El ambicioso proyecto de Disney+ con Andor supera los 645 millones de dólares entre sus dos temporadas
La galaxia muy, muy lejana nunca había salido tan cara. Con Andor, Disney y Lucasfilm han apostado más fuerte que nunca, lanzando una serie con un enfoque radicalmente diferente y un presupuesto que podría financiar varios planetas enteros del universo Star Wars. Lo sorprendente no es solo la cifra —más de 645 millones de dólares entre dos temporadas—, sino que los fans y la crítica coinciden en que ha merecido la pena.
Mientras otros proyectos como El Mandaloriano o Obi-Wan Kenobi optaban por el rodaje en estudios LED con escenarios virtuales, Andor eligió el camino más arriesgado: localizaciones reales, sets físicos gigantescos y una narrativa más madura y compleja. Esa decisión no solo elevó el coste, sino también el nivel.
La apuesta más cara de Disney+
Forbes ha confirmado que la segunda temporada de Andor ha sido la más cara de la historia de Star Wars en televisión, con un gasto de al menos 290,9 millones de dólares hasta noviembre de 2023. Y eso sin contar los tres meses de rodaje restantes, que elevan las estimaciones a más de 300 o incluso 400 millones para esa sola tanda de 12 episodios.
¿Comparaciones? El Mandaloriano, con tres temporadas, ha costado alrededor de 360 millones. The Acolyte, Skeleton Crew y Ahsoka se quedan por debajo de los 230 millones cada una. Andor está en otra liga, como un destructor estelar entre cazas X-Wing.
Parte de la culpa la tiene Tony Gilroy, showrunner y creador, que quiso desmarcarse del enfoque visual del resto de series. Nada de fondos digitales de “The Volume”: aquí cada ciudad rebelde y cada planeta hostil se siente tangible, real, lleno de textura. Ferrix, por ejemplo, se construyó como una ciudad completa; Adria Arjona, que interpreta a Bix, confesó haberse perdido dentro del set en su primera visita.
Y no es solo cuestión de escenarios
Cada temporada cuenta con 12 episodios —frente a los 6 u 8 habituales— y una estructura narrativa que se toma su tiempo para desarrollar personajes, atmósferas y tensiones políticas. Andor no es solo acción, es espionaje, ética, y un estudio del miedo frente al autoritarismo.
Rodar en exteriores también encarece, y cuando eliges las Highlands escocesas para contar tu historia, el clima y la logística hacen lo suyo. Pero todo esto da sus frutos: la serie tiene una calidad cinematográfica que muchas películas de la saga envidiarían.
Andor no es solo otra serie de Star Wars, es arte con blásteres
Andor no nació para contentar a todos, sino para desafiar lo que entendemos por Star Wars. Aunque comenzó con audiencias modestas, el boca a boca y las críticas entusiastas la han transformado en una joya de culto. Donde otras producciones se sienten como “contenido”, Andor se siente como una declaración de intenciones.
Es una precuela de Rogue One, sí, pero no se limita a explicar cómo Cassian Andor se convierte en héroe rebelde. Va más allá, explorando los matices del sistema imperial, el coste personal de la resistencia y las zonas grises morales donde habitan sus protagonistas.
¿Una serie sin jedis, sin sables láser, sin Skywalkers? Exactamente. Y por eso ha funcionado. Porque ha demostrado que el universo Star Wars puede vivir —y brillar— sin necesidad de nostalgia constante o cameos fáciles.
La pregunta obvia: ¿es sostenible este modelo? Claramente no. Ni Lucasfilm ni Disney pueden permitirse hacer de cada serie una superproducción de este calibre. Pero sí pueden aprender de Andor que el público responde cuando hay calidad, riesgo y autenticidad.
La segunda temporada llega a Disney+ el 22 de abril con tres episodios de estreno, y las expectativas están por las nubes. Si sigue el camino de la primera, no solo será una de las mejores series de Star Wars, sino una de las mejores series de ciencia ficción de la década.