El creador de la serie revela por qué el éxito de Evangelion nunca podrá repetirse
Por qué Evangelion no volverá a ocurrir
Mucho antes de que Evangelion se convirtiera en un fenómeno, Anno era un joven obsesionado con el anime. Creció viendo clásicos como Space Battleship Yamato y Mobile Suit Gundam, series que combinaban ciencia ficción y drama humano con un detalle técnico asombroso. De esas raíces nació su pasión por la animación y su deseo de contar algo más profundo que una batalla entre robots.
Sus primeros pasos como animador los dio en ‘Super Dimensional Fortress Macross’, una serie que rompió moldes al mezclar combates espaciales, romance y conflictos personales. Sin embargo, aunque prometía un nuevo renacimiento del anime, la industria no estaba lista. En los años 80, con apenas unas 50 series al año en televisión, los estudios preferían ir sobre seguro, apostando por fórmulas conocidas: robots que vendieran juguetes, adaptaciones de mangas exitosos o nuevas entregas de franquicias establecidas.
Anno no encajaba en ese molde
Después llegaría Gunbuster, un OVA que empezó como comedia estudiantil de mechas y acabó transformándose en un drama épico y emotivo. Ahí se empezó a ver lo que Anno era capaz de hacer: utilizar los códigos del anime clásico para llevarlos a lugares oscuros, adultos e inesperados.
El espejo de una mente rota
Cuando por fin llegó Evangelion, Anno ya no quería contar otra historia de héroes en robots. Quería hablar de sí mismo. Lo dice sin filtros en aquella entrevista de 1996: “Shinji refleja mi personalidad, tanto consciente como inconscientemente… Al hacer Evangelion descubrí qué tipo de persona soy. Reconocí que soy un idiota.”
Y eso, claro, cambió el anime para siempre.
Un antes y un después en la historia del anime
¿Habrían existido joyas como Revolutionary Girl Utena o Cowboy Bebop si Evangelion no hubiera demostrado que el público quería más que acción y risas? Es difícil imaginarlo. Evangelion fue un parteaguas: la prueba de que se podían contar historias complejas, adultas y profundamente personales en horario de máxima audiencia.
Pero hay algo más: Anno no pretendía que Evangelion tuviera “sentido”. Años después diría que la serie solo “parece profunda” y que en realidad era una forma de enfrentarse a su propia depresión. Esa honestidad es lo que la hace única. No había estrategia de marketing, ni fórmula ganadora. Solo había necesidad, dolor… y una necesidad brutal de expresarse.
¿Puede repetirse un fenómeno como Evangelion?
Lo que Evangelion tenía, y que hoy escasea, es esa urgencia. Esa necesidad de romper, de arriesgar, de incomodar. No por ser diferentes, sino porque no había otra forma de sacar lo que llevaban dentro.
Quizá el siguiente Evangelion no será más espectacular ni más “raro”. Tal vez, será simplemente más honesto. Porque eso fue Evangelion al final: una serie que miró dentro cuando todos los demás solo miraban hacia fuera.


