sábado, abril 20, 2024

El Club Marvel de Vértice

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Panini

Club Marvel, VérticeActualmente, cuando un lector quiere ponerse en contacto con su editorial de cómics favorita, debe hacerlo por medio de los e-mails electrónicos o de las redes sociales. No obstante, muchos de los seguidores que cuenten con cierta antigüedad recordarán que, anteriormente, cada cabecera habitual solía ir acompañada de una sección dedicada al correo de los lectores. Y, por supuesto, a la mente de los aficionados más veteranos, acudirá el hecho de que, a principios de la década de los setenta, no se contaba con ninguno de los dos métodos mencionados. Por tanto, el Club Marvel instaurado por Vértice, que coincidió con el lanzamiento en España del primer número de la colección Conan, the Barbarian (1972), funcionó como una especie de preludio a lo que estaba por llegar.

En realidad, el Club Marvel no era otra cosa que un servicio de suscripción que, a finales de 1972, aparecía en la página final de los cómics de Vértice pertenecientes a la Casa de las Ideas, en la que se informaba al lector de una oferta especial para recibir en el propio domicilio seis números por 135 pesetas o doce por 260, ya fuera de una misma colección o de varias diferentes. Una vez suscrito, te llegaba a casa un carnet con un número de orden, el cual te permitía participar en sorteos mensuales de la editorial. También se te informaba de que, de forma totalmente gratuita, podrías obtener ciertos obsequios de utilidad e interés, con el fin de convertir al lector en un promotor más de Marvel Comics Group. Así, por cada nuevo suscriptor que entrara por recomendación de otro, el responsable sería premiado con un tomo de la edición gigante de la colección Zarpa de Acero. También se ofrecían a ampliar cualquier información solicitada por el futuro socio y te recordaban que el pago de la suscripción debía realizarse por giro postal. Por último, te informaban de que los nombres y direcciones de los ganadores de cada sorteo se podrían encontrar en esa página de cada cabecera.

Lo más desconcertante de esta promoción era el hecho de que por formar parte del Club Marvel tuvieras la posibilidad de hacerte con un ejemplar de Zarpa de Acero, no porque el cómic ofertado no contara con suficiente calidad, sino por el hecho de que lo más lógico hubiera sido tentar a los lectores con un producto perteneciente a la Casa de las Ideas. No obstante, los responsables de dicha oferta no tardaron en cambiar de idea y portarse de un modo más generoso al sustituir el cómic de Zarpa de Acero por un reloj de la marca Potens. Dado que en el anuncio se incluía una fotografía de dicho regalo, la imagen se acabó convirtiendo en un elemento iconográfico de estos cómics de Vértice, tal y como se muestra en la imagen que se encuentra bajo este párrafo.

Club Marvel, Vértice

Otra curiosidad para todos aquellos que aceptaron formar parte del Club Marvel era el hecho de que, en el momento en que recibías en casa el prometido carnet, podías comprobar que, al lado del espacio reservado para la rúbrica del socio, se encontraba estampada la firma de una persona conocida como El Presidente, alguien cuya identidad se mantenía en el más completo secreto, aunque era de suponer que el hombre que contaba con ese apodo no sería otro que José Torra, que para algo era el propietario de Vértice.

Club Marvel, Vértice

Aunque el diseño del carnet de los socios del Club Marvel, cuyo aspecto puedes ver encima de estas líneas, resultaba bastante sencillo, se trataba de toda una novedad para los lectores de aquella época. Además, al recibirlo en el domicilio, los seguidores de dichas colecciones podían sentir que formaban parte una comunidad mucho mayor de lo que les hubiera podido parecer en un principio. Esta sensación aumentaba cuando el lector adquiría un nuevo cómic y podía leer en la página dedicada al Club Marvel los nombres de los ganadores de los sorteos, de tal modo que, si había alguien que se sentía como un bicho raro por el hecho de que  nadie de su entorno tuviese la misma afición que él, desde ese momento podía estar convencido de que por toda España había mucha gente con los mismos gustos. Y ya sabemos que, cuando un importante número de gente tira hacia la misma dirección, lo que en un principio pudiera parece un comportamiento excepcional acaba por ser visto como la cosa más normal del mundo.

Con el paso del tiempo llegaría el ya mencionado correo de los lectores y este acercamiento a los amantes del noveno arte fomentado por Vértice acabaría quedando relegado al olvido. Sin embargo, todo aquel veterano seguidor de los cómics de la Casa de las Ideas que, en algún momento de su vida, haya formado parte del Club Marvel, recordará con añoranza aquella época y, si algún día encuentra perdido en algún cajón su viejo carnet de socio, puede que ya roto o arrugado, evocará los años en que se trataba de una de sus más preciadas posesiones.

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