El guionista jefe de la serie original reconoce un fallo que pasó desapercibido durante años de los Power Rangers
Durante los años 90, los Power Rangers conquistaron la televisión infantil con su mezcla de artes marciales, monstruos gigantes y trajes de colores. Pero bajo esa fachada colorida y explosiva, la serie arrastraba un problema de representación que hoy nos hace torcer el gesto. Tony Oliver, guionista principal de Mighty Morphin Power Rangers, acaba de reconocer en el documental Hollywood Demons lo que muchos venían señalando desde hace tiempo: fue un error emparejar a actores racializados con los colores que más estereotipos evocaban.
En palabras del propio Oliver: “Ninguno de nosotros estaba pensando en estereotipos, y por eso dejamos que el personaje negro fuera el Ranger negro y la actriz asiática fuera la Ranger amarilla durante dos temporadas. Hasta que mi asistente lo señaló un día en una reunión. Fue un error enorme.”
Los estereotipos invisibles en los Power Rangers
Lo más impactante es que la producción no detectó el problema hasta bien entrados los rodajes. Aunque Mighty Morphin Power Rangers debutó en 1993 y se convirtió rápidamente en un fenómeno de masas, pasaron dos temporadas completas antes de que alguien del equipo dijera en voz alta lo que ya muchos intuían. Fue entonces cuando surgió la pregunta que nadie quería hacerse: ¿cómo es posible que el Ranger negro fuera un actor afroamericano y la Ranger amarilla una actriz asiática sin que nadie lo considerara problemático?
La respuesta, según Oliver y los creadores Haim Saban y Shuki Levy, tiene que ver con el contexto cultural en el que crecieron. Ambos nacieron y se criaron en Israel, un país donde, según Levy, “ser una persona negra es como ser de cualquier otro color. No era algo de lo que habláramos ni que viera como un problema”. Esa desconexión con las sensibilidades raciales de Estados Unidos acabó trasladándose a la serie sin que nadie lo advirtiera… al menos al principio.
Lo que añade más leña al fuego es que, según informa Variety, el propio Oliver habría participado en el casting con una idea preconcebida: buscaban a alguien para el papel del Ranger negro que tuviera “swagger” (carisma callejero) y alguien para la Ranger amarilla que fuera “tranquila y pacífica”. Este tipo de asociaciones, lejos de ser neutrales, alimentan estereotipos racistas y reduccionistas.
Cabe señalar también que Thuy Trang, quien interpretó a Trini (la Ranger amarilla), ni siquiera fue la primera opción para el papel. Originalmente, la elegida fue Audri Dubois, quien abandonó el proyecto por una disputa salarial. Así que, de alguna forma, todo fue fruto de una combinación de casualidades… y de una preocupante falta de reflexión.
Los cambios de reparto que marcaron un antes y un después
El error no se quedó en anécdota. Durante la segunda temporada, Walter Emanuel Jones (Zack, el Ranger negro), Thuy Trang y Austin St. John (Jason, el Ranger rojo) abandonaron la serie, dando paso a nuevos actores que rompieron, al menos parcialmente, con la asociación entre color y etnia.
Así llegaron Johnny Yong Bosch como Adam Park (nuevo Ranger negro), Karan Ashley como Aisha Campbell (Ranger amarilla) y Steve Cardenas como Rocky DeSantos (Ranger rojo). Este recambio, aunque nunca se justificó públicamente por los estereotipos, suavizó la polémica sin resolver del todo el debate sobre representación.
A día de hoy, toda la serie original puede verse en Netflix, y aunque muchos fans recuerdan con cariño sus aventuras, este tipo de revelaciones invitan a revisitar la franquicia con una mirada más crítica.
Una franquicia que no ha dejado de evolucionar
Power Rangers ha seguido renovándose durante décadas, con más de 30 temporadas y decenas de nuevas generaciones de Rangers. A lo largo del tiempo, la franquicia ha ido introduciendo personajes más diversos, rompiendo con estereotipos anteriores y adaptándose mejor a los tiempos actuales.
No obstante, el caso de Zack y Trini sigue siendo uno de los ejemplos más sonados de cómo una decisión aparentemente inocente puede tener consecuencias culturales profundas, especialmente cuando hablamos de productos dirigidos al público infantil.
Que el propio guionista reconozca el fallo tantos años después es un gesto valiente, aunque tardío, que demuestra lo necesario que es seguir hablando de representación en los medios.