Borderlands 4 devuelve la fe a los jugadores desencantados

Panini

La nueva entrega pule errores, mejora la jugabilidad y recupera la esencia de la saga

¿Quién no recuerda el impacto que supuso el primer Borderlands en 2009? Aquella mezcla de disparos frenéticos, humor gamberro y toneladas de botín marcó un antes y un después en el género de los looter shooters. Con Borderlands 2 la fórmula alcanzó su punto álgido, pero la tercera parte dejó a muchos fans con la sensación de que la saga había perdido frescura. Ahora, Borderlands 4 llega con la difícil misión de reconciliar a la comunidad… y parece que lo está logrando.

El nuevo juego de Gearbox Software se lanza en un momento clave: tras la mala acogida de la película en 2024, que llegó a tener un humillante 0% en Rotten Tomatoes, la franquicia necesitaba un golpe de efecto. Y vaya si lo ha dado.

Borderlands 4

La gran novedad está en el enfoque narrativo. La historia arranca con un Cazador de la Cámara atrapado en el planeta Kairos, bajo el yugo del temible Timekeeper. Esta premisa parece sencilla, pero lo importante es que Gearbox ha escuchado las críticas: adiós a los chistes forzados y al humor de moda que envejecía a los pocos meses, hola a una ironía más seca y atemporal. Se acabaron las bromas de baño y los guiños a memes pasajeros. El resultado es un tono más equilibrado que respeta el espíritu de la saga sin saturar al jugador.

Aunque la trama no es perfecta —el primer acto engancha, luego decae y no despega hasta bien entrado el tercer capítulo—, se siente como un paso en la dirección correcta. Los personajes secundarios y las misiones opcionales aportan el toque de color que le faltaba al argumento principal, con un Claptrap que sigue sacando sonrisas (y suspiros de paciencia) en cada aparición.

Una jugabilidad más frenética y variada

Donde realmente brilla Borderlands 4 es en la jugabilidad. Gearbox ha optado por mantener la fórmula que funciona y potenciarla con novedades de peso. El sistema de loot sigue siendo adictivo, con armas que sorprenden por su diseño y habilidades únicas. Los cuatro nuevos Cazadores de la Cámara —Rafa, Vex, Amon y Harlowe— ofrecen estilos de combate muy diferenciados, lo que invita a rejugar la campaña varias veces.

Las opciones de movimiento marcan una diferencia clara respecto a entregas anteriores. Ahora se puede trepar, usar garfios para impulsarse o planear de un punto a otro, lo que hace que explorar el mundo sea mucho más dinámico. Estas mecánicas también entran en juego durante los combates, convirtiendo cada enfrentamiento en un espectáculo de caos controlado.

Borderlands

El nivel de personalización también ha crecido. Ajustar habilidades, modificar armas y experimentar con combinaciones de buffs es casi tan divertido como enfrentarse a una horda de enemigos. Los combates contra jefes mantienen la esencia de la saga: brutales, llenos de acción y con momentos en los que la pantalla se convierte en una explosión de efectos.

Luces y sombras técnicas

En lo técnico, Borderlands 4 corre con Unreal Engine 5 y luce espectacular. En PlayStation 5 la experiencia es fluida la mayor parte del tiempo, aunque en batallas masivas los tirones de rendimiento pueden arruinar la fiesta. Sorprende la ausencia de un deslizador de FOV, algo ya habitual en otros shooters modernos. Aun así, el apartado visual y la dirección artística mantienen el carisma único de la saga.

En el apartado sonoro, los disparos, explosiones y la siempre pegajosa banda sonora cumplen con creces, reforzando la sensación de caos divertido que define a la franquicia.

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El regreso a lo esencial

Quizás lo más importante es que Borderlands 4 transmite la impresión de que Gearbox ha vuelto a enamorarse de su propia creación. Las sorpresas del tercer acto, los guiños a entregas anteriores y el esfuerzo por equilibrar humor, acción y exploración hacen que este título se sienta como un renacer.

La historia puede flojear y el Timekeeper no logra convertirse en un villano memorable, pero lo compensa la pasión puesta en los detalles: misiones secundarias que arrancan carcajadas, armas absurdamente divertidas y la sensación de que siempre hay algo nuevo por descubrir.

En un mercado saturado de lanzamientos, Borderlands 4 consigue destacar y convencer a los jugadores más escépticos. No es perfecto, pero devuelve la confianza en una franquicia que parecía perdida. Y lo hace recordándonos por qué nos enganchamos a ella en primer lugar: por la locura, el botín y la diversión sin filtros.

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