Tom sigue recibiendo golpes que desafían la física. Jerry sigue escapando por los pelos con cara de pillo. Y todo, animado con una agilidad que recuerda a los mejores momentos de la animación japonesa más frenética. Es como si hubieran metido a los dos en una batidora con Doraemon, Crayon Shin-chan y una pizca de Looney Tunes.
La reacción de los fans ha sido un combo de nostalgia y sorpresa, sobre todo al ver que, pese al cambio de formato, el alma del dúo está intacta. Los creadores no han intentado “modernizar” a la fuerza a Tom y Jerry, sino reinterpretarlos desde otro ángulo, con cariño y respeto por su legado.
Una nueva era para los clásicos animados de Warner
Este proyecto no surge de la nada. Warner lleva años coqueteando con el anime, y esta colaboración con estudios japoneses parece solo el comienzo. De hecho, ya está en marcha otra propuesta similar: Go-Go Mystery Machine, una versión anime de Scooby-Doo que promete una estética muy similar y que se emitirá en Cartoon Network.
Lo interesante aquí es que la fórmula funciona, especialmente con personajes como Tom y Jerry, cuya narrativa no depende del diálogo, sino del slapstick universal. Una pelea entre un gato y un ratón con dinamita es igual de divertida en Kansas que en Kioto, y eso les da una ventaja única a la hora de conquistar nuevas generaciones en cualquier parte del planeta.
Lo curioso es que, pese al cambio de estética, Tom sigue siendo esencialmente el mismo gato desesperado que siempre intenta cazar a Jerry… y siempre fracasa estrepitosamente. Esta fidelidad al espíritu original es lo que ha permitido que la serie se mantenga relevante y divertida para nuevas generaciones.
Y aún mejor: la serie no requiere contexto. No necesitas saber quién es quién, ni seguir un argumento. Solo tienes que sentarte y dejar que el caos te atrape. En un mundo saturado de tramas complicadas y multiversos enrevesados, esto es un soplo de aire fresco.