La década de 1990 marcó el punto de partida de la digitalización del cine. En un primer momento, transformar imágenes analógicas en digitales para poder manipularlas con un ordenador fue algo únicamente reservado para mejorar los efectos especiales de alguna producción particular. Luego también comenzó a utilizarse la tecnología digital para corregir la mala iluminación o para transformar por completo un decorado previamente filmado en celuloide. Sólo estas técnicas permitieron crear un simio gigante tan realista como el de la última versión de King Kong u organizar asombrosas y multitudinarias batallas como las de Troya. Los géneros de acción, se ven enriquecidos en esta época con las conocidas como CGI, o imágenes compuestas por ordenador.
En poco tiempo la tecnología digital se ha ido extendiendo por el mundo del cine. La revolución digital no había hecho más que comenzar pero cabría distinguir claramente tres frentes distintos para comprender lo que está pasando y lo que aún nos queda por ver. La elaboración de imágenes digitales por ordenador es algo que nos seguirá permitiendo disfrutar de imágenes tan increíbles como las sagas de Harry Potter, El señor de los anillos, Batman…
Hoy por hoy todos los efectos especiales se generan por ordenador. Tras esta revolución no hubo ni un solo profesional del cine que no se viese afectado al pasar del sistema de trabajo analógico-digital. Incluso algunos actores han visto como otros que ya habían muerto participaban en nuevas producciones cinematográficas.
Es por ello que Matrix se sitúa en un contexto histórico en el que los efectos especiales están en su máximo exponente después de una década donde comienzan a pulirse cada vez más los detalles y las imágenes de síntesis empiezan a cobrar un nuevo sentido. Otra película que pone manifiesto esto es Star Wars: La amenaza fantasma; donde podemos ver que cómo George Lucas cree que los efectos especiales ya están en un punto lo suficientemente desarrollados para continuar con su saga cinematográfica.
Pero es gracias a todo este contexto tecnológico, y una crisis existencial que rodea al ser humano de los años 90, el que hace que Matrix se declare como máximo exponente del inicio de esta nueva era, compitiendo con otros hitos de la ciencia ficción con más renombre como es Star Wars: La amenaza fantasma, un filme que ponía de manifiesto que George Lucas, pensaba que las CGI habían llegado lo suficientemente alto como para continuar desarrollando su saga galáctica.
Volviendo al párrafo anterior, es interesante hablar de cómo surgen varias películas que marcan esa crisis existencial de la que ya hemos hablado como uno de los puntos que hicieron triunfar a Matrix. Algunos de los filmes donde podemos ver esto son clásicos como El show de Truman donde vivimos dominados por los medios de comunicación o Gattaca donde los medios tecnológicos nos mantienen controlados.
Refiriéndonos a las palabras que resuenan de manos de unos de los personajes de El show de Truman, Cristof, la frase “El mundo que hay ahí fuera no es más real que el que he creado yo”, resume perfectamente el argumento de Matrix, y cómo esa sociedad de la información y la comunicación, donde los nuevos medios tecnológicos permiten a las películas de la época alcanzar nuevos límites, nos mantiene absorbidos por la tecnología y debemos separarnos en cierta medida de ella, al igual que Neo (Keanu Reeves) al separarse de las máquinas que controlan su mente, vuelve a nacer en el mundo real, donde todo es nuevo para él y donde el mito de la caverna de Platón, vuelve a recobrar un nuevo significado, donde las sombras que veían los presos de la cueva, nos son más que todos los nuevos mundos que descubrimos a través de las pantallas del ordenador y que mantienen nuestros ojos vendados y nuestros cuerpos atados ante la pantalla, no dejándonos ver todo lo que hay detrás que, en definitiva, es el mundo real.
El expresionismo alemán se hace patente entre las características de Matrix, debido a que los escenarios no son meros lugares donde suceden las acciones sino que son personajes que sufren y padecen los cambios que se producen en la estructura narrativa. La figura de Neo, es una figura que tiende a cambiar el espacio y la sociedad que le rodea, siendo el elegido, un mesías destinado a guiar a la humanidad, a una nueva concepción del mundo.
Los escenarios de edificios pertenecen en parte a una producción anterior de Joel Silver, productor de Matrix, y también productor del filme Dark city, de las que se utilizan los escenarios de la ciudad. Los escenarios también cambian en función de las características narrativas, como por ejemplo en ese plano de la película en la que el suelo es un suelo de baldosas blancas y negras, como en él. Se induce a la lógica impoluta del ajedrez y las escaleras en forma de laberinto que le llevan a una estancia pretecnológica clásica con unas tonalidades verdosas que simbolizan la barrera con Matrix. Se habla de Zion, donde acabará la guerra, que hace alusión a una ciudad hebrea conocida como la madre de todos los pueblos.
Matrix es control, es un mundo imaginario generado por ordenador construido para mantenernos bajo control y convertirnos en pilas. El Agente Smith reveló que la primera Matrix fue un fracaso porque era demasiado perfecta para que los humanos la aceptaran. Smith, afirma que se creó una segunda versión fallida de Matrix basada en la historia y la naturaleza humana, de la manera como él la percibía sin el Oráculo.
Matrix marca un antes y un después en lo que se refiere al cine comercial, ya que en ella podemos ver cómo una trepidante acción, inmersa en un ambiente cargado de filosofía, pudo llegar a lo más alto, y dejándonos directamente sobre aquello de los que nos habla el filósofo y teórico de la imagen Baudrillard, así que a los hermanos Wachowsky (directores del filme), sólo les quedó parafrasearle a través de Morfeo (Laurence Fishburne), diciendo: “Bienvenido al desierto de lo real”.
Baudrillard plantea que nuestro mundo ya no es realmente “real”. En lugar de eso, se ha vuelto “hiperreal”, una simulación de la realidad que está desconectada de lo que antes fue verdaderamente real. Asimismo, la masa de la civilización occidental prefiere realmente la simulación a la realidad. Fuera de esta verdad básica, el simulacro procede del desarrollo infinito de copias de cosas hasta que no queda rastro de algo original o hasta trivializar a la originalidad. Así la realidad adquiere las cualidades de un desierto, áspero y careciendo de un genuino sustento.
Todo lo anterior conecta con El mito de la caverna, con la sociedad de los años 90 e incluso con la nuestra (pudiendo decir incluso que ahora conecta bastante más). La temática del filme es una temática única y carece de subtramas, algo propio del cine de los hermanos Wachowski, siendo por tanto una obra muy rica en su única trama, y que no necesita por tanto beber de subtramas con el fin de enriquecerla.
Finalmente, nos encontramos ante una película que nos muestra una visión de la vida pesimista, dominadas por las máquinas y el consumismo, transmitiéndonos una serie de valores de manera implícita sobre ello que nos lleva a reflexionar sobre hasta dónde podemos llegar en un futuro lejano y que ya hemos visto en otros filmes como Yo, Robot o Terminator.