domingo, octubre 13, 2024

Crítica de la película Snowpiercer (Rompenieves)

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Panini

Os dejamos la reseña de la película Snowpiercer (Rompenieves)

Un fallido experimento para solucionar el calentamiento global acabó con la mayoría de vida existente en el planeta. El último tren llamado Snowpiercer (Rompenieves) se mueve en círculos por el mundo, con un motor en perpetuo movimiento, a través de un desierto de hielo y nieve.

Los últimos supervivientes de la Tierra se amontonan en sus vagones, divididos entre la clase explotada, que vive en la sección de cola sufriendo hambre y frío, y la clase poderosa, que viaja en los primeros vagones con todo tipo de privilegios y excesos. La vida en el tren es un círculo vicioso hasta que un día, un joven llamado Curtis, líder de la sección de cola, decidirá cambiar el estado de las cosas, al mismo tiempo que descubrirá todos los secretos del tren y de la propia condición humana.

Entre la ciencia-ficción distópica y la acción épica se mueve esta oscura historia sin concesiones. Un mundo post-apocalíptico, un poderoso espectáculo audiovisual. En la historia de Snowpiercer (Rompenieves) convive el cine fantástico con referencias políticas, filosóficas y de crítica social.

Básicamente, Snowpiercer (Rompenieves) trata de cómo el ser humano reacciona en situaciones extremas, tema que ya ha tratado el director en anteriores obras. En este caso es una cárcel de metal de varios kilómetros de largo (el propio tren), estrecho y lineal. La única dirección que existe es hacia adelante para conseguir llegar a algún sitio. Los cuerpos chocan unos con otros y el sudor se mezcla con la sangre. Según vaya avanzando por el largo tren, Curtis (Chris Evans) descubrirá cosas que desequilibrarán su, hasta ahora, uniforme vida: desde cuál es su alimento realmente, hasta cómo viven los ricos.

Bong Joon-ho, Chris Evans, John Hurt

Porque este es uno de los pilares de la película,el contraste. Por ejemplo el violento contraste existente entre los habitantes de la cola, que viven apiñados, sucios y tratados como animales, y las clases ricas, dando lugar a situaciones surrealistas (los vagones delanteros tienen dentistas o sastres), como la de la escuela, con una ambiente totalmente irreal, una estética de los Estados Unidos de los años 50, pero con un mensaje (las enseñanzas que han aprendido los niños) que chocan fuertemente con esta placentera estética colorida, alegre y despreocupada.

Curtis, y nosotros con él, descubrirá un mundo que jamás habría soñado, de opulencia y color, pero también descubrirá la decandencia y la locura, hasta llegar al primer vagón, donde todo se revelará y terminará.

La fotografía y el sonido son partes imprescindibles de esta película. La primera es, al principio, oscura y sucia, como corresponde a los vagones traseros. A medida que avanzan por el tren (y que llegan a vagones con ventanas), pasaremos a una iluminación casi ensoñadora, llena de sombras y contraluz. Tras un colorido recorrido por los vagones ricos, llegaremos a uno donde el color predominante es el rojo, fuego y peligro.

Snowpiercer (Rompenieves)
Potentes imágenes

El sonido, además de las citadas contradicciones entre imágenes tiernas y violentos discursos, tiene en la música su máximo exponente. Con una clara influencia, de nuevo, del cine asiático, veremos escenas de gran violencia y sangre, a cámara lenta y acompañadas de un melancólico piano, con un tempo tranquilo y sosegado, todo lo contrario a lo que tenemos en pantalla.

Para Snowpiercer (Rompenieves) se construyó el decorado de un tren de 650 metros de largo, en el Estudio Barrandov de la República Checa. Los efectos visuales están supervisados por Eric Durst (Spiderman 2) y el coordinador de especialistas es Julian Spencer (Promesas del Este, 28 semanas después).

El guión de Snowpiercer (Rompenieves) ha sido adaptado por el propio Bong Joon-ho y Kelly Masterson (Antes que el diablo sepa que has muerto). La banda sonora corre a cargo de Marco Beltrami (nominado al Oscar por En tierra hostil y El tren de las 3:10). El diseño de producción es de Ondrej Nekvasil (El Ilusionista) y la dirección artística de Stefan Kovacik (El Secreto de los Hermanos Grimm).

Snowpiercer (Rompenieves)
Sumisión

En resumen, una obra muy potente visualmente, con una cierta crítica social pero que se queda a medio camino de todo. Ni su violencia es tan grande como nos quieren hacer creer (aquí, Joon-ho está muy occidentalizado y amaestrado), ni la crítica llega a ningún sitio porque a pesar del esperanzador final nada nos hace pensar que la corrupción a la que han llegado los últimos habitantes no pueda volver a repetirse.

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