Dragones de Frontera. Los cañones de San Carlos, un asombroso relato que sigue con las aventuras de los dragones de cuera novohispanos a finales del s. XVIII, continuando la historia de Azucena Acosta iniciada en el volumen anterior, Azote
La acción de este segundo tomo del segundo ciclo de Dragones de frontera. Los cañones de San Carlos, tiene lugar en el año 1780, siguiendo la estela de Armand, el marido secuestrado por unos ciboleros apoyados por los osages en Dragones de frontera. Azote. Azucena Acosta, esposa de Armand, decide ir en su búsqueda para rescatarlo, con el apoyo forzado del sargento Beitia y sus dragones de cuera.
En la persecución, tras el paso de la muerte que camina, los novohispanos han de dirigirse hacia el este, para seguir el rastro de los secuestradores. Durante ese periplo, llegarán hasta Sainte-Geneviève, una villa situada junto al río Misisipi en la Luisiana española. En esa urbe, Azucena conocerá a su suegra Thérèse Beaubien, pero también la noticia de que un destacamento británico se dirige hacia el sur para atacar las posesiones españolas.
Azucena junto con los dragones liderados por Beitia se dirigen hacia la ciudad de San Luis de los Ilinueses, la actual Saint Louis de Misuri EE. UU., para poder liberar a Armand y, a su vez, proteger la población del ataque británico. Allí se encargarán de la defensa del fuerte de San Carlos en la orilla oeste del río, mientras que los rebeldes norteamericanos se encargarán de la defensa de las posesiones del este.
Aventura y épica en un escenario real
El guion de Gregorio Muro Harriet en Dragones de frontera. Los cañones de San Carlos, como en los tomos precedentes de los dragones, Dragones de frontera y Azote, parte de una base histórica, que al final del libro desgrana para que el lector pueda discernir lo real de lo ficticio e investigar por su cuenta estos hechos históricos de la América española en los actuales Estados Unidos de América.
La estructura y tensión de la trama se mantiene constante por parte del artista guipuzcoano, sabiendo manejar hábilmente los hechos históricos para que los personajes de la ficción puedan ser insertados de forma natural y consecuente, no existiendo ningún impedimento para que las tropas fijas y las milicianas de Luisiana compartan espacio con los dragones del septentrión español americano.
El uso de expresiones y hechos culturales propios de los nativos de las áreas donde transcurre la acción hace que el lector empatice con muchos de los personajes, sin que haya una distinción de héroes y villanos, sino intereses contrapuestos entre grupos humanos que confluyen y acaban creando vínculos de amistad, enemistad o interés según las circunstancias.
De una forma soberbia, Pedro Camello continúa al mando de los lápices como ya hizo en Azote, haciendo de las grandes praderas norteamericanas y de las riberas de los grandes ríos como el Misisipi una magnífica estampa visual para el lector. Del mismo modo, los personajes son mostrados de una forma realista, al igual que sus vestimentas y panoplia.
El dibujante sabe utilizar las viñetas para trasladar al lector el guion de Harriet, haciendo transiciones muy suaves en los momentos de calma y más dinámicas en las viñetas de acción. Los personajes son retratados fehacientemente y las expresiones y actitudes que adoptan permiten al lector entender la idiosincrasia latente en ellos.
Por último, pero no menos importante, el brasileño Tiago Barsa potencia el trabajo de sus compañeros con una paleta de colores muy luminosa, como el estío de la obra demanda, pero sabe oscurecer las viñetas en los momentos exactos, como el recuerdo de un joven Armand en su encuentro con Thérèse.
En definitiva, Dragones de frontera. Los cañones de San Carlos es un cómic histórico que como sucedió en los primeros dos tomos tiene un buen guion y dibujo, narrando de forma ficticia un hecho real, con un ritmo trepidante que permite una lectura placentera y amena, dejando un poso de trabajo bien hecho donde el lector espera una nueva aventura de Azucena y Beitia.
La edición
Dragones de frontera. Los cañones de San Carlos, ha sido publicado por Harriet Ediciones, en cartoné, a color, con unas medidas de 32 × 24 cm y una extensión de 80 páginas, cuatro de ellas como extras donde se explica el hecho real del fuerte de San Carlos, así como los diferentes personajes que toman parte de la trama de la obra.
1780. El sargento Beitia y sus dragones acompañan a la tejana Azucena Acosta en la persecución de un grupo de franco-canadienses y Sauk-Renards que se han adentrado en el territorio de Nueva España y que se han llevado como rehén a Armand, su esposo.
Tras atravesar los territorios de diferentes tribus indias, pierden el rastro de los fugitivos y el grupo del sargento Beitia llega a la población de Sainte-Geneviève, en la Luisiana española, donde conocen a Thérèse Beaubien, madre de Armand.
Allí reciben la noticia de que los británicos, con un gran contingente de fuerzas, descienden por el Misisipi en dirección a la cercana población de San Luis de los Ilinueses con la intención de atacarla.
Suponiendo que sus perseguidos forman parte de dicho contingente, Azucena Acosta y los dragones del sargento Beitia se desplazan a San Luis, donde participarán en la defensa de la población en lo que se conocerá históricamente como la Batalla del Fuerte San Carlos.
