jueves, abril 25, 2024

Reseña de Hoy es un buen día para morir

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Panini

Colo explora en Hoy es un buen día para morir los rincones oscuros del alma humana

El libro editado por Dibbuks
El libro editado por Dibbuks

Vivimos tiempos oscuros. La incertidumbre es la única certeza en nuestros días, y es fácil caer en la desesperanza ante la falta de perspectiva. Nos vemos aturdidos por el exceso de la sociedad de la información, que, irónicamente, nos ha mostrado nuevas formas de manipulación y control.

La individualidad extrema nos convierte en extraños, a ojos de los demás, e incluso para nosotros mismos. A veces, cuesta reconocer a la persona que está delante, reflejada en un espejo. El siglo XXI se ha transformado en una deriva aterradora, en la que aparecen decenas de nuevas problemáticas y nula capacidad o voluntad de encontrar soluciones. como diría el Susurro, protagonista en la sombra de esta novela gráfica, Hoy es un buen día para morir.

Perdonad que comience de forma tan destructiva y lúgubre, pero la lectura de Hoy es un buen día para morir es de esas que afectan, que despiertan decenas de sensaciones encontradas, que exigen un par de minutos de reflexión tras cerrar el tomo.

De todas esas cosas de las que hablo en la introducción trata este brutal trabajo del artista conocido como Colo, de una manera devastadora y sin filtro. En ciertos momentos de este extenso volumen, el lector puede pensar que no hay piedad, que Hoy es un buen día para morir es una especie de testamento desesperado sobre la derrota y el hastío vital. Por suerte para nuestros corazoncitos, las grandes obras de cualquier medio lo son, entre otras cosas, por los matices, por las tonalidades que se esconden tras la capa principal.

Reseña del cómic Hoy es un buen día para morir

La historia comienza en el ártico, donde una delegación científica ha dejado de dar señales de existencia. El equipo de rescate se encuentra un desagradable espectáculo, con todos los miembros de esa expedición muertos en extrañas circunstancias.

A partir de ese momento, el mundo se adentra en un proceso de destrucción en escalada, por culpa de un inesperado invitado. La tristeza, esa tristeza que ahoga en la más absoluta negrura, es un virus imparable, y parece que no hay forma de controlarlo. La raza humana afronta el fin mientras abraza el caos.

A grandes rasgos, esa es la trama principal de Hoy es un buen día para morir, pero, como os decía hace un par de párrafos, el invento de Colo da para mucho más. Es una historia de ciencia ficción, sí, pero el carácter coral de la propuesta da para la inteligente mezcla de géneros, apoyado siempre en un fuerte sentido crítico y reflexivo acerca de el mundo en el que vivimos. Porque ese es el universo de Colo, una especie de espejo que permite una mirada hacia el futuro cercano. Desalentador, terrible, pero perfectamente plausible si trazamos una línea recta entre el presente y el tiempo de Hoy es un buen día para morir.

Hielo Rojo en el estudio
Hielo Rojo en el estudio

La sociedad descrita por el escritor y dibujante no es más que la lógica extrapolación de los problemas de hoy a los años venideros, ante la pasividad de gobiernos inoperantes y ciudadanos que se contentan con la supervivencia.

El Madrid de esta novela gráfica se divide en zonas, suburbios que separan a los ricos de los pobres, a los que se accede con un permiso. Adios a la libre circulación por la quimera de la seguridad y el control, nuevos nombres para la paranoia. La tasa de paro supera el 60% y el trabajo se ha convertido en un producto de lujo. La ciudad entera languidece absorbida por la asfixiante burocracia, los gobiernos inútiles y las corporaciones siniestras que realmente sustentan el auténtico poder.

De este caldo de cultivo nace el desastre que devora las calles del mundo entero, una mezcla de corrupción generalizada, ambición y el conjunto de una sociedad derrotada, gasolina que encuentra en el incontrolable virus la chispa que prende esta bomba latente. Entre medias de este camino a ninguna parte, las vidas de unos cuantos personajes que afrontan el fin de muy diferentes maneras. Desde las oscuras torres donde se manejan los hilos en los despachos de las corporaciones a humildes locales de ensayo, Colo ofrece un amalgama de sentimientos y posiciones que dotan de auténtica riqueza a Hoy es un buen día para morir.

El caos explícito no sirve para nada si no hay una buena base literaria que lo sustente. Colo, a través de sus personajes, se permite el lujo de ser cínico, destructivo, polémico, ideológicamente comprometido. Pero, en contraste, también se muestra amable, lúcido, erudito, crítico, sensible y esperanzador. Los protagonistas de este trabajo están atrapados en medio del fuego cruzado, e incluso son directamente responsables de estos días de ira, pero Colo se esfuerza porque resulten humanos, que nos podamos identificar con sus reacciones, tanto las buenas como las malas.

Primera página de Hoy es un buen día para morir
Primera página de Hoy es un buen día para morir

En el fondo, decenas de influencias. Al construir el futuro tan cercano, los aromas de clásicos como Blade Runner en la construcción de ambientes son claros. Las influencias cinematográficas son claras y pertinentes, y me parece ver la inspiración en la semi olvidada Días Extraños ( Kathryn Bigelow, 1995), o en esas catástrofes víricas al estilo de 28 días después. Se escucha también, a mi parecer, el eco de J.G. Ballard y sus distopías decadentes, tan oscuras como poéticas y llenas de humanidad.

Incluso, si hilamos fino, hay cierto rastro de obras maestras del cómic como la imprescindible El regreso del Caballero Oscuro, de Frank Miller, por el opresivo contexto urbano y el uso continuado de los medios de comunicación como elemento narrativo de importancia.

En esa esencia coral, me ha parecido ver el recuerdo a la maravillosa Señal y Ruido de Neil Gaiman en la pequeña historia del escritor a la búsqueda de ideas.  Referentes de primer orden que dan como resultado una visión propia, llena de fuerza, capaz de noquearte en pocas páginas.

Colo transporta todas estas influencias a su estilo visual desconcertante y contradictorio, tal y como exige la naturaleza de la obra, repleta de emociones encontradas. El neblinoso contraste entre los lápices y el inteligente uso del color fabrican el ambiente casi onírico que dota de siniestra belleza a este Madrid de pesadilla. La libertad es la nota dominante en cada página, donde la viñeta se rompe, se adapta, se funde en sombras o matices de blanco, o se transforma en una obsesiva pieza de control milimétrico, de simetría agobiante.

El parsonal artista trabaja su mundo visual desde las sensaciones, desde la emoción, y doy fe de que consigue el efecto deseado. En más de una ocasión, me vi obligado a cerrar el libro, por pura sensación de ansiedad. Pocos autores consiguen algo tan orgánico, tan potente. La construcción del entorno urbano está en los detalles, en el viaje a lugares comunes llevados a un nuevo nivel. Ver Madrid como escenario del fin del mundo a través de los ojos de Colo es toda una experiencia.

Madrid en el fin de los días
Madrid en el fin de los días

Las sensaciones no se quedan en lo visual. Hay un fabuloso juego con el sonido en Hoy es un buen día para morir. La música es una presencia continuada, ya que el autor aprovecha a sus personajes para la creación de una banda de rock, en la que plasma otra de sus pasiones.

La grabación del disco de estos Hielo Rojo es otra de las grandes subtramas de la novela gráfica, hasta el punto de que el libro viene acompañado por un CD con la música de la banda ficticia. Todo un despliegue de comunicación entre medios, que enriquece todavía más la experiencia, la acerca de manera real al lector. Un detalle de lo grande que es el proyecto en la cabeza de su autor, el riesgo y el amor puesto en cada uno de los aspectos del proceso creativo.

Además de este ruido constante, Colo entiende el contraste con una parte fundamental en el aparato emocional cuando se usa el sonido como argumento: el silencio. Los silencios en Hoy es un buen día para morir son tan atronadores como el ruido de los vehículos militares o los golpes de batería. Desde la viñeta uno, el silencio es protagonista, oculto en la sombra, como el Susurro, el terrorista visual que, efectivamente, es el ruido más incómodo para una sociedad dormida.

¿Hay cosas malas en Hoy es un buen día para morir? Pocas. En todo caso, algunos diálogos son un tanto forzados e irreales, pero eso sucede en contadas ocasiones, y no estropea para nada la experiencia global.

Hoy es un buen día para morir es un cómic terrible, triste, aplastante, aparentemente pesimista. Pero no es un tratado sobre la depresión, sobre el fin de los días sin más. Al contrario, es una historia luminosa tras toda esa oscuridad reinante. Porque Hoy es un buen día para morir es una obra sobre la pasión, sobro el amor desmesurado a los sueños, por muy locos e inútiles que sean, sobre la capacidad de redención a través de ese encuentro con la auténtica humanidad.

Es un canto a la creatividad, a la capacidad del ser humano para ser trascendente, a contra corriente de un mundo que exige uniformidad a cambio de seguridad. Es una obra maestra, un pequeño privilegio para los lectores, arrancados a la fuerza de nuestra comodidad y lugares comunes. Porque los protagonistas de Hoy es un buen día para morir podemos ser cualquier de nosotros.

Eso es lo terrorífico, y lo maravilloso al mismo tiempo.

Dibbuks edita de manera magistral este brutal relato. Muchas veces, menos es más, y a pesar de la apariencia discreta del libro, está lleno de aciertos en su formato. Se trata de un libro encuadrenado en rústica con solapas, acompañado con el CD de la banda sonora compuesta para completar la expeciencia de Hoy es un buen día para morir. A todo color y con una buena calidad de papel, os esperan 384 páginas de pura libertad creativa. El precio recomendado de venta al público es de 30 euros.

Colo es el nombre con el que Jesús Colominas publica sus trabajos. Su carrera profesional ha estado ligada al mundo de la publicidad, a la que se dedica como ilustrador desde hace 20 años. En el año 2010 ganó el Premio Internacional Planeta Cómic con De Perros y de Huesos, y ahora nos deslumbra con este Hoy es un buen día para morir, donde además da rienda suelta a sus inquietudes como músico.


Sinopsis de Hoy es un buen día para morir de Colo

Un virus desconocido, que ataca el sistema nervioso y desata cuadros depresivos, lleva a la muerte numerosas víctimas. Más allá de las depresiones, el virus no muestra síntoma alguno hasta minutos antes de la muerte, cuando se ponen a sangrar los lagrimales. Seguiremos las vidas de los miembros de un grupo de música (con cierto parecido con el mismísimo grupo que el autor tiene en la vida real), un terrorista informático, un escritor, un asesino despiadado…

Colo regresa con esta novela gráfica coral que sumerge al lector en los rincones más oscuros del alma humana en busca de una luz que dé sentido a nuestra existencia. Una obra que nos hará reflexionar sobre nuestras vidas, la sociedad consumista en la que vivimos y lo que realmente nos motiva: el amor y la esperanza de un mundo mejor. La obra contiene un CD de música con banda sonora que nos ofrece una experiencia sensorial completa. Una experiencia inesperada y rompedora.

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RESUMEN

Imprescindible relato de tintes apocalípticos, pero que esconde tras la oscuridad una fe bestial por la pasión como esencia del ser humano

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