Ahora que sabemos que Tom Holland (tras su reciente y espectacular debut como hombre araña en ‘Capitán América: Civil War‘) surcará el año que viene los cielos de Nueva York en su propia película en solitario, tal y como han hecho Tobey Maguire y Andrew Garfield antes que él, ver un nuevo largometraje de Spiderman nos resulta algo de lo más normal. Después de todo, es uno de los personaje más icónicos de la Casa de las Ideas, motivo por el cual merece tantas correctas versiones fílmicas como quieran hacer de él. Sin embargo, no siempre fue así.
Desde aquella malograda serie setentera protagonizada por Nicholas Hammond, que aquí llegó en forma de tres películas, la única forma de disfrutar de nuestro arácnido desde el sofá de nuestra casa era a través de los dibujos animados (gracias, sobre todo, a la serie de los noventa). Sin embargo, hacía ya años que, desde las sombras, el proyecto de llevar a Spiderman a la gran pantalla cambiaba más de manos que un billete falso.
Para conocer la historia desde el principio debemos trasladarnos a 1985. Pese al aval de contar con dos exitosas precuelas, ‘Superman III’ se pegó un batacazo tan grande en taquilla que dio pie a que las editoriales pensaran que no era el mejor momento para volver a llevar a otro superhéroe a la pantalla. Por tanto, Marvel decidió vender los derechos cinematográficos de Spiderman, que fueron a parar a manos de Cannon Films, empresa que era propiedad de Menahem Golam y Yoram Globus. Sin embargo, si para 1990 el personaje no había saltado a la gran pantalla, la Casa de las Ideas recuperaría sus derechos. No obstante, nadie contaba con que, en 1987, Giancarlo Parreti, propietario de Pathe Productions (y también de la Metro Goldwyn Mayer) compraría Cannon Films, que había llegado a encontrarse en graves problemas económicos. En aquella época, Menahem Golam decidió renegociar con Marvel los derechos cinematográficos del arácnido, llegando al siguiente acuerdo: si Cannon Films no estrenaba una película de Spiderman antes de enero de 1992, jamás podría volver a hacerlo, a menos que la Casa de las Ideas se lo autorizase por escrito.
Menahem Golam acabó por separarse de Yoram Globus y formó por su cuenta la productora 21ts Century, a donde se llevó los derechos fílmicos de Spiderman. Sin embargo, para no volver a enfrentarse a apuros económicos, vendió la explotación en video del largometraje a Columbia Tristar, mientras que cedía su emisión televisiva a Viacom. Hay que tener en cuenta lo ridículo que suena todo esto tratándose de una película que ni siquiera había empezado a rodarse. Y, de hecho, nunca se hizo. Tras rechazar diez versiones del guión, Golam terminó por vender los derechos a la compañía Carolco, con la condición de aparecer en los créditos del filme como productor (además de embolsarse cinco millones de dólares). El problema es que si la película no había llegado a estrenares antes de 1996, los derechos sobre ella caducarían,. Por tanto, Carolco hizo que James Cameron se pusiera manos a la obra, labor que el director llevó a cabo encantado, sobre todo después de conseguir, a cambio, la nada despreciable cifra de tres millones de dólares.
Por si acaso aún no has perdido el hilo a estas alturas, aquí es cuando las cosas empiezan a complicarse, ya que, en 1993, Golam empezó a sentirse descontento con el trato que Carolco le dispensaba y decidió denunciar el contrato que había firmado con la compañía. A partir de ese momento todo se desbocó, ya que se llevó a cabo una sucesión interminable de pleitos, como el llevado a cabo en 1994, cuando Viacom y Tristar fueron demandados por Carolco, en un desesperado intento de la compañía por recuperar los derechos cinematográficos de Spiderman. No obstante, las dos empresas no se quedaron de brazos cruzados y le devolvieron la jugada a su denunciante, además de incluir en su demanda a 21st Century y a Marvel. No es de extrañar, por tanto, que las tres compañías acabaran por declararse en quiebra en 1995.
En ese momento, para liar aún más las cosas, entró en el juego la Metro Goldwyn Mayer, que aseguró ser la única empresa con derecho a llevar a cabo una película del hombre araña, ya que hacía alusión a la compra en el año 1987 de la compañía Cannon Films. Ni corta ni perezosa, la MGM interpuso una demanda contra Menahem Golam, Yoram Globus, Giancarlo Parreti, la 21st Century, Viacom, Tristar y Marvel. No obstante, la Casa de las Ideas siempre defendió el hecho de que aquello no tenía ningún sentido, pues ellos nunca habían firmado un contrato de cesión perpetua con Cannon Films. Además, si James Cameron, que trabajaba en exclusiva con la 20th Century Fox, iba a ser el director del filme, no podría encargarse de ello si los derechos recaían en la Metro Goldwyn Mayer.
Ya sabemos cómo terminó la historia: Ya en el siglo XXI, Sony y Columbia Pictures llevaron a cabo la trilogía arácnida dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire, así como las dos películas de Marc Webb con Andrew Garfield como cabeza de reparto. Sin embargo, al lograr llegar a un acuerdo con Marvel Studios, Spiderman, bajo la batuta de Jon Watts y con Tom Holland bajo la máscara, se codea finalmente en la gran pantalla con el resto de los superhéroes de la Casa de las Ideas y protagonizará una nueva película el próximo año.