El productor Oren Koules confesó recientemente que Patrick Melton y Marcus Dunstan, guionistas habituales de la saga, habían terminado el libreto de la siguiente entrega hacía ya un año. El plan era traer de vuelta a todo el elenco, incluida Synnøve Macody Lund, que brilló como la villana Cecilia Pederson en la décima entrega.
Según Koules, la película habría arrancado literalmente donde acababa la anterior: “El guion iba a empezar 30 segundos después de Saw X. Teníamos a todos confirmados. Es una lástima”. Esa inmediatez prometía un viaje oscuro y brutal, manteniendo a los fans pegados a la butaca desde el primer fotograma.
Pero las diferencias creativas entre los cofundadores de Twisted Pictures, Oren Koules y Mark Burg, acabaron por dinamitar la producción. El choque de visiones fue tan fuerte que el proyecto quedó paralizado y, finalmente, Twisted vendió su parte a Blumhouse.
Aun así, la realidad fue otra: primero llegó el retraso, luego la desaparición del calendario de estrenos y, por último, la venta de derechos. Un giro inesperado que dejó a los seguidores con un mal sabor de boca, más propio de un “game over” que de un “the game continues”.
¿Salvadores o verdugos?
La entrada de Blumhouse en la ecuación no ha terminado de entusiasmar a todo el mundo. El estudio de Jason Blum fue durante años sinónimo de horror de bajo presupuesto y gran rentabilidad, pero en los últimos tiempos su racha se ha torcido con varios tropiezos sonados, incluido M3GAN 2.0.
La gran incógnita es hacia dónde llevará Blumhouse a Jigsaw y su legado. ¿Optarán por un reinicio completo? ¿O retomarán las piezas del guion perdido de Melton y Dunstan? Sea como sea, la saga se enfrenta a una nueva encrucijada: la de demostrar que, incluso con tantos cambios, el juego todavía puede continuar.