jueves, marzo 28, 2024

Reseña de ‘Historias de taberna galáctica, edición definitiva’

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Panini
La edición de Trilita de historias de taberna galáctica
La edición de Trilita de historias de taberna galáctica

Hoy toca uno de esos cómics que convierten esto de escribir reseñas en un auténtico privilegio. Historias de taberna galáctica es parte de la historia del cómic español, producto de una época irrepetible donde se dieron la mano la recién estrenada libertad con el ingenio y talento de una generación única. El contexto histórico de esa España recién salida de la oscura represión de la dictadura fue el caldo de cultivo de la recordada explosión del cómic para adultos en un país donde, curiosamente, el cómic era un entretenimiento muy popular. Aquellos niños que habían crecido con un tebeo en las manos se transformaban en artistas, editores, libreros y divulgadores del medio, armados con un toque de aventureros animados por esos estrenados aires de libertad en una sociedad en la que todo era nuevo y brillante.

La transición trajo la posibilidad de experimentar, del juego con las formas y la esencia del cómic. Experimentos narrativos y artísticos al estilo de  los presentados por la escuela franco belga y grupos artísticos como Los Humanoides (con Moebius como cabeza visible) animaron a muchos artistas españoles a abandonar la tradición de la historieta española y abrazar la naturaleza de un medio renovado, destinado a un público muy diferente al habitual. El cómic era presentado como un arte que podía ser motivo de discusión y reflexión desde una perspectiva crítica, y, sobre todo, podía ser una lectura adulta y compleja.

En este punto aparecen revistas que asumen este riesgo experimental, y obras como Historias de la taberna galáctica. Josep Maria Beá se encumbra en estas páginas como auténtica leyenda del cómic español, imagen y referente de esa generación llena de grandes nombres y obras clave del cómic europeo. Y es que Beá no era precisamente un desconocido del mundo de la viñeta, con una carrera cimentada en la experiencia a las órdenes del no menos mítico (y rodeado del aura de la leyenda negra, pero ese es otro cantar) Josep Toutain. Incluso, a esas alturas, ya había dejado su impronta entre maestros en las páginas de las míticas publicaciones de la editorial Warren, donde tantos españoles hicieron su aventura en las américas.

Narrativa al estilo Beá
Narrativa al estilo Beá

Beá comienza la publicación de Historias de taberna galáctica en 1979, donde abraza la ciencia ficción para plasmar su mundo personal, delirante, surrealista y lleno de un sentido del humor tan fino y elegante como negro y destructivo. Este género ha servido a decenas de artistas como forma de contar historias que, de otro modo, jamás podrían ser mostradas. En una sociedad en plena convulsión por los cambios, como era aquella España de finales de los 70, el rodeo a la censura exigía a los autores, incluso con el fin de la dictadura, ser creativos a la hora de rodear asuntos espinosos. Las metáforas con mundos lejanos de por medio daban más libertad a escritores y dibujantes, que sorteaban las fronteras de lo admisible.

Historias de taberna galáctica mezcla en sus páginas la tradición oral con la especulación fantástica, gracias al encuentro entre personajes de lo más variopinto y exótico, provenientes de los confines del universo. Cada uno de ellos tiene una historia, compartida con el resto de parroquianos, en ocasiones una audiencia no especialmente agradecida. Los breves paseos por la taberna sirven de punto de inicio para historias imposibles, irónicas, e incluso terroríficas en ocasiones. Eso sí, siempre reflexivas, cargadas de ideas acerca de la deriva de la humanidad ante un universo inabarcable o las terribles consecuencias de un mundo tecnificado donde se reescriben las relaciones con la tecnología (Treinta y pico años antes de Black Mirror, y tal).

Como punto de encuentro, un bar, algo, por otra parte, muy de nuestra tradición patria. No podía ser otro sitio donde coincidan tan extravagantes viajeros. Una taberna bastante peculiar, llena de pequeños rincones perversos, donde se desatan miserias humanas, y no tan humanas. Beá reproduce un universo variado, delirante, repleto de criaturas, tanto orgánicas como producto de la tecnología. Extraños que son ejemplo del atrevimiento gráfico del autor, capaz de unificar referencias tan dispares como los relatos de Asimov, el delirio psicodélico de Dune, el estilo narrativo de los cuentos siniestros de la Warren y el particular sentido del humor que roza lo buñueliano. Juega con lo imposible y lo cotidiano, con lo inmenso y lo absurdo, plasmado en este universo plagado de surrealismo sucio.

El dibujo de Beá es la plasmación en viñetas del sentido casi onírico que hay en sus narraciones. En las páginas de este dibujante se huelen los aromas de la taberna, el sudor del erotismo subterráneo mezclado con la nada del vacío cósmico. Las voces de los cuenta cuentos espaciales se confunden con los clientes, más ocupados en satisfacer sus poco lícitas necesidades que en hacer caso a los desvaríos de un loco. El blanco y negro luce majestuoso y siniestro al mismo tiempo, ideal para las magníficas ensoñaciones que ofrecen estos particulares trovadores. Beá es maestro de la anatomía, de las formas extrañas, de las exageraciones casi expresionistas, pero también hace del horror de la inmensidad espacial un arma, gracias al uso magistral del diseño de la página y la composición de las viñetas

Lección de extravagancia
Lección de extravagancia

La edición de Trilita, encargados de recuperar esta obra maestra del cómic europeo, se gana a pulso el sobrenombre de definitiva. Los detalles muestran el cariño de los implicados por esta publicación, empeñados en que Historias de taberna galáctica sobreviva al paso del tiempo de la forma más majestuosa posible. La labor de recuperación no se queda en las viñetas de la aplaudida obra; el material extra es una delicia para aquellos, como el que suscribe, entienden el cómic como producto de su época, representación de sueños y expectativas de unos autores que veían el futuro desde una perspectiva única. La cantidad de fotos, publicaciones, recuerdos (incluso ahondando en la vida personal del propio autor), ayudan a entender el contexto, el momento exacto en el que ejercicios de libertad, riesgo y atrevimiento como Historias de taberna galáctica llegaban a buen puerto.

El volumen de Trilita es ideal para los lectores de entonces, por el fabuloso aspecto que toma la obra de Beá en este retorno. Indispensable para una generación, la mía, que llegó a estas historias a salto de mata, entre las revistas de padres, tíos y hermanos mayores, de manera incompleta y atropellada. Para los nuevos lectores, es de lectura obligada, como ejemplo de independencia, de arte y de amplitud sobre lo que debe ser un cómic. Para todos, el regreso de Historias de taberna galáctica, es un ejercicio de justicia histórica, para que no olvidemos que, en este país, también hemos tenido genios y épocas doradas.

Historias de taberna galáctica: Edición definitiva, recupera en un formato de lujo la mítica obra de Josep Maria Bea gracias al abuloso esfuerzo de Trilita ediciones. Esta edición cuenta con la supervisión del propio autor, que pone en perspectiva, además, su trayectoria, en la fabulosa colección de extras que acompañan esta imprescindible obra maestra. En su interior os esperan 184 páginas con multitud de material adicional para entender una época irrepetible en la historia del tebeo español. Encuadernada en cartoné y con una calidad de papel excelente, la podrás encontrar en tu librería favorita al precio de 32 euros.

Josep Maria Beá:

Desde su tierna infancia este legendario autor mostró su amor por loc cómics, que convertiría en su profesión a los 14 años. Comenzó su carrera al servicio de Josep Toutain, que ofrecía dibujantes para mercados como el inglés, que durante años se nutría del talento de autores españoles. Con los años, Beá formaría parte del mítico elenco de autores de las revistas Warren. Formó parte de la generación del boom del cómics para adultos en España, contexto en el que publicaría la obra que lo encumbró, Historias de taberna galáctica, y formaría parte del equipo de dibujantes de publicaciones como El Vibora.

Además de su faceta como dibujante, ha trabajado como creativo en publicidad, cine e incluso ha escrito varias novelas juveniles.

[note]Edición Definitiva, renovada, supervisada por el autor y plagada de extras.[/note]

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CRÍTICA

Guión
Dibujo
Edición

RESUMEN

Edición de lujo para una obra imprescindible del cómic español

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