Un nuevo comienzo con Archie Goodwin

El tomo anterior marcó un fin de ciclo y, por lo tanto, con este tercer tomo estamos ante el inicio de uno nuevo. Iron Man cuenta ya con su propia cabecera (aquí recopilada a partir de su segundo número, ya que el primero aún formaba parte de la trama comprendida en las aventuras previas de este héroe), y a diferencia de muchas series de personajes de aquella época en Marvel Comics en esta ocasión no se tiene a Stan Lee como guionista.

Archie Goodwin fue el elegido para capitanear el barco del excéntrico playboy millonario con traje de hierro, siendo ya un guionista veterano al llegar a La Casa de las Ideas, y su labor no decepcionó para nada. Quizás el nombre de Goodwin no haya pasado a la posteridad con el prestigio de otros de sus contemporáneos (a pesar de haber sido uno de los creadores de Luke Cage y de otros personajes secundarios de la editorial), pero poco tenía que envidiar a gente como Lee. Suyos son todos los números contenidos en este volumen.

También hay que destacar en este tomo la presencia de George Tuska en el apartado gráfico, que llegará pronto para sustituir a Johnny Craig y quedarse con Stark durante una larga temporada, colocándole como uno de los artistas más ligados a la historia del personaje.

Sentando las bases del Vengador Dorado

Como este tomo contiene la primera etapa de su serie en solitario, a pesar de haber tenido ya una larga etapa como personaje de la editorial en Tales of suspense, la idea aquí era tener historias autoconclusivas (muy típicas de las series de aquella época) que ayudaran a dar a conocer al personaje a los lectores que aún no se habían cruzado con él.

De esta forma nos vamos a encontrar con un entorno ya de sobra conocido para el lector de hoy en día. Tendremos al Tony Stark empresario, al héroe con el traje de latas enfrentándose a coloridos villanos, a su lucha por mantener los latidos de su corazón gracias a la armadura y a un plantel de secundarios que, si bien no es el que ha llegado hasta nuestros días, casa con el concepto en el que siempre se ha movido el personaje.

En ese entorno es donde incluiríamos por ejemplo a Jasper Sitwell, el agente de SHIELD, a su fiel amigo Happy Hogan o al interés romántico Janice Cord.

El Mandarín, el enemigo definitivo

Si tuviéramos que señalar al villano más representativo de la galería de Iron Man, sin duda hablaríamos de El Mandarín. Este personaje, que se dio a conocer al gran público gracias a la tercera entrega de la saga fílmica del personaje (la dirigida por el genial Shane Black), ha puesto al bueno de Tony en serios apuros en no pocas ocasiones. Se diferencia de la mayoría de los villanos a los que se suele enfrentar nuestro héroe en que, en principio, El Mandarín no tiene ningún trasfondo tecnológico. Y quizás eso sea lo que lo hace tan perfecto para enfrentarse al hombre de la armadura de hierro…

En este tomo tendrá un papel importante durante la parte más interesante del mismo, aquella en la que se revelará que este conoce la identidad secreta del héroe (por aquel entonces un secreto bien guardado), algo que será inmortalizado en una de las mejores portadas incluidas aquí.

Por otra parte tendremos por aquí un desfile de villanos que tuvieron su momento de gloria (siendo generosos) y de los que nunca más se ha vuelto a hablar (como el Unicornio). Un peldaño por encima de estos estaría gente como el Gladiador, la Dinamo Carmesí, Madame Máscara o el Hombre de Titanio, aunque probablemente llamen más la atención del lector personajes como Namor o Hulk, que también se dejarán ver en estas páginas como invitados especiales.

En resumidas cuentas, este tercer tomo de las aventuras de Iron Man supone un estupendo volumen para conocer la dinámica del personaje, sus aventuras más clásicas y el trabajo de dos de los autores más ligados a este. En el lado negativo habría que destacar que no nos vamos a encontrar con historias inolvidables ni con momentos definitorios en la mitología del personaje, pero el tono ligero de estas aventuras se puede disfrutar igualmente.