El nuevo equipo de Marvel esquiva al personaje de Vincent D’Onofrio con una jugada inesperada que, al final, tiene todo el sentido
Durante meses, las teorías no paraban de sonar: si Thunderbolts se desarrolla en Nueva York, ¿cómo no iba a aparecer Kingpin? El personaje de Vincent D’Onofrio lleva tiempo asentándose como uno de los grandes nombres del MCU, y desde que se hizo con la alcaldía en Daredevil: Born Again, muchos daban por hecho que su papel en la película era inevitable. Pero el estreno nos dejó claro algo muy distinto: el villano ni aparece, ni falta que hace.
Sí, en serio. Aunque su ausencia parezca un descuido a primera vista, la historia que plantea Thunderbolts da una explicación tan bien tejida que hasta se agradece que no se pasara por ahí.
Por qué Kingpin no está en Thunderbolts*
Desde los tráilers sabíamos que Nueva York era clave en esta historia. El equipo se reúne en la antigua Torre de los Vengadores, y uno de los grandes villanos, The Void, convierte la ciudad en un espectáculo de sombras y terror psicológico. Todo apuntaba a que el alcalde —y viejo conocido de los héroes— tendría que estar al tanto. Pero Marvel tenía otros planes.
La clave está en cómo se desarrolla el conflicto con The Void. A diferencia de otras amenazas que arrastran a los héroes hacia la acción, aquí el desastre explota de forma repentina en pleno corazón de la ciudad, obligando a los Thunderbolts a actuar sin dar tiempo a nadie más. Literalmente. Ni Kingpin, ni Daredevil, ni Spider-Man parecen tener espacio para reaccionar.
Y esto tiene sentido si pensamos en los poderes de The Void. Su oscuridad no solo ataca físicamente, sino que envuelve a las víctimas en un mundo paralelo donde enfrentan sus peores traumas. Es una especie de prisión mental colectiva. En ese escenario, el resto de personajes podrían estar atrapados sin que lo sepamos, luchando con sus demonios internos mientras los protagonistas se encargan del marrón real.
Thunderbolts*, una historia sin cameos… y mejor por ello
Marvel sabe que los cameos funcionan, pero también sabe cuándo pueden jugar en su contra. Incluir a Spider-Man o a Kingpin en mitad de esta historia habría sido un guiño brutal, sí, pero también habría distraído del propósito real: presentar a los Thunderbolts como una fuerza autónoma, capaz de sostener una película sin depender del resto del MCU.
Y, la verdad, lo consiguen. Hay menciones sutiles al universo compartido —como Valentina hablando de Red Hulk o Bucky mencionando su encontronazo con el Capitán América—, pero el foco está claro: este es el show de los Thunderbolts. Ni más, ni menos.
Además, las líneas temporales ayudan. Los eventos de Captain America: Brave New World ya han pasado cuando arranca esta historia, y Daredevil: Born Again también se sitúa en un punto cercano. Todo indica que el equipo creativo se aseguró de cerrar cualquier posible contradicción para que la ausencia de Kingpin no rechinara.
Y si todavía te preguntas si fue una decisión narrativa o legal… la respuesta es ambas.
Vincent D’Onofrio ya explicó en una entrevista que el uso de su personaje en películas está limitado por cuestiones de derechos. Según él, “es muy complicado usar a Kingpin en las pelis, por temas de propiedad. Ahora mismo solo pueden meterlo en series”. Así que, incluso si Marvel quisiera meterlo en Thunderbolts, probablemente no podían. Mejor así, la verdad.
Cuando menos es más en el MCU
Lo que queda claro es que Thunderbolts ha sabido construir su propia identidad dentro del caos del universo Marvel. En lugar de cargarse de subtramas o cameos, ha apostado por consolidar a su grupo de antihéroes como figuras clave para el futuro. El guiño a Los 4 Fantásticos en la escena postcréditos lo deja claro: esto es solo el comienzo de algo más grande.
Además, mantener fuera del radar a personajes como Kingpin o Spider-Man evita conflictos narrativos que podrían haber arruinado la coherencia de sus respectivas historias. Ya habrá tiempo para que todos crucen caminos de nuevo en Avengers: Doomsday o Secret Wars.
De momento, Thunderbolts se ha marcado un tanto con una decisión que, aunque arriesgada, resulta inteligente y muy bien ejecutada. Y eso, en un universo tan saturado de superhéroes, se agradece.
