Vuelve a nuestras pantallas El Rey León, ahora en forma de Live Action: la misma historia, los mismos personajes, con pocos cambios y un magnífico aspecto hiperrealista que nos dejará boquiabiertos.
Hace menos de dos meses que se estrenó en nuestro país Aladdin y ya tenemos aquí la siguiente de las revisiones de los clásicos modernos en imagen real, El Rey León.
En esta ocasión no tenemos a un carismático actor que sirva de reclamo a los que ya vieron la versión animada de hace décadas. Como ya ocurriera con El Libro de la selva (también dirigida por Jon Favreau, precisamente), utiliza técnicas cinematográficas hiperrealistas con un resultado asombroso.
La nueva película “El Rey León” de Disney Live Action viaja a la sabana africana donde ha nacido el futuro rey. Simba idolatra a su padre, el rey Mufasa, y se toma muy en serio su propio destino real. Pero en el reino no todos celebran la llegada del nuevo cachorro. Scar, el hermano de Mufasa y antiguo heredero al trono, tiene sus propios planes. La historia nos mostrará la traición, la tragedia y el drama, y termina con el exilio de Simba. Con la ayuda de un curioso par de nuevos amigos, Simba tendrá que aprender a madurar y a recuperar lo que le pertenece por derecho.
Favreau ha optado por traernos la misma historia exacta que pudimos ver en dibujos animados desde 1994, con algunos pequeños cambios para, tal vez, que no se le critique como le ocurriera a Gus Van Sant con Psicosis (1998). Sin embargo, y a pesar de la repetición casi plano por plano, el magnífico aspecto de los animales y de los escenarios, junto a esos pequeños añadidos, hace que merezca la pena ver (o volver a ver) El Rey León.
Porque ¿cuál es el motivo de Disney Studios con estas nuevas reediciones en imagen real de sus películas? No podemos decir que haya un objetivo común entre ellas más que el de “actualizar” aquellas historias y hacerlas más atractivas a un público nuevo.
Pero es que El Rey Léon es una de las películas más populares de Disney (y una de las dos favoritas del que esto escribe, junto a La Bella y la Bestia), así que teóricamente poco pueden hacer para atraer a más espectadores. De ahí que, a pesar de tener a Jeff Nathanson reconocido como el guionista, casi el 100% de la película es exactamente igual que la que ya conocemos. Y eso no es malo.
Existen algunos momentos que se diferencian ligeramente de la primera versión, otros que desarrollan un poco más algún aspecto de algún personaje y, por supuesto, hay chistes nuevos (impagable la referencia que Timón y Pumba hacen a otro clásico Disney), pero sin duda quien sale ganando de estos cambios es la hiena Shenzi, a quien le han dado algo más de profundidad.
Aquí las hienas no son simples comparsas de Scar, sino actores importantes en su golpe de estado y en su nuevo régimen dictatorial. Sin embargo, los hechos importantes en los que las hienas están envueltas, como la huida de Simba o el final de Scar, no cambian absolutamente nada.
De hecho, dada la tendencia de Disney de dar más importancia a sus personajes femeninos, el hecho de seguir paso a paso la historia ya conocida hace que las leonas tengan muy poco protagonismo, más allá de algunas frases reveladoras que no estaban en la versión anterior.
En cuanto a “personajes”, los verdaderos ladrones de cámara son Timón y Pumba, curiosamente los que tienen más cambios con respecto a la película de 1994. Están realmente enloquecidos y divertidos, básicamente los personajes que conocemos pero con un humor más fino (excepto “eso” que ya sabéis). Son una “monada”.
Pese a las atractivas actuaciones de los personajes animales (y animados aunque sea por ordenador), el principal protagonista es la tecnología. Los últimos adelantos tecnológicos en varios campos, incluida la realidad virtual, dan como resultado un aspecto realmente extraordinario de toda la sabana africana y sus habitantes, mejor, incluso, que el que pudimos ver en El Libro de la Selva.
Si en aquella pensásteis que Baloo, Bagheera o Shere Kan parecían completamente reales, en El Rey León parece que estemos viendo animales verdaderos como si estuvierámos en el zoológico… aunque hablando y haciendo chistes, claro. Nada más empezar se te olvida que estás viendo una película y parece que estemos ante un documental. Son tan reales los animales que sería estupendo ver una versión de Los leones de Bagdag en pantalla.
En resumen, El Rey León (2019) es una buena película que, si no es juzgada sobre la versión original, es muy disfrutable tanto en el argumento como, sobre todo, en el apartado técnico. Básicamente parece que Favreau no quiere que olvidemos la película de 1994, sino que quiere hacerla más atractiva visualmente, respetando todo lo que aquella nos dejó.
El Rey León de Disney viaja a la sabana africana donde ha nacido un futuro rey. Simba idolatra a su padre, el Rey Mufasa, y se toma muy en serio su propio destino real. Pero en el reino no todos celebran la llegada del nuevo cachorro. Scar, el hermano de Mufasa y antiguo heredero al trono, trama un siniestro plan. La batalla por Pride Rock está asolada por la traición, la tragedia y el drama, y termina condenando a Simba al exilio. Con ayuda de una curiosa pareja de nuevos amigos, Simba tendrá que aprender a madurar y a recuperar lo que le pertenece por derecho.
El Rey León está dirigida por Jon Favreau, que también es productor junto a Jeffrey Silver y Karen Gilchrist, y tiene un guión de Jeff Nathanson.
El Rey León se estrena en España el 18 de julio de 2019