
Si bien es cierto que la primera entrega pecó de ser algo lineal y carecer de una originalidad capaz de engatusar al lector más veterano, no siendo así con el lector más novel, a quien esta nueva serie ofreció una primera toma de contacto con el héroe kriptoniano, esta segunda entrega se establece como un nuevo punto de inflexión dentro del universo centrado en Superman. De esta forma, la historia que aquí nos presentan atrapará a todo tipo de lectores desde su comienzo, satisfaciendo las necesidades de estos hasta su culminación, la cual como es lógico queda abierta a una futura continuación, aunque el tomo mantiene un carácter autoconclusivo.
Una de las principales barreras con las que se ha enfrentado este segundo volumen es con la llegada hace un año y medio del Nuevo Universo DC, ya que la serie Tierra Uno se postulaba como un reinicio centrado en los principales personajes de la franquicia, a modo Universo Ultimate de Marvel, pero tras el reinicio de todas las series, la línea temporal que aquí se nos presenta queda relegada a un segundo lugar, teniendo que leerse como si de un universo paralelo se tratase, algo similar a los Elseworlds a los que ya nos tenían acostumbrados (Hijo Rojo, Kal, etc). Pero parece que tras el éxito cosechado por el primer volumen, DC Comics decidió apostar por su continuación, mandando así a los autores originales que desarrollasen una nueva historia. Comentar también que mientras se iba macerando dicha idea, Geoff Johns y Gary Frank publicaban Batman: Tierra Uno, el que bajo mi punto de vista se ha convertido por méritos propios en uno de los mejores cómics del héroe enmascarado.

Por otro lado, iremos conociendo poco a poco la faceta más humana de Kal El, y veremos como este comienza una relación con su nueva vecina, Lisa, alejándose así de la clásica situación amorosa entre Lois y Clark. Esta relación afectiva servirá para arrojar luz sobre hechos anteriores que iremos conociendo a modo flashback, los cuales muestran la vida del joven héroe en su pueblo adoptivo, Smallville. Además de esto, cobra mayor importancia el día a día de Clark en Metrópolis, plasmando así su interacción tanto con su trabajo como con sus vecinos, los cuales plasman una realidad bastante creíble, en la que vemos el poder de las drogas y la influencia de nuestro entorno sobre nuestra mente.
Otro personaje que también se ha visto reemplazado ha sido el General Lane, ocupando ahora su puesto de militar antagónico hacia Superman la Mayor Sandra Lee, una fría mujer que no dudará en desconfiar de Kal El y tomar drásticas decisiones. Especial mención se merecen Lex y Alexandra Luthor, un matrimonio de genios billonarios a los que se les encomienda un nuevo proyecto en la parte final del cómic, dando pie así a una tercera entrega.

El trabajo de Strackzynski es soberbio, mejorando encarecidamente lo mostrado en la anterior entrega, para plasmarnos las vivencias de un Superman que se ve moralmente afectado por sus decisiones, pero que aun así, es capaz de actuar de manera tajante si concibe que el fin realmente justifica los medios. Lógicamente, la madurez que va adquiriendo a lo largo de las páginas la vamos vislumbrando gracias a la toma de decisiones a las que se ve sometido. Por otro lado, podemos apreciar como el trabajo artístico de Shane Davis ha mejorado notablemente respecto a la anterior obra, aunque tal vez todavía queden ciertos ápices por pulir, como son el dotar de un mayor dinamismo a los personajes.
En cuanto a la edición, ECC mantiene el mismo formato y línea estética que utilizó con Batman: Tierra Uno. Así, tenemos un tomo cartoné compuesto de 128 páginas a todo color que incluye como extras, además de varios bocetos y artículos sobre el héroe, dos páginas del Daily Planet, las cuales se complementan perfectamente con lo narrado en el cómic, tanto por la historia principal, como por la relación humana de Clark con sus vecinos.
Sin lugar a dudas, estamos ante un muy buen cómic de Superman, que supera incluso con creces las actuales series que estamos siguiendo dentro del Nuevo Universo DC.



