Una escena con un simple juego de bebida convierte una de las licencias creativas de Apple TV+ en oro narrativo
Cuando creíamos que Foundation no podía alejarse más de los libros de Isaac Asimov, llega una escena que nos rompe los esquemas… y también el corazón. En el episodio 3 de la tercera temporada, titulado When a Book Finds You, los Cleon —esos emperadores clon que no existen en las novelas originales— se relajan por primera vez como verdaderos hermanos, compartiendo una copa y algo aún más extraño en su rígido imperio: una risa sincera. ¿Asimov se revolvería en su tumba? Tal vez. Pero la escena funciona tan bien que es difícil no rendirse ante esta reinterpretación.
La llamada Dinastía Genética Cleónica no tiene ningún antecedente en el Foundation de papel. Es un invento exclusivo de la serie de Apple TV+, que imagina un Imperio gobernado por tres versiones clonadas del mismo hombre, Cleon I: uno joven (Dawn), uno en su madurez (Day) y otro anciano (Dusk). Cada uno con su lugar asignado en la cadena de poder. Cada uno con el peso de mantener el orden… sin desviarse ni un milímetro del camino trazado por el original. Pero como suele ocurrir, la genética no es tan predecible como quisieran los ingenieros del poder.
Fundación y la invención de los Cleon
La decisión de introducir a los emperadores clon en la serie fue polémica desde el principio. Algunos fans acusaron a los guionistas de traicionar la obra original, donde los Cleon apenas son mencionados y nunca como réplicas del mismo individuo. Sin embargo, esta “herejía” narrativa ha permitido construir uno de los arcos más ricos de la adaptación: una reflexión sobre identidad, libre albedrío y legado que casa a la perfección con el tono de Asimov, aunque no con sus letras exactas.
En la tercera temporada, los clones ya no son piezas intercambiables de un sistema perfecto. El “drift” genético ha comenzado a causar estragos. Dawn empieza a colaborar con la Fundación en secreto, Day renuncia a sus deberes como emperador, y Dusk se aferra a su posición más allá de lo permitido. La armonía artificial de la Dinastía empieza a resquebrajarse… y eso es lo que da lugar al momento más inesperadamente emotivo de toda la serie.
Un simple juego de beber entre hermanos —sí, incluso en un imperio galáctico los brindis unen— se convierte en una poderosa metáfora. Por un momento, los tres Cleon no son gobernantes, sino hombres que comparten historia, dudas y humanidad. Lo que debería ser una escena de transición, resulta ser uno de los puntos más altos de la temporada por lo mucho que revela sin decirlo abiertamente.
Lo que este giro implica para el futuro del Imperio
Esta camaradería repentina no es solo un respiro emocional. Podría tener consecuencias devastadoras para la estabilidad del Imperio. Si los tres Cleon comienzan a actuar como aliados reales y no como engranajes sincronizados, podrían alterar profundamente las decisiones políticas, sociales y militares de la galaxia. Y lo más inquietante: podrían hacerlo al margen de figuras como Demerzel, que hasta ahora ha sido la garante silenciosa del equilibrio imperial.
La serie deja caer, con sutileza pero sin ambigüedades, que un acto de empatía puede ser el detonante de una revolución interna. ¿Y si Day y Dawn decidieran ayudar a Dusk a evitar la Ascensión, ese ritual casi ceremonial que impone el retiro? ¿Y si la amistad, lejos de ser una amenaza, es lo que el Imperio necesitaba para evolucionar? El episodio no responde, pero deja la semilla plantada.
Cleon como espejo de otras grandes figuras de la ciencia ficción
La figura del líder clonado no es exclusiva de Foundation. En franquicias como Star Wars o Blade Runner, la clonación ha servido para explorar dilemas sobre la identidad y la humanidad. Lo curioso es que, mientras otras obras suelen presentar a los clones como víctimas o amenazas, Foundation logra humanizarlos sin victimizarles ni demonizarles. Los Cleon de Apple TV+ no buscan ser héroes ni villanos: solo desean ser ellos mismos.
La evolución de los personajes a lo largo de las tres temporadas es notable. Si al principio Dawn era un muchacho temeroso, Day un déspota calculador y Dusk una sombra de poder, ahora los tres muestran matices que les separan del molde original, haciendo que nos preguntemos si el proyecto de eternidad de Cleon I no fue, en realidad, un inmenso error.
La escena del brindis en Foundation no solo es una anomalía emocional en medio del drama político galáctico: es una declaración de intenciones. Los clones ya no son meras herramientas del sistema. Son personas con miedos, afectos y contradicciones. Y puede que eso, más que cualquier cálculo matemático de Hari Seldon, sea el verdadero motor del cambio en el Imperio.


