No hagáis caso ni de la (extraña) traducción del título ni del slogan de la distribuidora: Misántropo (To catch a Killer) no está protagonizada por “una nueva Clarice Starling”, a pesar de que haya similitudes (aplicabilidad, que decía Tolkien).
Misántropo no es El Silencio de los corderos
Eleanor (Shailene Woodley) es una joven investigadora de la policía que lucha contra los demonios de su pasado cuando es reclutada por el investigador jefe del FBI (Ben Mendelsohn) para ayudar a perfilar y rastrear el trabajo de un individuo perturbado. A medida que la policía y el FBI inician una persecución por todo el país, se ven frustrados a cada paso por el comportamiento sin precedentes del individuo. Dada su torturada psique, Eleanor puede ser la única persona capaz de comprender la mente de su agresor y llevarlo ante la justicia.
Misántropo está ambientada en Baltimore, la noche de Año Nuevo. La película se adentra en una investigación policial centrada en la búsqueda y caza de un asesino, un francotirador que, como dictan las normas de este tipo de películas, siempre está un paso por delante de la policía.
Elanor es esa típica policía numeraria que destaca por ser muy proactiva y por su inteligencia. O, tal vez, sería mejor decir su perspicacia… Perspicacia que, como dice Lammark (Ben Mendelsohn) “no sé si eres muy lista o estás tan loca como él (asesino). En cualquier caso me eres útil”.
Lo cierto es que Misántropo padece de muchos defectos, pero también encontraremos no pocas virtudes. Entre los primeros encontramos una desvergonzada colección de tópicos mostrados con elegancia pero sin ninguna originalidad: la policía muy entregada, valiente y con ganas de superarse pero que, por “lo que sea”, no consigue ascender; el jefe del FBI tosco pero justo con su equipo, inteligente y al que le presionan constantemente sus superiores; un asesino más listo que cualquiera pero que, incomprensiblemente, es capturado…
Entre las virtudes contamos con esos pequeños resquicios que dejan a los guionistas Damián Szifron (también director) y Jonathan Wakeham para mostrarnos todos los problemas a los que deben enfrentarse nuestras fuerzas policiales: sobre todo, la presión política a la que son sometidos los altos cargos y que hacen que se busquen chivos expiatorios con tal de conseguir buena prensa, aunque no sean los verdaderamente culpables.
El problema es que el guion no termina de centrarse y nos encontramos con una mezcla extraña y no muy bien conseguida de thriller y crítica política: durante la investigación los dos protagonistas chocarán con sus superiores y seguirán demasiadas pistas falsas mientras nos muestran el declive de los valores occidentales.
La idea era buena: utilizar la fórmula cinematográfica del asesino en serie para criticar un sistema fallido en todos los aspectos: los políticos, el FBI, los departamentos de policía, los medios de comunicación, los fascistas patrioteros, el complejo militar-industrial, a la atención a la salud mental… Tal vez demasiado para unos guionistas no demasiado expertos (sobre todo Wakeham). La idea era buena pero demasiado ambiciosa para ellos.
Porque el guion es el principal problema de Misántropo (cada vez que repito el título español lo odio más). El primer largometraje en inglés del director y guionista argentino Damian Szifron es un thriller manejado con habilidad. Sus Cuentos salvajes causó gran expectación e incluso fue nominada a los Oscar.
La dirección de Szifron es bastante buena, manteniendo la tensión de forma muy decente, así como el “ojo” de este director, con buenas imágenes y composiciones, alimentadas por una excelente fotografía de Javier Juliá.
En cuanto a los personajes, lo primero que hay que decir es que están poco desarrollados. Shailene Woodley, que también se desempeña como productora, cumple con el papel que le han dado, pero es demasiado lista unas veces y demasiado ingenua otras. Se nos intenta mostrar como una persona solitaria, extraña (aun no ha superado ciertos problemas de su pasado), pero no consiguen que empaticemos con ella.
Al que sí quiero destacar es a Ben Mendelsohn (nuestro Talos en Capitana Marvel o Invasión Secreta), al que le vemos brillar sobre el resto de los actores y actrices de Misántropo, a pesar de no ser el principal protagonista.
Mendelsohn agarra un personaje lleno de tópicos y lo convierte en un personaje del que nos enamoramos y nos gustaría seguir viendo en muchas otras investigaciones: es duro pero íntegro, inteligente, sabe reconocer las valías (y os defectos) de los demás, sabe manejar (hasta cierto punto) a los cargos políticos… Es sin duda la mejor actuación de la película.
En resumen, una película interesante que se queda a medio camino de lo que pretendía (entretener sí, denunciar… mal) pero que podrás disfrutar una tarde tranquila en casa. No reinventa el género pero es lo suficientemente disfrutable como para pasar un buen rato.