viernes, marzo 29, 2024

Lágrimas del cielo: 2. Anatema, la caída de Rocket Bilbao

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Panini

Tras el suceso conocido como el Apagón vino el Lapso y, después de ambos, nada volvería a ser lo mismo en la complicada vida del Gamo Milanés, Rocket Bilbao

Mi padre me contaba muchas cosas. Tantas y tantas cosas que mi madre terminó abandonándonos. Era enero. Nos quedamos solos; a la deriva. Un padre más en la Luna que en la Tierra y un niño callado y meditabundo con ganas de pelea. Un cuadro. Lo recuerdo bien. Fue por entonces cuando ocurrió el Apagón.

El Apagón, la noche en que todo desapareció; la misma noche en que todo reapareció. Salvo por un detalle sin importancia: El Lapso. El Lapso era la mayor incógnita respecto a aquel suceso. Todos habíamos experimentado una elipsis temporal acusada de siete años

¿Que provocó el Apagón y el Lapso?

Apagón y Lapso

Gracias al cielo que me perdí la adolescencia. Por desgracia, papá perdió el juicio del todo y se dedicó a embadunar durante tres meses las paredes del piso con un galimatías ininteligible. Pensamientos sobreexcitados en una red de sinsentidos. Garabatos incomprensibles e ideas vagas. Intuiciones crípticas y silentes alaridos pidiendo ayuda. Esperanzas frustradas que le llevarían a la desesperación y luego, a la tumba.

Sus últimas palabras: “Todos seguimos aquí gracias a El. No lo olvides nunca. No olvides nunca el poder del altruismo… ni el tuyo propio“.

Viniendo de alguien centrado en sus propias gilipolleces en lugar de en mantener unida a su familia… Viniendo de alguien que regresó del fenómeno existencial más extraño jamás contado para dedicarse a desvariar día y noche en un piso de protección oficial… Viniendo de un padre como él… bueno… digamos que seguir su consejo no parecía lo más adecuado

Además, si tan altruista era el tal El, ¿por qué me había quedado solo todas las veces que necesité justamente lo contrario? Seguramente porque como todo hasta la fecha era una mentira más salida de una mente incapaz de enfrentarse a la vida real.

Eso no iba a ocurrirme a mí. Por eso me alisté en el Ejercito Regular de los Estados Hermanos de Verne. Hasta que me echaron tras siete años de sobrepasarme con las ejecuciones de campo y mi conducta retraída e individualista

El ejército no era lugar para un hastiado Rocket Bilbao

Fanfic, Gamo Milanés, Lágrimas del cielo, Rocket Bilbao

Con todo el deshonor y el estigma que eso suponía para alguien, empecé a boxear en lugar de perder el tiempo fingiendo ser medio normal. Los mejores años de mi vida. Pertenecía a algo más lejos de lo que podría explicarse con palabras consecutivas. Me bautizaron el Gamo Milanés, pese a ser verniano. Precioso. Menos el día que dejó de serlo.

El día que se incendió mi sangre. El día que se manifestó en mí una maldición indeseada: Ser el bípedo parlante más fuerte conocido. La experiencia menos recomendable posible. 

Jules Pilón lo supo de primera mano. Era la final estatal de… no importa, era un combate decisivo y me estaba destrozando. Me sentía una masa bamboleante de músculos irreparables, casi no me tenía en pie

Todo se desvanecía y por algún motivo recordé a mi padre hablándome del tal El al mismo tiempo que sentí en las venas algo parecido a una electrocución masiva o a inyectarse ácido de batería como si estuviera de oferta. 

Me levanté renovado. Parecía que una inteligencia superior me hubiese reescrito y mejorado, sin dolor, repleto de vida. Golpeé a mi adversario. Su cabeza dejó de serlo para siempre. Mi carrera como Gamo también. Salí corriendo del ring y nadie volvería a verme. No iba a dejar que me encontraran.

Semanas más tarde supe -mirando un televisor a través del escaparate de una conocida tienda de cachibaches tecnológicamente avanzados– que al ser yo una figura pública del cuestionable mundo del deporte, no iban a incriminarme de ninguna manera. Seguramente porque mi entrenador sobornó a algún congresista (eso no lo mencionaron). Seguramente por los intereses económicos extraibles de un suceso similar.

De todas maneras no quería ser recordado como el Homicida Milanés, así que me declaré anatema ante mí mismo y pasé desapercibido un tiempo en busca de un destino. Necesitaba respuestas o algo parecido a una vida. Lo que fuera. Lo que fuese.

Pasaron cuarenta años.

Y El me había estado observando

(Continuará)

Gamo Milanés
El Gamo Milanés, Rocket Bilbao. Dibujo de Mario Cabezas

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