sábado, abril 20, 2024

Poussy: La magia del maestro Peyo

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Panini

Es posible que el nombre de Pierre Culliford no os diga mucho. Quizá aclare un poco la cosa si recordamos el seudónimo con el que firmaba su obra, Peyo. Ahí puede que la mayoría de los aficionados al cómic europeo sí que asientan con la cabeza al reconocer a este entrañable autor. Aunque si lo tuyo nunca ha sido la escuela franco belga, todavía te cuesta encontrar referencias en tu archivo personal. Una búsqueda rápida en Google te puede sacar de dudas, pero te lo voy a poner más fácil; si digo que es el creador de los Pitufos, me imagino el sonoro “¡claro!” que se te ha escapado al leer este ultimo dato. Y es que la fama de estos duendecillos azules han dejado a su propio creador en un segundo plano, más cuando han asaltado a lo largo de las últimas décadas medios masivos como la televisión y el cine. Claro que, según han pasado los años, el concepto inicial que manejó Peyo en sus comienzos ha sido engullido por la comercialidad bobalicona de la máquina industrial de Hollywood. Eso implica que el nombre de Peyo quede ensombrecido por un producto que ha trascendido, y a lo mejor no para bien, el inocente contexto en el que nacieron los Pitufos, en el lejano 1958, inmortalizados sobre las páginas de la gran creación de Peyo, la serie de aventuras medievales Johan y Pirluit.

El maravilloso tomo de Domen
El maravilloso tomo de Domen

No queda más remedio que reivindicar a Peyo más allá de su aportación a la cultura popular con los Pitufos (Schtroumpfs es el nombre original con el que los bautizó su creador), ya que, para el recuerdo, quedan obras que forman parte de la infancia de varias generaciones, como los citados Johan y Pirluit (quizá, su mejor invención) o las entrañables aventuras de Benito Sansón (un niño de fuerza prodigiosa, pero que perdía sus poderes cuando pillaba un resfriado). Un universo personal de primer orden, reflejo de la idea del autor acerca del cómic, del humor, de la narración gráfica. Muy lejos de lo que hoy implica el cómic, producto de un contexto y una época determinados, pero que a pesar de los muchos años pasados, conserva la vigencia de las obras maestras. Y es que el humor inocente y totalmente blanco de este autor imperecedero conserva una idea de poesía muy difícil de encontrar en productos modernos destinados al público infantil, más directos y extravagantes (y no se entienda esto como una crítica; ni mejores ni peores, sólo diferentes, en intenciones y formas).

Si hablamos de poesía y ternura en la obra de Peyo, es inevitable el recuerdo de un de las creaciones más queridas del autor bruselense, que hoy os recomendamos gracias a la edición integral que ofrece Dolmen, con el gusto exquisito del que suele hacer gala. Hablamos de Poussy, el simpático minino escapado de la imaginación de Peyo. Todo un superviviente que, pese a las muchas derivas editoriales a las que se enfrentó, mantuvo su presencia en las viñetas hasta principios de los años 90. Más de 40 años de las aventuras de Poussy reunidas en el mismo tomo, que no es una simple muestra de la evolución del talento gráfico de su creador; este tomo ejemplifica el tesón de Peyo por mantener vivo el personaje, el amor del autor por su trabajo, el cariño que siempre profesó a este minino tan particular, a pesar del clamoroso y agobiante éxito de los Pitufos, que le hizo abandonar casi todas sus demás creaciones.

Este tomo de Poussy es fundamental para los que amamos la obra de este genial autor, puesto que sirve de perfecto resumen de su carrera, desde sus inicios a finales de los años 50. Peyo contaba con apenas 20 años cuando se publicó la primera tira de las correrías de este gato. Si dibujo algo tosco y simplón está a años luz del dinamismo que mostraría unos años después, pero ya vemos las señas características de Peyo en estos primeros pasos. Desde los comienzos, Peyo se desmarca como un gran contador de historias en imágenes, aprovechando con maestría la economía narrativa de la tira cómica. Saca todo el partido posible, a pesar de sus limitaciones técnicas iniciales, al humor en su forma más primitiva: el gag clásico.

Poussy es un gran glotón
Poussy es un gran glotón

Peyo, durante su juventud, trabajó como proyeccionista en un cine de barrio en su Bruselas natal. Gracias a este periodo de formación, el futuro dibujante entró en contacto con los genios del humor del cine mudo, como Chaplin o Harold Lloyd. Esta clase de humor, lleno de movimiento y de acción, es la base visual que sustenta 40 años de historias de Poussy (y casi toda la obra de Peyo). El chiste de golpe y porrazo, basado en el juego con las expectativas del espectador, requiere la intuición e inteligencia que Peyo demostró en las tiras de Poussy, aprendida a base de muchas horas frente la pantalla de un cine. Y es que, quizá, se vea la tira cómica como un género sencillo, que al fin y al cabo consiste en economizar el tiempo y el espacio, pero es precisamente por estas limitaciones que su éxito reside en la habilidad de los autores para jugar con unas reglas tan estrictas. Peyo se muestra especialmente cómodo en esta tesitura, y con la lección bien aprendida, renuncia en la mayoría de las ocasiones al texto o al diálogo. Peyo deja que hablen sus imágenes, que el espectador entre en el juego cómplice, y dibuje la sonrisa muchos antes del golpe final o la llegada del chiste. El recordado autor se muestra como un narrador magistral, capaz de construir historias entrañables en cuatro viñetas. Historias pensadas para hacer reir, sí, pero en las que nunca se renuncia a ese toque de poesía que reside en cada una de las obras de Peyo.

El tomo que nos ofrece Dolmen recoge de manera meticulosa y por orden cronológico las varias vidas que, como buen gato, tuvo Poussy a lo largo de su aventura editorial, desde las iniciales tiras del periódico Le Soir, pasando por la estancia en la mítica Spirou y cerrando el paseo de estos más de 40 años en la revista Schtroumpf. Por supuesto, también encontramos aquellas tiras que no fueron dibujadas por Peyo, prisionero del éxito de los Pitufos. Obligado a delegar parte de su trabajo, se empeñó en que Poussy siguiese su recorrido en manos de colaboradores como Eric Closter, Daniel Desorgher o Philippe Delzenne. Mantuvieron todos ellos la esencia de Peyo, y no se pasaron de listos cambiando todo aquello que había funcionado a las mil maravillas en etapas anteriores. Eso sí, en muchas ocasiones buscaron un humor más actualizado y coherente con el paso de los años, sin estridencias.

Y es que Poussy se hace querer
Y es que Poussy se hace querer

Un auténtico lujo poder contar con este tomo entre las manos. El empeño de Dolmen por recuperar, en una labor casi arqueológica, estos clásicos de la viñeta europea es de auténtico aplauso, y sirve de punto de encuentro entre generaciones. Tanto para los nostálgico, como para los curiosos de la historia del noveno arte o como primer contacto con el cómic para esos lectores de mañana, Poussy es un tebeo para niños de todas las edades, incluidos los que peinan canas.

Yo pertenezco a esa generación que descubrió a Poussy en las páginas de la revista Zipi y Zape, publicación extinta hace ya muchos años. La revista de historietas, hábitat natural de la tira cómica, hace ya varios lustros que desapareció como concepto. Así que aventuras editoriales como la colección Fuera Borda son un placer necesario en estos tiempos extraños para el cómic. Os recomiendo con entusiasmo las correrías de este simpático minino, tan entrañable como travieso, glotón, curioso y algo metepatas. Más de 40 años de cómic que son una auténtica delicia.

Peyo es uno de los grandes autores del cómic europeo, y de los más exitosos. Ha pasado a la historia del medio por obras tan recordadas como Johan y pirluit o Benito Sansón, o la tira cómica Poussy, que se mantuvo en diferentes revistas a lo largo de más de 40 años. Pero si por algo es recordado es por la creación de los Pitufos, los duendecillos azules que han encandilado a varias generaciones gracias a los cómics, las series de TV o las películas que han protagonizado en su dilatada carrera comercial.

Dolmen publica un volumen integral con todas las tiras cómicas protagonizadas por el entrañabla gato de Peyo. En escrupuloso orden cronológico, incluye material nunca antes publicado en álbum. Además, como siempre, los extras son un auténtico lujo, que ponen perspectiva histórica al trabajo de Peyo gracias a los magníficos artículos y entrevistas que complementan la edición. Un placer para los coleccionistas, que podrás encontrar en tu librería favorita al precio de 34,95 euros

[note]Para el gran público, Peyo fue el creador de Los Pitufos, esos duendecillos azules que han conquistado el planeta a través del cómic, la televisión y el cine. Muchos saben también que Peyo fue el creador de la excelente serie medieval Johan y Pirluit y de las aventuras de Benito Sansón, llenas de humor y poesía. Lo que quizá pocos conocen es que el gato Poussy ocupó un lugar muy especial en el corazón de Peyo desde que lo dibujó por primera vez, con veinte años de edad, para las páginas del diario bruselense Le Soir. A lo largo de su carrera, tanto en Le Soir como en Spirou y en la revista que fundó en los últimos años de su vida, el mensual Schtroumpf, nunca dejó de volcar su talento y su sentido del humor en esta serie dotada de una ternura particular.[/note]

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RESUMEN

Dolmen nos ofrece una maravillosa edición integral de esta obra imprescindible del maestro Peyo

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