Hoy me he animado a comentaros una película que me marcó mucho en mi juventud, o mocedad. Hablo, como algunos habréis deducido del título, de Wayne’s World.
Este película la vi la primera vez casi por obligación. Quedamos un grupo de amigos para alquilar alguna película en el videoclub del barrio y al final fuimos Abelardo y yo, por lo que nos enzarzamos en una viva discusión sobre qué filme escoger. Él se empecinó en Wayne’s World y yo le decía que ese petardo me negaba a verlo. Al final claudiqué, ya que la pasta la llevaba él y encima era él quien tenía el carné de socio.
Total, enfurruñado hasta las cejas nos fuimos a su casa. Para nuestra sorpresa no apareció ninguno más de la tropa, por lo que empecé a picarle con frase del tipo: “se han enterado de la castaña que has alquilado y no vienen…” y otras lindezas similares.
El caso es que nos quedamos los dos solos y, ya que la habíamos alquilado, nos pusimos a verla. Nunca podré agradecerle lo suficiente aquella elección obligada, porque me descubrió una de las que hoy es de mis películas favoritas, hasta el punto de tenerla en varios formatos (VHS y DVD, espero localizar el BLU-RAY con celeridad). Me reí como hacía tiempo, ese humor absurdo, estúpido, escatológico me pareció muy fresco, muy original. De hecho, a mi juicio, esta película marcó un antes y un después en el cine gamberro, ya que, desde Porky’s, no había algo tan diferente. Al igual que Matrix redefinió las escenas de acción con su inusual cámara, Wayne’s World metía escenas “con calzador” que, a la postre, eran hasta imprescindibles cuando la impresión que daban era que sobraban. Me refiero, cómo no, a la innecesaria explicación del “machaca” de Sharp Records.
Todo comenzaba en el sótano de la casa de Wayne. Allí, junto a su único amigo Garth daban vida a un programa juvenil llamado “El mundo de Wayne”: un programa de variedades, muy “american style”, en el que la chorrada y lo absurdo se fundían en un abrazo sin que la desvergüenza pudiese hacer nada por evitarlo.
Un programa que, a pesar de lo ramplón y casero, llamó la atención de un avaricioso productor televisivo (Rob Lowe), que acabaría por entrometerse en la vida de nuestros protagonistas, complicándosela hasta extremos insospechados. A lo largo del filme se muestra la lucha titánica de los jóvenes (en apariencia) protagonistas, rockeros, ingenuos y gamberros, por darse cuenta de que el “Show Business” no es para ellos y evitar que el malo maloso que les fichó les deje sin programa, novias, amigos…. etc.
Ya han pasado 20 años desde que la vi (¿tan viejo soy?), pero Mike Myers me definió lo que luego se haría inmeso en Austin Powers: ese humor irreverente, calculado, fino y grueso a la vez. La película gozó de tal éxito que tuvo parodias, videojuegos y, qué demonios, muchos la recordamos con aprecio y una sonrisa en la cara tras esos 20 años.
También recordamos los cameos de Alice Cooper o Ed O´Neill (Matrimonio con hijos o Modern Family) incluso del T-1000.
Los protagonistas:



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Stacy, la novia tarada de Wayne (Lara Flynn Boyle): otra que también ha tenido bastante trabajo tras su gran papel secundario como ex-novia de Wayne. Participó en Men in Black II, Ally Mc Beal, El Abogado y Las Vegas.
Noah Vanderhoff (Brian Doyle-Murray): hermano mayor de Bill Murray, ha trabajado con este en numerosas películas. También es un gran imitador de famosos, como se podía comprobar en Saturday Night Live. Incluso puso la voz del Holadés Volador en Bob Esponja. Brian Murray ha logrado estar en decenas de proyectos televisivos y cinematográficos en las últimas dos décadas.
El amor platónico de Garth (Donna Dixon): apenas ha actuado desde su breve aparición en este filme. Lo que sí hizo fue casarse con Dan Aykroyd, y es madre de tres hijos.
Como Broche, os dejo la mítica escena de Bohemian Rhapsody de Queen.




