Las redes sociales, ese circo moderno donde todos tenemos megáfono, han sido el campo de batalla de esta conversación. El fan insistía, pero D’Onofrio fue subiendo el tono sin perder la educación: “Yo controlo la interpretación de mi personaje. Estás un poco verde en lo que se refiere a cómo se hace una serie. El detalle, el guion, la tecnología y la arquitectura general de la historia y la ejecución de las actuaciones”. No es casualidad que D’Onofrio, con décadas de carrera, haga gala de una seguridad absoluta en su Kingpin.
La serie ha apostado por un tono más oscuro y violento de lo que muchos esperaban, desmarcándose de la comedia ligera de otros productos Marvel y trayendo de vuelta las peleas callejeras, la corrupción política y la tensión constante entre héroes y villanos. El hecho de que Fisk llegue a convertirse en alcalde de Nueva York y que la violencia sea explícita —hasta el punto de firmar, quizá, la escena más brutal vista en el UCM— son señales de que Disney+ ha aprendido a arriesgar.
El pulso entre el fandom y la creación
La discusión entre D’Onofrio y el fan es, en el fondo, un reflejo del pulso constante entre el fandom y los creadores. Hoy en día, cualquier movimiento en una franquicia tan querida como Daredevil es analizado al milímetro, con las redes sociales listas para alabar o destrozar. Pero D’Onofrio, lejos de enfadarse, ha recordado algo fundamental: “No podemos gustar a todo el mundo, pero sí a millones, y así nos lo han dicho. Nuestros fans son muy ruidosos”.
Los fans pueden ver ya todos los episodios en Disney+ y prepararse, porque la segunda temporada llegará el año que viene. Si algo ha demostrado D’Onofrio es que Fisk no se va a dejar “nerfear” tan fácilmente, y el debate sobre el mejor Kingpin sigue abierto… pero cada vez más inclinado a favor del “jefe” de Nueva York.