viernes, marzo 29, 2024

¿Quién fue el primer héroe con identidad secreta?

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Panini

Superman - Clark Kent

Muchos consideran a Superman como el primer héroe con identidad secreta, aunque no es así. Y por mucho que nos pese, el kryptoniano y su alter ego “humano” Clark Kent, creación de Jerry Siegel y Joe Shuster, tampoco es el primer héroe con poderes sobrehumanos. Antes de que él llegara se publicaron cómics de The Clock (el primer detective enmascarado del noveno arte, obra de George Brenner y publicado por Comics Magazine Co. en octubre de 1936), y el dúo Siegel/Shuster creó al Doctor Occult y a Rose Psychic, cuyas primeras aventuras vieron la luz en octubre de 1935. Las tiras de The Phantom (conocido en España como El Hombre Enmascarado) comenzaron a publicarse en febrero de 1936 con Lee Falk a cargo de dibujo y guion, y antes de eso, en junio de 1934, Falk ya había creado a Mandrake el mago, aunque ninguno de los dos tenía una identidad secreta tal y como la concebimos actualmente.

Tenemos que cambiar de medio y seguir retrocediendo en el tiempo para encontrar a Hugo Danner, el personaje protagonista de la novela Gladiator, escrita por Philip Wylie en 1930. Se trata de un héroe con fuerza y velocidad sobrehumanas, y una piel a prueba de balas gracias al suero experimental que su padre le inyectó a su madre mientras estaba embarazada. A pesar de los paralelismos evidentes con el actual concepto de superhéroe, en el libro Hugo no oculta su verdadera identidad en ningún momento, por lo que tampoco hay que tenerlo en cuenta en nuestra lista.

Pero ese mismo año, 1930, hace su aparición como narrador de un serial radiofónico The Shadow, personaje creado por Walter P. Gibson bajo el seudónimo de Maxwell Grant, que poco después protagonizaría su propia revista pulp, The Shadow Magazine, cuyo primer número llegaba a las estanterías en abril de 1931. El aviador Kent Allard finge su muerte tras el final de la Primera Guerra Mundial y se instala en Nueva York adoptando varias identidades, entre las que están las de Lamont Cranston, Henry Arnaud, Isaac Twambley o Fritz, para luchar contra el crimen. En la radio, su único alter ego era el de Cranston.

Debemos hacer un inciso en nuestro recorrido cronológico, ya que en 1919 Johnston McCulley publica La maldición de Capistrano, primera aparición de El Zorro. Pocos hay que no conozcan al espadachín enmascarado, cuya identidad civil era la de Don Diego de la Vega, un joven que es el único hijo de Don Alejandro de la Vega, el terrateniente más rico de California, mientras que la madre de Diego está muerta. En la mayoría de las versiones, Diego aprendió esgrima mientras estudiaba en España, y creó su alter ego enmascarado después de que su padre le llamara inesperadamente a casa porque California había caído en manos de un dictador opresor. Allí se dedicará a luchar por la justicia mientras hacía creer a sus paisanos que era un cobarde y un frívolo.

Volviendo a Gibson, el escritor reconocería más tarde que se inspiró en Judex, héroe de varios seriales cinematográficos franceses desde 1916, para crear el aspecto de The Shadow. Judex, ideado por Louis Feuillade y Arthur Bernède, sí tenía identidad secreta: Jacques de Trémeuse, un joven decidido a vengar la muerte de su padre, que se suicidó tras arruinarse por culpa del malvado banquero Favraux, creando una organización de exconvictos y artistas circenses. Tenía guarida secreta y era experto en disfrazarse, además de dominar varias artes marciales. Judex surgió como la versión heroica del genio criminal Fantômas, el personaje ideado por Marcel Allain y Pierre Souvestre cuyas aventuras comenzaron a publicarse en 1911 y han tenido adaptaciones en cine, televisión y cómic. Fantômas, del mismo modo que The Shadow años después, actúa bajo diferentes identidades a lo largo de sus 43 novelas. El Archiduque Juan North o Gum son las más conocidas, pero este personaje tampoco puede considerarse el primero en tener una identidad secreta.

En 1911 también se publicaba Le Mystère des XV, el primer libro en el que aparecía el Níctalope, considerado como el primer cyborg en la literatura. En las 18 novelas escritas por el francés Jean de La Hire, el Níctalope lucha contra amenazas a la humanidad como dictadores, científicos locos y extraterrestres. Su nombre “real” es Léo Saint-Claire y tiene un corazón artificial (además de otras partes de su cuerpo) y habilidades sobrehumanas como visión nocturna.

Y nos remontamos seis años atrás, hasta 1905, para encontrar a La Pimpinela Escarlata, quien proporcionó el prototipo para el superhéroe. Antes de la novela de la Baronesa Emma Orczy, los héroes de las historias de aventuras y el folclore eran conocidos por cambiar su identidad después de un incidente que les cambiaba la vida, como el Conde de Montecristo, o por asumir el disfraz ocasional, como Sherlock Holmes, pero no usaban continuamente más de una identidad. El héroe de Orczy, Percy Blakeney, lleva una doble vida completa, fingiendo ser un imbécil vanidoso en público mientras opera clandestinamente como la brillante y escurridiza Pimpinela Escarlata. Percy confía su secreto a varios aliados, pero no a su esposa Margarita, hasta que la desconfianza mutua en su matrimonio se disipa durante el clímax de la historia.

El concepto se instauró como una de las claves de los superhéroes en la Edad de Oro del género y se ha mantenido hasta nuestros dias. Desde hace unos años, sobre todo a partir de las más recientes adaptaciones a la pantalla, la identidad secreta se ha ido perdiendo. En el Universo Cinematográfico Marvel hay muy pocos héroes que la mantengan y en las series del Arrowverso la cantidad de personajes que conocen el nombre civil de los héroes se amplía exponencialmente cada temporada. En las viñetas, superhéroes como Spider-Man, Superman, Daredevil y otros han visto cómo su identidad secreta se desvelaba públicamente, aunque en muchos casos los guionistas se las han apañado para que los personajes volvieran a tenerla de un modo u otro.

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