Lo interesante es que, tras la primera temporada de Daredevil: Born Again, en la que Fisk ascendía al poder como alcalde, ahora vemos sus consecuencias directas: patrullas armadas recorren las calles y vigilantes como Matt y Jessica deben esconderse y coordinar sus movimientos con más cuidado que nunca. La posibilidad de una rebelión liderada por Murdock, con aliados como Luke Cage, Iron Fist o incluso Punisher, suena cada vez más probable.
No sería descabellado pensar que esta segunda temporada sentará las bases para una reunión de los Defensores más madura, más trágica y quizás más épica que nunca. Ritter ha expresado en varias ocasiones su deseo de volver al papel, y parece que por fin su deseo se ha hecho realidad.
Este tipo de reintroducción de personajes es lo que muchos esperaban con el salto del universo de Netflix al MCU actual. Marvel ha ido abriendo esa puerta lentamente: Daredevil en She-Hulk, Kingpin en Hawkeye y ahora Jessica en Born Again. Todo apunta a que se está gestando algo mucho más grande detrás de las cámaras.
Lo que diferencia a Jessica de personajes como Daredevil o Spider-Man es su pragmatismo brutal y su tendencia a moverse en los márgenes. Su regreso no es solo una jugada nostálgica, sino una oportunidad para explorar cómo un personaje roto y lleno de matices puede ser clave en una lucha que va más allá de los puños.
El hecho de que Jessica y Matt aparezcan reunidos en medio de este caos sugiere que los héroes no se rendirán fácilmente. Al contrario, podría ser el punto de partida de una guerra urbana silenciosa, con alianzas inesperadas y nuevas traiciones. Y no sería raro que otros rostros conocidos se sumaran al conflicto: ¿volveremos a ver a Luke Cage? ¿A Karen Page? ¿A Punisher en su versión más brutal?