Lo más duro para muchos es que, justo cuando la serie había conseguido convencer incluso a los lectores más escépticos, Amazon ha decidido frenar el proyecto. Tras un arranque divisivo en las dos primeras temporadas, la tercera temporada enamoró gracias a una narrativa más madura, una ambientación espectacular y un reparto que comenzaba a brillar con fuerza.
¿Estamos viviendo el ocaso de las series de fantasía épica?
La decisión de Amazon no es un caso aislado. En los últimos años, las grandes plataformas han intentado repetir el fenómeno Juego de Tronos con apuestas como The Witcher, Los anillos de poder o House of the Dragon. Pero todas se enfrentan al mismo dilema: atraer millones de espectadores no basta si no se compensa el gasto colosal que implica cada temporada.
La fantasía es un género ambicioso. Requiere vestuarios, efectos visuales, localizaciones de ensueño y, sobre todo, tiempo para desarrollar historias complejas. Y cuando los márgenes de beneficio no cuadran, incluso un 97% en críticas no puede salvar la situación.
Para quienes han seguido los libros de Robert Jordan desde los años 90, esta cancelación duele doble. Porque no solo es el fin de una serie, sino otro intento fallido de adaptar una obra legendaria. La saga de La rueda del tiempo es una de las más extensas y ricas del género, y verla truncada justo cuando empezaba a funcionar provoca frustración.
Aun así, la tercera temporada puede considerarse una pequeña victoria. Nos deja momentos memorables, actuaciones sólidas —como las de Rosamund Pike y Shohreh Aghdashloo— y la sensación de que, por fin, alguien había entendido el corazón de la historia.