Después de años de tropiezos y reintentos fallidos, el Universo DC encuentra por fin su rumbo con una película que hace algo aparentemente imposible en 2025: defender la bondad sin ironía ni cinismo. James Gunn, tras su exitoso paso por Marvel con “Guardianes de la Galaxia”, toma las riendas del icónico superhéroe y entrega una cinta que funciona tanto como entretenimiento puro como reflexión sobre lo que significa ser héroe en tiempos complicados.
Un Superman más humano que nunca
El gran acierto de Gunn reside en presentarnos a un Clark Kent que lleva tres años siendo Superman pero que, por primera vez, se enfrenta a la derrota. David Corenswet (formado en Juilliard como Christopher Reeve antes que él), abraza la filosofía de que Superman es el disfraz y Clark Kent la persona real. Su interpretación resulta encantadora y creíble, mostrando a un héroe que recuerda aniversarios pero se olvida de prestar atención a los detalles importantes, que ama a su perro Krypto pero está demasiado ocupado para entrenarlo adecuadamente. Aunque en mi opinión, el tiempo que vemos a Clark en pantalla es bastante escaso en comparación.
Esta humanización no resta poder al personaje; al contrario, lo fortalece. Corenswet logra que empaticemos con alguien que puede volar y detener trenes, pero que duda sobre si hacer lo correcto es siempre lo correcto. Es un Superman vulnerable física y emocionalmente, cuya mayor amenaza no es la kriptonita sino la duda.
Lex Luthor como reflejo de nuestro tiempo
Nicholas Hoult entrega una versión de Lex Luthor que trasciende las interpretaciones anteriores del personaje… por fin. Gunn actualiza inteligentemente al villano para reflejar las ansiedades contemporáneas: ya no es solo el empresario despiadado de los cómics, sino una figura que evoca a los magnates tecnológicos actuales. Su departamento de “genios del mal” (jóvenes tecnólogos que controlan a los villanos como si fueran gamers dominando combos de videojuegos) resulta especialmente efectivo.
La motivación de Luthor va más allá del simple deseo de matar a Superman. Quiere demostrar que es un hipócrita, porque si Superman es un hipócrita, Luthor no tiene por qué reflexionar sobre sus propios pecados. Esta psicología resulta perturbadoramente actual y añade profundidad al conflicto. Lástima que, al final, Gunn haga que Luthor actúe como jamás lo haría el Luthor que yo imagino.
Un universo compartido que funciona
Una de las decisiones más acertadas de Gunn es ambientar su película en un mundo donde los “superhéroes” existen desde hace 300 años. Esto no solo ahorra tiempo al evitar historias de origen, sino que plantea una pregunta fundamental: ¿qué hace especial a Superman cuando no es el único ser poderoso?
La respuesta está en lo que representa. En un mundo lleno de “metahumanos”, Superman destaca no por sus poderes sino por su altruismo genuino. Demuestra que una persona puede ser poderosa y bondadosa a la vez, algo que incomoda tanto a multimillonarios corruptos como a sus propios compañeros de lucha.
Los superhéroes secundarios (Green Lantern (Nathan Fillion), Hawkgirl (Isabela Merced) y Mr. Terrific (Edi Gathegi)) aportan variedad sin saturar la narrativa. Gathegi destaca especialmente como el técnico experimentado que podría liderar fácilmente su propio reparto. Están bien presentados, con el tiempo justo.
Temas actuales tratados con inteligencia
Gunn no rehúye los temas complejos. La película aborda cuestiones de inmigración, xenofobia y política internacional con una madurez que sorprende. Cuando Superman se opone públicamente a que una nación ataque a su vecina (clara referencia a conflictos actuales), la película no simplifica las respuestas. Obviamente no profundiza excesivamente, pero el hecho de plantearlos muestra la valentía del guionista/director.
La crítica al aislacionismo y la xenofobia se siente orgánica dentro de la narrativa, aunque ocasionalmente cae en territorios problemáticos que debilitan el mensaje. Eso sí, el tratamiento del personaje como extraterrestre despojado de sus derechos constitucionales resulta especialmente efectivo.
Aspectos técnicos destacados
La cinematografía de Henry Braham (“El Escuadrón Suicida”) es brillante y atractiva, creando un universo visual que puede acomodar diferentes tipos de historias sin adherirse a una estética rígida. Hay rincones oscuros en este nuevo Universo DC, pero la película se ve principalmente a través de la lente generosa y optimista de Superman.
Los efectos especiales están al servicio de la narrativa, desde las escenas de acción espectaculares hasta los momentos más íntimos. La representación de los poderes de Superman se siente tanto poderosa como natural.
Defectos menores en una gran película
“Superman” no es perfecta. Gunn ocasionalmente se esfuerza demasiado y algunos hilos narrativos quedan sin resolver satisfactoriamente, como por ejemplo el conflicto ético periodístico entre Clark y Lois. La película también incluye una muerte que se presenta de manera catártica pero que no tiene el valor que el guion intenta, incluso a pesar de recordarnoslo un par de veces.
Al contrario de lo que podría parecer al ser un elenco tan numeroso (los otros superhéroes, más todos los compañeros del Daily Planet), no resulta excesivo ni lastra la historia. Sin embargo, en algunos momentos la abundancia de personajes desvía la atención del protagonista, operando más como una película coral que como una historia en solitario. Los hilos narrativos convergen gradualmente, pero hay tramos donde Superman prácticamente desaparece.
Y luego tenemos a los poderosos secuaces de Luthor. Uno de ellos parece que tendrá una redención (eso nos da a pensar el guion) y el otro no llega a ser todo lo que podría, enfrentándose cara a cara a Superman.
Veredicto final
“Superman” de James Gunn es exactamente lo que necesitaba el Universo DC: una película que abraza la maravilla del personaje como héroe de acción y modelo moral. En una época donde el cinismo parece la norma, esta cinta defiende la bondad sin complejos y encuentra drama en cómo la gente reacciona a la fe que Superman tiene en nosotros.
David Corenswet se establece como un digno sucesor de Christopher Reeve, entregando una interpretación que equilibra poder y humanidad. James Gunn demuestra que los superhéroes pueden ser sinceros sin ser ingenuos, optimistas sin ser simplistas.
No será la mejor película de superhéroes jamás hecha, pero lo intenta con todas sus fuerzas, y eso hay que respetarlo. En un género que muchos dicen que está agotado, “Superman” llega como un rayo de esperanza que recuerda por qué estos personajes importan.
“Superman” está dirigida por James Gunn a partir de su propio guion y está protagonizada por David Corenswet (“Twisters”, “Hollywood”) en el doble papel de Superman/Clark Kent, Rachel Brosnahan (“La maravillosa Sra. Maisel”) como Lois Lane y Nicholas Hoult (las películas de “X-Men”, “Jurado Nº2”) como Lex Luthor.
Para esta película, Gunn cuenta con sus colaboradores habituales como el director de fotografía Henry Braham, la diseñadora de producción Beth Mickle, la diseñadora de vestuario Judianna Makovsky y el compositor John Murphy, junto con el compositor David Fleming (“The Last of Us”) y los montadores William Hoy (“The Batman”), Jason Ballantine (las películas de “IT”, “Flash”) y Craig Alpert (“Deadpool 2”, “Blue Beetle”).
Lo mejor: La interpretación de David Corenswet, la actualización inteligente de Lex Luthor, el equilibrio entre entretenimiento y reflexión moral.
Lo peor: Algunos hilos narrativos quedan sin resolver, momentos donde el protagonista se diluye entre el reparto coral.


