La última pieza es la novedosa novela gráfica de la colección Spanish Bombs de cARTEm Cómics, donde Raúl Balen y Pedro Segade nos presentan un robo perfecto, por una mente criminal que ha perdido la memoria
La última pieza es una novela gráfica publicada por Cartem Cómics, en su colección Spanish Bombs como ya hizo con Destrozados o File Number, que se adentra en el mundo de los atracadores de bancos con una narrativa intrincada y personajes complejos. La mente creadora del plan del atraco, que lo ha diseñado todo, no recuerda nada, pero los ladrones llevan a cabo un atraco meticulosamente planeado.
Al final de la obra, los autores explican la influencia de las películas de atracos para realizar este enigmático relato, pero antes de llegar a esa explicación, el lector que haya visto películas como Un golpe brillante, Os inmortais, Ocean’s Eleven, Heat, Un golpe maestro, Plan oculto o las hongkonesas citadas por los propios autores: PTU y Juego Sucio (Infernal Affairs), observará cómo estas, en mayor o menor medida, son homenajeadas por los autores.
Un atraco magistral, pero con una mente criminal sin memoria
La trama de La última pieza se desarrolla en un escenario urbano contemporáneo, a primera hora de la mañana, cuando Hopkins Almeida, Hop, recibe un paquete a su nombre. Su mujer, Dolores, no sale de su asombro cuando este le dice que se envió el paquete a sí mismo, por si perdía la memoria. Dentro del envío hay un pagaré que deben ir a cobrar al banco Aldenborg esa misma mañana y varias piezas de Memory.
En el banco, Hop comienza a tener destellos en su memoria, puesto que reconoce a sujetos y situaciones. En ese momento, varios encapuchados asaltan el banco, que en pocos minutos es rodeado por la policía y comienza una cuenta atrás para obtener el botín, mientras la policía comienza las negociaciones y el GEO diseña un plan para rescatar a los rehenes.
Dentro del banco la situación es confusa, porque hay varios grupos de atracadores diferentes, todos ellos con una pieza del juego Memory, como un gran rompecabezas que ha de ser resuelto, por lo que reticentemente han de colaborar entre ellos para llevar a cabo el atraco planificado por una mente criminal que ninguno conoce.
Dos Moriarty en el guion y el dibujo
Raúl Balen y Pedro Segade son los autores de La última pieza, que han dado vida a este atraco y dejan abierta la puerta del banco para contar nuevas historias, aunque este tomo ponga un punto a la historia narrada en él.
Balen es un conocido guionista en el noveno cómic español, donde ha escrito historias para cómics como 1574: La forja de Manila o una sobre la Hispania antigua en Numancia: Hijos de las cenizas, pero en La última pieza realiza un gran trabajo con el maestro criminal para ejecutar uno de los planes más ingeniosos jamás concebidos, una obra maestra de planificación y lógica, un puzle cuidadosamente ensamblado donde el final nos lleva de vuelta al principio.
El hecho de que el personaje principal de La última pieza sea Hopkins Almeida es más que anecdótico, teniendo en cuenta la labor del actor Joaquim de Almeida o del director Joel Hopkins en películas de atracadores. De hecho, otro Hopkins, el británico Anthony Hopkins, se lo hace pasar muy mal a Bill Skarsgård en otra película de atracos: Locked –Blindado en España o Encerrado en Hispanoamérica-.
La idea de saber que el plan del atraco había sido ideado por un hombre cuyo pasado era un misterio incluso para sí mismo, no es novedosa, pero sí sabe realizarla de forma electrizante, donde aunque el lector sepa que Hopkins es el ideólogo, pero antes de perderse a sí mismo, diseña su obra final: un atraco perfecto, que él mismo no recordará haber planeado.
El hecho de contar como adlátere al personaje de Dolores, su pareja, quien conocía su verdadero pasado pero había decidido mantenerlo en secreto, esperando que Hopkins pudiera algún día redescubrirse a sí mismo es un gran acierto, al igual que el resto de los personajes que dan vida a la trama.
Para ello, divide su meticuloso plan en fragmentos, confiando cada parte a diferentes grupos de criminales. Cada equipo conoce su propia función con precisión quirúrgica, pero ignora por completo qué hacen los demás. Cuando el atraco se pone en marcha, todo dependerá de si su yo del pasado pensó en cada detalle, incluso en su propio olvido. Los diálogos son agudos y precisos, reflejando la inteligencia y la frialdad de los personajes. A medida que avanza la historia, las piezas del rompecabezas comienzan a encajar, revelando giros inesperados que mantienen al lector cautivado hasta la última página.
Lo que distingue a esta obra es su estructura narrativa: cada miembro del equipo conoce su parte del plan, pero ninguno tiene conocimiento de las acciones de los demás, creando una atmósfera de tensión y desconfianza. Del mismo modo, el inspector Gutiérrez que desea atrapar a Hopkins, es una viva figura del detective de la policía neoyorquina interpretado por Denzel Washington en Plan oculto.
Pedro Segade realiza un magnífico trabajo con ilustraciones que capturan la esencia del noir clásico, utilizando sombras marcadas y contrastes dramáticos para enfatizar el suspenso. Del mismo modo utiliza los primeros planos de forma cautivadora, dando una intensidad y dinamismo a la trama, que está muy próxima al cine de acción, donde se palpa la tensión y el suspense de la adrenalina fluyendo sin cortapisas.
En este sentido, algunos de los personajes recuerdan a personas reales como Jaime, quien parece un Joaquim de Almeida propio de la película Os Imortais (2003) dirigida por António-Pedro Vasconcelos, o el jefe del atracador militar, recordando personajes de PTU Police Tactical Unit o de la figura de Michael Chang elaborada por Dragon dentro de su colección del SDU de la Policía de Hong Kong.
La edición
La última pieza ha sido publicada por cARTEm Cómics dentro de la colección Spanish Bombs en tapa dura, con unas medidas de 21×29 cm, a color y con una extensión de 108 páginas. En resumen, La última pieza es una obra que combina elementos de thriller, crimen y drama psicológico, ofreciendo una experiencia de lectura envolvente para los aficionados al género.
Un accidente borró seis meses de la vida de Hopkins. Para protegerse, creó un juego de Memory.
Pero el pasado lo encuentra: un paquete anónimo y un mensaje lo llevan al banco. Allí, alguien lo espera.
El juego ha comenzado… y esta vez, él no dicta las reglas.
El renacer de un ladrón
Hopkins despertó en un hospital sin saber por qué estaba allí. Los últimos seis meses de su vida habían desaparecido. No tenía recuerdos, solo la sensación de que algo no encajaba.
Para orientarse, ideó un sistema: el juego de Memory. Cada persona recibía una pieza, y él conservaba la otra. Si encajaban, confiaba. Si no, desaparecía. Durante un tiempo funcionó. Hasta que un paquete anónimo llegó a su puerta: ocho piezas y un mensaje inquietante.
«Ve al banco hoy.»
Algo —o alguien— lo esperaba allí. Al llegar, una figura misteriosa lo recibió con una sonrisa cargada de intención:
«Ya era hora de que aparecieras.»
El juego había comenzado.
Y Hopkins no recordaba si alguna vez lo había inventado.
Recordar o no recordar: la tensión del olvido
Hopkins no sabe si lo que está viviendo es parte de su plan… o de su castigo. La pérdida de memoria se convierte en su mayor vulnerabilidad, y a la vez en su única defensa. La desconfianza se vuelve norma, y cada decisión que toma tiene el peso de una vida que no recuerda haber vivido.
Thriller psicológico con alma de puzle
La estructura del cómic refleja el estado mental del protagonista: fragmentada, desconcertante, enigmática. Las piezas se van revelando poco a poco, y lo que parecía una historia de acción termina por ser un ejercicio de reconstrucción emocional. Nada es evidente. Todo es una pista. El lector no solo observa, también participa.
Un noir íntimo, de silencios y sospechas
En La Última Pieza no todo se dice, pero todo se siente. El dibujo de Pedro Segade marca el ritmo con una narrativa visual precisa, donde cada gesto, cada sombra y cada mirada cargan con más peso que las palabras. Hay tensión, sí, pero también introspección, contención y una belleza oscura que se cuela en cada página.
Un plan maestro… que tal vez no exista
El gran golpe no es solo una cuestión externa. Es una intriga interna. ¿Y si todo lo que Hopkins está viviendo fuera parte de un plan ideado por él mismo… y luego olvidado a propósito? La obra juega con esa idea, empujando al lector a cuestionar qué es real, qué fue planeado y qué está simplemente fuera de control.
Entre Johnnie To y Darwyn Cooke: ecos y homenajes
La Última Pieza bebe de múltiples influencias: el cine de atracos coreografiado de Johnnie To, la tensión moral de Heat, el juego narrativo de Memento. Pero también hay huellas del noveno arte: del noir elegante de Darwyn Cooke en Parker, de la angustia existencial de Criminal de Brubaker y Phillips, e incluso del simbolismo inquietante de Blacksad. No es una copia de nada, pero dialoga con muchas. Y lo hace desde una voz propia, con respeto, inteligencia y estilo.