Reseña de OstFront / WestFront de Le Hénanff

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Panini

OstFront / WestFront, publicado por cARTEm cómcs, es un comic bélico de la II Guerra Mundial en la que Fabrice Le Hénanff parte de la barbarie para crear un majestuoso relato con un dibujo superlativo

Fabrice Le Hénanff es uno de los grandes autores europeos y su talento lo precede. Además de este OstFront / WestFront, publicado originalmente como dos relatos separados, ha publicado otro emocionante relato sobre la Segunda Guerra Mundial como Wannsee, en la que los nazis establecieron un plan para el genocidio de millones de seres humanos.

La Segunda Guerra Mundial es una de las temáticas más abordas en el noveno arte, al igual que en otras ramas artísticas como la literatura o el cine. En la presente obra, Le Hénanff transporta al lector al frente del este, en el que los alemanes combatirán por conquistar Stalingrado entre 1942 y 1943; y, después, al frente del oeste en el que los soviéticos tratarán de hacerse con Berlín en 1945.

En la presente obra integral, que recupera los dos frentes, cARTEm cómics ha optado por una ingeniosa maquetación de la obra, en la que cada parte queda claramente diferenciada porque su publicación aparece girada, así al leer uno de los frentes, el otro se encontrará impreso al revés, destacando el frente oeste como comienzo, por ser cronológicamente anterior a la toma de Berlín por la URSS.

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La trama de OstFront

Ostfront nos sumerge en la brutalidad del frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial con una narrativa que mezcla hechos históricos con la ficción, para crear una historia muy intimista durante la toma y defensa de Stalingrado, la actual Volgogrado, entre las tropas alemanas y las soviéticas.

Tras romper el pacto de no agresión contra la URSS, la Alemania nazi de Hitler realizó un plan, el denominado Fall Blau o Plan Azul en junio de 1942, para conseguir las materias primas necesarias para sostener el esfuerzo bélico, en este caso el petróleo de los campos del Cáucaso meridional.

Los protagonistas de esta historia serán los soldados alemanes de la Wehrmacht, el ejército regular, donde un soldado que había sido castigado a los batallones disciplinarios por no cumplir el ritual nazi se une al teniente Tomas von Vilshofen y al sargento Max Dinger, en la que será una de las batallas más duras de la contienda. Además, los soldados, realizarán un ejercicio de introspección que los hará cambiar a lo largo de la obra.

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La trama de WestFront

WestFront es una trama mucho más bélica y activa, aquí unos soldados franceses capturados por los aliados por haber combatido como voluntarios para los alemanes, contarán su historia durante el asedio y posterior caída de Berlín ante las tropas soviéticas. El protagonista será un soldado alemán que narrará al capitán que lo interroga su odisea en la capital del Reich y su huida tras la caída.

El capitán Caradec descubre que el alemán no es tal, sino un bretón como él que optó por el Eje para que Bretaña fuese independiente de Francia. El hecho de compartir un origen común hará que el capitán y el fugitivo gocen de mayor empatía y, de este modo, pueda narrar cómo Berlín fue cayendo poco a poco ante los soviéticos pese a la encarnizada resistencia de los niños y ancianos que combatían por su defensa.

Fabrice Le Hénanff como autor integral

Fabrice Le Hénanff es el responsable absoluto de toda la obra y aunque en ella narre los hechos desde el punto de vista alemán, en un principio la segunda historia debería haberse narrado desde el punto de vista soviético en su avance hacia Berlín, pero finalmente, al no haber muchas fuentes para contar una buena historia, el autor optó por un voluntario francés del ejército alemán.

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En Ostfront el autor ofrece un enfoque visual y narrativo que impacta al lector desde la primera viñeta, lejos de cualquier glorificación bélica, por lo que realiza una reconstrucción sombría, realista y profundamente humana de la guerra. Así, Le Hénanff no solo retrata el horror del combate, sino también los dilemas morales, el fanatismo y la descomposición psicológica de los personajes.

La historia está perfectamente documentada, pero no glorifica el legado de Marte, sino que narra una historia marginal, partiendo de las dudas, los miedos y los silencios de los combatientes. La figura del traidor, la identidad nacional y la culpa atraviesan la trama con una carga simbólica poderosa, donde los más valientes no serán aquellos que se jactan de su valía o rango, como podrá comprobarse con la policía militar, sino los que imponen su humanidad.

En Ostfront, la narración es más fragmentada y contemplativa, casi estática por momentos, como si congelara escenas de horror. El ritmo es lento y la historia se construye más desde la atmósfera que desde la acción. El frente oriental es así, tal y como también han demostrado otros autores que han publicado obras sobre él como Manuel García-Iglesias, Paco Asenjo, Víctor Barba o Daniel Ortega y Antonio Gil.

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Le Hénanff logra una obra intensa y desafiante, que no deja indiferente, puesto que es un relato que no es de lectura fácil ni complaciente, sino que, al contrario, es un testimonio gráfico que obliga a mirar de frente a una de las caras más oscuras de la historia europea. De este modo, su tono es oscuro, claustrofóbico y profundamente existencialista, donde se retrata el hundimiento moral y físico de los soldados alemanes, sin heroicidades, en un entorno infernal donde la muerte es omnipresente.

Su estilo visual también es impactante, porque el autor utiliza una técnica mixta que incluye el dibujo sobre madera, aportando una textura particular que le da profundidad a cada viñeta, además de crear una ambientación opresiva, reforzada por una paleta cromática apagada, con tonos marrones, grises y ocres que evocan el desgaste, el barro y la desesperanza.

Por otra parte, en WestFront, durante su documentación previa, Le Hénanff encontró la historia de un pequeño grupo nacionalista bretón durante la guerra, en la que uno de sus miembros se alistó en el ejército alemán y tras la caída de Berlín fue capturado por los hombres de la 2.ª División Blindada del general Leclerc durante la campaña de Alsacia, que posteriormente serán fusilados como traidores a Francia.

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La parte narrativa conserva el tono sombrío, pero existe un enfoque más narrativo y estructurado, con una historia que gira en torno al viaje del capitán Caradec, donde Le Hénanff hace un verdadero homenaje a Lee Marvin y la película Los doce del patíbulo, permitiendo al lector un mayor acercamiento, en el cual se mezcla la ficción bélica con elementos de cine clásico de guerra.

Esta nueva dimensión de thriller bélico con tintes políticos y existenciales permite cierto lugar al simbolismo, pero enfocado mucho más al servicio de la acción que al de la contemplación, puesto que tiene un ritmo narrativo más dinámico, denso y con más diálogos, siguiendo un desarrollo mucho más lineal y utilizando más desplazamientos espaciales como en las producciones cinematográficas.

En definitiva, las dos obras de este tomo integral publicado por cARTEm son complementarias y forman un díptico sobre la barbarie de la Segunda Guerra Mundial. Aun así, Ostfront es más experimental, introspectivo y atmosférico, mientras que Westfront se acerca más al relato bélico clásico, con personajes definidos, una trama concreta y referencias al cine de guerra, pero en ambas Fabrice Le Hénanff demuestra en ambas su dominio del lenguaje gráfico y su capacidad para tratar el conflicto de forma crítica.

La edición

OstFront / WestFront de Fabrice Le Hénanff ha sido publicado por cARTEm cómics dentro de su Colección Súper BD, en tapa dura, con unas medidas de 23.5 x 31.2 cm, a color, con una extensión de 136 páginas, siendo su traductor Jose E. Martínez y añadiendo unas notas finales que explican palabras y elementos históricos de la trama.

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OstFront/WestFront

Una historia de dualidades donde la guerra enfrenta al deber militar con la moral personal.

En Stalingrado, Kurt Steiner resiste la deshumanización mientras Tomas von Vilshofen lucha entre el amor y el horror.

En Berlín, François Morliguen presencia la caída de un régimen y la furia del Ejército Rojo.

Cómic bélico: la brutalidad de Stalingrado y el ocaso de Berlín como nunca antes contados.

Es una obra maestra de dualidades, un espejo narrativo que refleja los contrastes extremos de la Segunda Guerra Mundial: la brutalidad del campo de batalla frente a la fragilidad de los sueños humanos, el deber militar enfrentado a la moral personal, y la esperanza que lucha por sobrevivir en medio de la desolación.

El cómic aborda temas como la luz y la oscuridad del alma humana, la resistencia frente a la rendición, y la línea borrosa entre víctima y verdugo. Las dos historias, aunque separadas en el espacio y el tiempo, están conectadas por el hilo conductor de la ambigüedad moral: ¿puede haber honor en la desobediencia? ¿Es posible encontrar redención en un mundo que parece diseñado para destruirla?

Visual y narrativamente, este cómic juega con la dualidad estética, alternando entre momentos de desgarradora brutalidad y otros de una calma casi poética, destacando que incluso en el caos absoluto, todavía hay lugar para la humanidad, aunque sea tenue y frágil. Es un relato que no ofrece respuestas fáciles, sino que desafía al lector a mirar más allá de los extremos y encontrar la verdad en el matiz.

Frente Oriental: Stalingrado

El invierno de 1941 no había sido un simple enemigo; fue un asesino silencioso, un escuadrón invisible de frío y desesperación que desgarró al ejército del III Reich en los vastos páramos de Rusia. Pero en junio de 1942, con la nieve derretida y la maquinaria de guerra renovada, Hitler lanzó un nuevo asalto. Esta vez, los ideales se hicieron a un lado: la meta no era la gloria, sino el petróleo.

Ese oro negro escondido en los campos del Cáucaso del Sur era la clave para mantener el monstruo bélico en marcha. Fall Blau, o el Plan Azul, sonaba como el título de una sinfonía serena, pero el telón de fondo de esta composición sería Stalingrado, y sus notas se escribirían con fuego, sangre y acero.

En este escenario, el soldado Kurt Steiner caminaba como un fantasma entre los vivos. Su «crimen» había sido rechazar el saludo nazi, y su castigo lo había enviado al purgatorio de un batallón disciplinario. Allí, en las entrañas de la batalla, no disparaba armas ni conquistaba tierras: cavaba tumbas para compañeros caídos y desplegaba alambres de púas, como si tejiera una mortaja para el mundo.

Pero la llegada de un tren cambió el equilibrio de ese infierno. Descendieron de él soldados jóvenes y veteranos, comandados por el teniente Tomas von Vilshofen, un hombre con la promesa de un futuro que no encajaba en el horror del presente.

Von Vilshofen había jurado a Martha, su prometida, que volvería pronto, que la guerra no sería más que un capítulo breve en su historia de amor. A su lado estaba el sargento Max Dinger, cuyo corazón estaba en una granja lejana, preocupándose por su esposa, sola entre tres prisioneros franceses.

Stalingrado no sería solo un campo de batalla. Sería un espejo cruel, donde hombres como Steiner, von Vilshofen y Dinger se enfrentarían no solo al enemigo, sino a ellos mismos. Sus sueños, miedos y almas serían puestos a prueba en una ciudad que devoraba todo, excepto el eco de los gritos.

Frente Occidental: Berlín

El 8 de mayo de 1945, Europa contuvo la respiración. Las armas empezaron a callar, pero la guerra, como un amante cruel, no se iba sin susurros finales. En Baviera, lejos de las grandes proclamas, doce hombres fueron capturados por las fuerzas estadounidenses.

Vestían uniformes alemanes, pero eran franceses, una paradoja viviente en un mundo saturado de contradicciones. Entre ellos estaba François Morliguen, un testigo silencioso de la historia, alguien que había visto cómo la guerra consumía todo a su paso.

Morliguen estuvo en Berlín cuando cayó. Había caminado entre los escombros de una ciudad que alguna vez quiso erigirse como el centro del mundo, solo para convertirse en un mausoleo en ruinas. Había sentido el avance del Ejército Rojo, un torrente de furia que barría todo a su paso, impulsado por una justicia brutal y una venganza tan fría como las estepas de donde provenía.

Para Morliguen y los demás, el 8 de mayo no fue el final; fue un punto y aparte. En lugares como Bad Reichenhall, las armas aún cantaban su siniestra melodía hasta el último suspiro del día. La paz llegó a cuentagotas, dejando detrás un vacío lleno de preguntas. ¿Cómo reconstruir el mundo cuando las cenizas aún caen del cielo?

Para Morliguen, ese día no fue solo la conclusión de un conflicto, sino el inicio de un viaje por el insondable laberinto de lo que significa sobrevivir a algo tan vasto y terrible como una guerra mundial.

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