Reseña de Marvel Héroes. Daredevil de Denny O’Neil

Panini

El primer tomo de la línea Marvel Héroes del Daredevil de Denny O’Neil nos muestra la herencia de Frank Miller en una magnífica edición publicada por Panini Comics

La etapa de Denny O’Neil en Daredevil es una de esas que suelen pasar un poco por debajo del radar pero que, vistas con distancia, revelan un montón de matices y giros que anticipan lo que sería el tono del personaje durante los años ochenta. No es la parte más recordada del personaje (y viendo lo bien tratado que ha estado en cuanto a autores desde que Frank Miller cogió las riendas hasta nuestros días no es de extrañar), pero tiene un encanto muy propio, con un protagonista más humano y más sucio, que se mueve en un aire de decadencia que se convertiría en seña de identidad del personaje. Ahora Panini Comics comienza a recopilar esa etapa en su línea Marvel Héroes, cuyo primer tomo ya tenemos aquí…

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Tomando el relevo de Miller

O’Neil llega después de la tormenta creativa que había supuesto Miller. Su paso por Daredevil había dejado el listón tan alto que cualquiera que viniera detrás parecía condenado a vivir en su sombra. Aun así Denny O’Neil hizo algo inteligente, y en lugar de intentar imitar a Miller decidió seguir su propio camino. O’Neil era un guionista veterano, curtido en Batman y en mil batallas editoriales (había sido editor de esta misma serie), y entendía perfectamente cómo funciona un héroe urbano. Así que lo que hace aquí es devolver a Matt Murdock una cierta normalidad, pero sin olvidarse del poso que había dejado su predecesor.

También se percibe que O’Neil quiere devolver algo de esperanza al personaje. Entre tanto drama, hay momentos de humanidad, de ironía incluso. Daredevil vuelve a ser un héroe que se permite fracasar sin perder la brújula. En cierto modo, esta etapa sirve de transición entre el Miller rupturista y lo que vendría después con Ann Nocenti y John Romita Jr., que llevarían la serie a terrenos más sociales y psicológicos. Sin O’Neil, probablemente no habríamos tenido ese siguiente paso. Pero con todo y con eso, hay que dejar clara una cosa: por muchas virtudes que se le puedan ver a esta etapa, es claramente inferior a lo inmediatamente anterior.

El ritmo de los guiones es más pausado que en otras épocas. Se nota la influencia del cómic de autor y de una cierta madurez narrativa que empezaba a contagiar a Marvel Comics. No hay grandes crossovers ni artificios editoriales, solo una historia que va creciendo poco a poco. Y eso, con el tiempo, se aprecia más. Quizá no sea la etapa más brillante, pero sí una de las más honestas.

Leyendo hoy estos números, sorprende lo bien que han envejecido algunos de los diálogos. O’Neil tiene oído para las conversaciones cotidianas y logra que incluso los momentos más melodramáticos suenen naturales. Matt Murdock discute, duda y se contradice. No es un héroe de manual, y eso, en plena década de los ochenta, era bastante rompedor.

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Secundarios al poder

En estos números se nota que O’Neil quiere profundizar en el conflicto interior de Matt, en su lucha constante por equilibrar su vida como abogado y como vigilante. No es una etapa de grandes villanos o sagas míticas (aunque algo de eso también hay), sino una más centrada en los pequeños casos, en los secundarios, en la gente que rodea al héroe. Foggy Nelson y Heather Glenn siguen apareciendo, pero cada vez más marcados por la turbulencia que arrastra Matt. Hay un intento de retomar la vida sentimental del protagonista, pero el tono es sombrío, con ese aire melancólico que se convertiría en marca de la casa.

Uno de los aspectos más interesantes de este periodo es la forma en que el guionista juega con la moralidad de Daredevil. No lo presenta como un héroe impoluto, sino como alguien que toma malas decisiones, que a veces se deja llevar por la rabia o la culpa. Eso lo hace más creíble, más cercano, y también le da espacio para desarrollar algunos de los secundarios más olvidados, como Ben Urich, que aquí empieza a consolidarse como una figura esencial en la mitología del personaje. El periodista del Daily Bugle se convierte en la voz de la calle, en esa mirada moral que observa los excesos tanto del crimen como del propio Daredevil.

En cuanto a las tramas, hay un poco de todo. Vemos a Daredevil enfrentarse a criminales menores, a mafiosos de poca monta, incluso a algún experimento más extraño que coquetea con el tono casi sobrenatural que O’Neil manejaba con soltura. En esta ámbito tenemos una trama muy interesante que implica a Kingpin, a la yakuza y a un intento por devolver sus facultades a un mermado Bullseye a través de un injerto de adamantium. Obviamente Lobezno también estará metido en esto. Pero sobre todo hay una intención clara de construir una atmósfera. Nueva York es casi un personaje en sí misma: oscura, peligrosa, pero también llena de vida y de humanidad. No es casual que estos números se publiquen justo cuando el cómic de superhéroes empieza a mirar hacia lo realista, a perder el brillo colorido de los setenta.

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Klaus Janson, incansable

Y luego está el dibujo. Durante este tramo se alternan varios artistas, pero el peso principal recae en Klaus Janson, que venía de ser el entintador de Miller y aquí asume más responsabilidad gráfica. Janson tiene un trazo suelto, algo desgarbado, pero muy expresivo. Su Daredevil es anguloso, nervioso, un cuerpo en tensión constante. Lo interesante es que no busca la belleza clásica del superhéroe, sino transmitir sensación de movimiento, de improvisación. Hay viñetas donde casi se siente el cansancio de Matt y el peso de la noche neoyorquina sobre sus hombros. Janson sabe cuándo dejar respirar la página, usa las sombras con inteligencia y deja que el color ayude a construir ambiente.

También hay apariciones destacadas de otros dibujantes, como William Johnson, que aporta un toque más limpio y narrativo, y da cierta variedad visual a la serie. Y sobre todo un primerizo David Mazzucchelli, aún a años luz de lo que muy pronto iba a llegar a ser. Pero en general, la etapa mantiene una coherencia estética en la que el tono callejero, casi noir, se mantiene firme. La narrativa visual se siente más cinematográfica, más preocupada por la puesta en escena que por la espectacularidad. En definitiva, el trabajo tanto de Janson como del resto de dibujantes aporta a los guiones de O’Neil exactamente lo que estos necesitan.

El tomo publicado por Panini Comics en tapa dura contiene 600 páginas a color con un tamaño de 17 x 26 cm. e incluye la traducción de la edición americana de los números de la serie regular del personaje desde el 192 hasta el 214 y material de Marvel Fanfare 7 y 15, además de una introducción escrita por Pedro Monje y una sección de material extra al final del tomo. El precio de venta recomendado es de 55 € y se puso a la venta en septiembre de 2025.


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Marvel Héroes. Daredevil de Denny O’Neil

Tras la revolucionaria etapa de Frank Miller, el Hombre sin Miedo entró en una nueva era, para la que Denny O’Neil, quien hasta entonces había sido editor de la serie, tomó el control literario, con Klaus Janson manteniéndose como dibujante y garantizando la continuidad gráfica. Cada aventura es una cruda exploración de las tentaciones y aspiraciones frustradas de la humanidad, coronada con un toque de magia Marvel.

Mientras tanto, Kingpin se alía con un grupo de la yakuza que busca unir con adamántium la columna vertebral destrozada de Bullseye, en una saga que conduce al DD 200 USA, une al héroe ciego con Lobezno y lo lleva a Japón para una épica revancha contra el hombre que asesinó a Elektra. A continuación, la llegada de un nuevo artista, David Mazzucchelli, lo cambia todo, pasando de joven promesa a maestro del cómic a una velocidad increíble, al tiempo que Micah Synn emerge como una amenaza para Daredevil capaz de rivalizar con el mismísimo Kingpin. 

Autores: Geof Isherwood, Jack Sparling, Arthur Byron Cover, Bill Mantlo, Klaus Janson, Steven Grant, William Johnson, Mike Carlin, Harlan Ellison, George Freeman, Denny O’Neil, David Mazzucchelli, Larry Hama, Roger McKenzie, Alan Brennert y Luke McDonnell

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