu on the Bridge y La vida interior de Martin Frost.
Ha recibido numerosos galardones, entre los que destacan el Premio Médicis, el Independent Spirit Award, el Premio al mejor libro del año del Gremio de Libreros de Madrid, el Premio Qué Leer y el Premio Leteo. En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Es miembro de la American Academy of Arts and Letters y Caballero de la Orden de las Artes y las Letras Francesa. Su obra está traducida a más de treinta idiomas. Vive en Brooklyn, Nueva York.
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LA CIUDAD DE CRISTAL
Paul Auster
Adaptada por Paul Karasik y David Mazzucchelli
Introducción de Art Spiegelman
NAVONA GRÁFICA
El solitario Quinn, un escritor de novela policiaca sin ambiciones, recibe un día una llamada telefónica de alguien que lo toma por el detective Paul Auster y le pide ayuda desesperadamente. Quinn decide entonces hacerse pasar por el tal Auster y acudir a la cita. Allí conoce a un poeta cuyo padre, un lingüista y estudioso de las religiones demente, lo encerró y aisló del mundo durante nueve años durante su infancia. El niño fue rescatado y el padre juzgado y recluido en una institución, de la que ahora está a punto de salir. El hijo teme por su vida y necesita la protección del detective Paul Auster.
Ciudad de cristal, el primer volumen de La trilogía de Nueva York, un conjunto de thrillers posmodernos que consagró a Paul Auster como un clásico contemporáneo, nos llega ahora en forma de novela gráfica de la mano de los grandes dibujantes David Mazzucchelli y Paul Karasik. El resultado de la colaboración es, como dice Art Spiegelman en su introducción, “una de las demostraciones más ricas que se hayan dado hasta la fecha” de la adaptación visual de una novela.
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