Los creadores de The Expanse admiten que depender del equipo de la Rocinante limita las posibilidades de nuevas historias en el universo
Cuando se anuncia cualquier novedad de The Expanse, la comunidad friki contiene la respiración. No es para menos: la serie de novelas de James S. A. Corey conquistó la televisión con seis temporadas tan ambiciosas como trepidantes, y su legión de fans asume que todavía queda mucho espacio —literal— por explorar. Sin embargo, la misma popularidad del carismático equipo de la Rocinante se ha convertido en el mayor obstáculo para que la franquicia despegue con historias realmente nuevas.
Eso lo saben bien Ty Franck y Daniel Abraham, los dos autores tras el seudónimo colectivo, y también lo reconoce el guionista Andy Diggle, responsable de la exitosa miniserie en cómic Dragon Tooth. Durante un episodio del pódcast Ty & That Guy, ambos dejaron claro que la idea de «sin Roci no hay paraíso» encorseta cualquier plan de expansión, porque los posibles productores temen que el público desconecte si no ve a Holden, Naomi y compañía salvando —otra vez— el sistema solar.
El futuro de The Expanse
Diggle confesó que su primer guion para Dragon Tooth era un thriller de espionaje centrado en los marcianos que intentan cruzar la puerta de Laconia, casi un Berlín Wall cósmico. El drama se cocinaba sin que la Rocinante pusiera un solo tornillo en escena. “Podría haber escrito todo el cómic sobre los marines de Marte”, admitió, “pero tarde o temprano la Roci tenía que aparecer y salvar el día”. Esa obligación provocó que Ty Franck, presente en la charla, soltara un suspiro de frustración: le recuerda demasiado a cómo Star Wars sigue girando en torno a los Skywalker por miedo a perder a su público.

Wes Chatham, Amos Burton en la serie, puso otro ejemplo demoledor: los relatos cortos y novelas breves que complementan los nueve volúmenes principales, como The Churn, se centran en personajes muy concretos y funcionan de maravilla… sin siquiera oler la cabina de la Rocinante. Si la literatura demostró que el universo de The Expanse puede vivir sin su cuarteto protagonista, ¿por qué el audiovisual no se atreve a replicar la jugada?
Más allá de la Rocinante
La respuesta está en la industria, no en la creatividad. Franck lo resume con humor negro: “Cada vez que un editor o un estudio suelta dinero, intenta atar todos los cabos posibles para no perderlo”. Traducido: si vas a invertir, apuestas por los rostros que venden camisetas. El propio título de la nueva miniserie A Little Death, centrada esta vez en Amos Burton y escrita a cuatro manos por Diggle y Chatham, confirma la tendencia. Es un paso valiente —al fin un cómic dedicado a un solo tripulante—, pero sigue orbitando alrededor de la Roci.
El riesgo, según los creadores, es que el universo parezca más pequeño de lo que realmente es. Cuando todos los personajes se cruzan en cada aventura, la épica se convierte en rutina y el asombro se diluye. “Acabas con la sensación de que colonizar el sistema solar equivale a mudarte al barrio de al lado”, bromea Chatham. The Expanse nació, precisamente, para recordarnos lo gigantesco —y a veces terrorífico— que resulta el espacio exterior.

Lecciones de los libros
En las páginas, Corey evitó esa trampa desde el principio. Cada volumen cambia de enfoque, introduce voces nuevas y, cuando la trama lo exige, se toma el lujo de apartar a los héroes habituales durante decenas de capítulos. La jugada no solo funciona: expande la empatía del lector y sube las apuestas dramáticas. La senda de la protomolécula, por ejemplo, cobra un matiz mucho más inquietante cuando la vemos a través de los ojos de civiles desesperados en los bordes del cinturón, lejos del blindaje de la Rocinante.
Ese espíritu de riesgo es el que el público espera ver reflejado en pantalla, ya sea en forma de séptima temporada o de spin‑off cinematográfico. Pero para lograrlo, Amazon, BOOM! Studios o cualquier inversor tendrá que asumir que The Expanse es, ante todo, un universo coral y poliédrico, no una “serie de nave”. De lo contrario, la franquicia corre el peligro de convertirse en lo que pretendía satirizar: un drama doméstico disfrazado de ópera espacial.
Horizonte de posibilidades
¿Existe un plan para romper la jaula de la popularidad? Franck no descarta un futuro donde cada puerta estelar —las famosas ring gates— sea la excusa perfecta para lanzar historias independientes, casi antologías de ciencia ficción dura, con estilos y tonos diversos. “Me encantaría ver un relato de terror ambientado en Ilus o una comedia negra en Medina Station”, sueña el escritor. De momento, el formato cómic parece el laboratorio idóneo: más barato que una superproducción y lo bastante flexible para experimentar con géneros y protagonistas.
Mientras tanto, los fans deberemos armar‑nos de paciencia y seguir apoyando proyectos como Dragon Tooth o A Little Death si queremos que los financiadores pierdan el miedo. Al fin y al cabo, la saga sobrevivió a la cancelación televisiva gracias a la presión popular; no sería la primera vez que el rugido del fandom abre compuertas. Quizá la próxima misión no necesite a Holden al timón… y eso sería una muy buena señal.



