Daredevil es un superviviente nato. Por muchas vueltas que de el mercado editorial, entender Marvel sin la presencia del cuernecitos resulta casi imposible. Ha pasado por etapas en las que su continuidad en el mercado era puesta en entredicho, y al mismo tiempo, en sus páginas se han escrito algunas de las páginas más brillantes de la historia del cómic americano. Aguanta los bandazos como pocos enmascarados de la casa, y hoy en día vive un momento de apogeo gracias a la estupenda serie de Netflix, y a la magnífica (casi perfecta), estancia de Mark Waid al frente de la serie del guardián de la Cocina del Infierno. Pero nada es eterno, y Waid ha puesto rumbo a otros pastos. Ahora es turno de Charles Soule.
Me gusta mucho, en general, el trabajo de Charles Soule. Me parece un escritor muy sobrio, elegante, que sabe perfectamente hacia donde van sus historias, especialista en la construcción de personajes. La calidad de sus propuestas le han llevado a lo más alto de la pirámide en el complicado mundo del mercado editorial, después de celebrados trabajos para las grandes editoriales, e incluso algún éxito en las independientes. En Marvel se hizo cargo de la cacareada muerte de Lobezno, y últimamente ha dedicado su tiempo a las correrías de los Inhumanos en una de sus etapas más complicadas de su ya atribulada existencia como especie. Ahora da el salto a una cabecera legendaria, en un momento especialmente sensible.
Pasa en Daredevil que dejar atrás etapas determinadas se convierte en una auténtica maldición para el equipo creativo de turno. Pasó tras la seminal estancia de Frank Miller, que aguantó el tipo más o menos con la llegada de Ann Nocenti, y con la salida de Brian Michael Bendis, la calidad de la colección se hundió en el pozo más profundo. ¿Cómo ha sido la transición de Waid a Charles Soule? Pues el asunto es que transición, poca. Soule ha entrado como un elefante en una cacharrería en la vida de Matt Murdock, y ha establecido unas reglas muy claras para su propuesta, dando carpetazo al trabajo de Mark Waid de manera un tanto drástica.
Todas las alabanzas que se han escrito sobre la etapa de Waid me parecen pocas. El veterano guionista deja para el recuerdo la titánica tarea de refundar el personaje a través de la búsqueda de puntos en común a través de la historia de Daredevil, haciendo suyos los grandes aciertos de todos los autores que han dejado su impronta en la cabecera. Sacó a Murdock de su repetitivo viaje a los infiernos, dotando al héroe con la renovada esperanza en un mundo demasiado oscuro. Además, estableció una reconciliación entrañable entre el símbolo y el hombre tras la máscara, en un tratamiento de personajes sobresaliente.
El trabajo del equipo artístico, capitaneado por Chris Samnee, establecía una relación casi orgánica con el texto de Waid. Toda una experiencia de buceo por la esencia de Daredevil sin perder el norte o el tono ni por un segundo. El cierre de Waid era tan perfecto que podría haber servido de final para la colección del Cuernecitos, optimista y emocionante.
Tras algo tan grande, quedan dos opciones para el sucesor: el espíritu de continuación o la ruptura total para dejar clara la posición del autor y su propuesta. Charles Soule ha escogido la opción dos, y esto me deja sensaciones encontradas sobre el resultado final de este nuevo Daredevil. Me veo atrapado en una posición incómoda, en la que me resulta imposible separar el cómic que tengo entre las manos de su excepcional predecesor. Sí hago un ejercicio de voluntad, puedo ver Daredevil:Chinatown como el gran comienzo de algo con muchas posibilidades. Pero, visto en conjunto, hay mucho de paso atrás en el planteamiento de Charles Soule, apresurado por romper cualquier vínculo con los postulados de Waid sobre el personaje.
Sé que debería ser objetivo y centrarme en este puñado de números como un todo aparte, producto de la personalidad de Soule, pero me resulta imposible, a pesar de que las comparaciones son odiosas. Para empezar, volvemos a la identidad secreta, a base de un abracadabra forzado, de esos que me sacan de quicio en el mundillo Marvel. Ahora nadie sabe quién está detrás de la máscara, excepto el sufrido Foggy. Murdock retorna a la Gran Manzana tras el periplo en la Costa Oeste, como parte del equipo del fiscal del distrito.
El tono luminoso de Waid desaparece, y volvemos a la oscuridad callejera, al ambiente de serie negra y la jungla urbana como base espiritual del ambiente de la colección. Esto implica el inesperado adiós a ese fabuloso reencuentro entre Murdock y su alter ego, además de la salida del escenario de algunos personajes secundarios entrañables, y que se merecían mucho más.
El resultado es una muy buena historia criminal, siguiendo la estela de la etapa de Bendis, sobre todo, con los inevitables trazos del indispensable Frank Miller. Charles Soule se mueve como un auténtico maestro en el mundillo legal, como abogado que es en su vida fuera de los cómics. Maneja los ambientes realistas y callejeros marca de la casa. En ese aspecto, no decepciona. El problema es el retorno a los lugares comunes, a la zona de confort del personaje, por muy bien escrito que esté el invento.
Hay novedades, como la presencia de un compañero, algo inédito para un personaje que es solitario por naturaleza. También conocemos la presencia en las sombras de una nueva organización secreta que controla los bajos fondos del barrio que da título al volumen. Pero la interesante idea tras la propuesta de Soule me da la sensación de falta de valentía, impuesta por las necesidades de la propia editorial.
La serie de Netflix tiene como referente al Daredevil callejero y urbano, con el ojo puesto en el submundo criminal, realista hasta la médula. Sin embargo, la colección, hasta ahora, presentaba una imagen muy distinta. Me temo que en este retorno hay bastante de imposición por parte de Marvel interesado en que los lectores que lleguen desde la producción televisiva encuentren un paralelismo estético y argumental en la viñeta. El resultado no es malo, pero, en comparativa, es un tanto decepcionante. Puede que dentro de un tiempo, cuando la serie despegue más allá de este inicio, pueda dejar atrás mis prejuicios (que admito que los tengo), pero, de momento, mi amor incondicional por la etapa de Mark Waid me deja coja la experiencia de ese nuevo Daredevil.
El dibujante escogido para el reinicio es Ron Garney, a un nivel espectacular. Es ideal para el tono de la propuesta, domina la narración de manera magistral, y es alucinante el diseño de personajes. Dinámico, atrevido, capaz de sacar petroleo a un trazo tan simple (dicho como halago, no penséis mal) como exquisito. Garney es un todo terreno, que e siente muy cómodo en una colección en la que puede mezclar el realismo con la explosión marcial en las escenas de acción, sin complejos. Muy buen trabajo, aunque, volvemos a lo mismo. Samnee transformó la serie con su aportación. Garney se adapta. Hay una diferencia entre una postura y otra. El colorista Matt Milla merece mención aparte. Un trabajo de lujo que hace todavía más atractivo el estilo de Garney.
En general, este Daredevil de Charles Soule y Ron Garney es víctima de su contexto, como heredera de una etapa redonda. Si superas ese inconveniente, el Daredevil de Charles Soule es una gran historia de serie negra maravillosamente narrada y dibujada, las cosas como son. A ver como avanza la estancia de Soule como guionista de las historias del Diablo Guardián, y si consigue que superemos la marcha de Mark Waid. Lo tiene complicado.
Panini trae al nuevo Daredevil en la colección 100%. Libro con solapas de 144 páginas, recopila los números del 1 al 5 de la edición original americana. Lo podrás encontrar en tu librería favorita al precio de 13,50 euros.
Charles Soule se ha convertido en uno de los guionistas más reconocidos de la industria del cómic. Ha trabajado tanto en DC, recordado por su etapa al frente de Swamp Thing, como en Marvel, donde ha dejado su impronta en eventos de la importacia de La Muerte de Lobezno. También se ha visto su trabajo en las nuevas colecciones de la franquicia Star Wars, y ha conocido el éxito en el mercado independiente gracias a Carta 44.
Ron Garney lleva en el mundillo de los cómics desde mediados de los 90. Su arte ha estado al servicio de personajes tan importantes como Capitán América, Spiderman o Silver Surfer. También ha dibujado y realizado diseños para la industria del cine.
[note]Daredevil vuelve a vestir de negro y regresa a su hogar en Nueva York, mientras Matt Murdock trabaja ahora en la oficina del fiscal del distrito. Descubre el nuevo capítulo en la vida del Hombre sin Miedo, de la mano del hombre que mató a Lobezno y de la superestrella del dibujo Ron Garney.[/note]