El legendario guionista, Grant Morrison, explica por qué romper su regla sagrada destruiría todo lo que representa el Caballero Oscuro
A lo largo de los años, hemos visto a Batman en mil versiones distintas: más oscuro, más violento, incluso más cínico. Pero si hay una línea que el personaje nunca debería cruzar, es la de quitar una vida. Al menos, así lo cree Grant Morrison, autor de Batman/Deadpool, quien ha dejado claro que esa regla no es un capricho… sino la esencia misma del héroe de Gotham.
La regla que separa a Batman del resto
Mientras el cine ha jugado con distintas interpretaciones —desde la versión de Tim Burton que no dudaba en volar a sus enemigos, hasta el de Zack Snyder, que directamente los acribillaba con ametralladoras—, en los cómics Bruce Wayne mantiene un código inquebrantable: no matar.
Esta norma no fue siempre así. En sus primeros años, allá por los cómics de 1939, el Murciélago llegó a ejecutar criminales con métodos bastante duros. Sin embargo, con la llegada de los años 40 y el auge del Código de Cómics, DC decidió dar forma a un Caballero Oscuro que rechaza el asesinato y las armas de fuego, consolidando el mito del vigilante ético que todos conocemos.
Grant Morrison lo deja claro
Durante una sesión de preguntas en Reddit, Morrison explicó por qué el personaje no puede, ni debe, convertirse en asesino. “Si Batman mata, se transforma en un criminal con un disfraz raro, y Jim Gordon tendría que detenerlo”, comentó. Para el guionista escocés, el punto fuerte del héroe no está en su brutalidad, sino en su disciplina moral y su autocontrol.
“Bruce Wayne se ha entrenado en todas las artes marciales para no tener que matar, y eso es lo que lo vuelve grandioso y un poco loco”, añadió. “Intimidar y herir, vale… pero matar lo destruiría. Su trabajo es atrapar a los malos y dejarlos a las puertas de una comisaría para que la ley haga su parte. Si el sistema falla, él vuelve a capturarlos. Pero jamás los ejecuta.”
Batman y su eterna lucha contra el sistema
El debate sobre si Batman debería matar al Joker ha acompañado al personaje durante décadas. Cada vez que el payaso asesino escapa de Arkham y siembra el caos, muchos lectores se preguntan: ¿no sería más fácil acabar con él de una vez? Morrison, como otros autores, sostiene que ese pensamiento es precisamente lo que Batman combate en su interior.
Matar a sus enemigos lo colocaría en el mismo nivel que ellos. Su guerra no es solo contra el crimen, sino contra su propia oscuridad interna. Al negarse a cruzar la línea, demuestra que su misión va más allá de la venganza: es un ideal, una forma de mostrar que incluso en un lugar tan podrido como Gotham todavía hay alguien que cree en la justicia.
El contraste con el cine y los fans
El público, sin embargo, sigue dividido. Muchos celebran la crudeza del Batman de Snyder o de The Batman de Matt Reeves, mientras otros prefieren la versión más ética que defienden guionistas como Morrison o Paul Dini.
El problema es que en la pantalla grande, la moral del héroe suele sacrificar coherencia por espectáculo. En cambio, en el cómic, su código define su grandeza: Batman no mata porque esa es la diferencia entre un hombre roto y un monstruo.
Un héroe condenado a repetir la lucha
Quizá la mayor tragedia del Caballero Oscuro sea su ciclo interminable: atrapa a los villanos, los entrega, y estos vuelven a escapar. Pero ahí reside su valor. Batman elige no rendirse, ni corromperse, ni convertirse en aquello que odia. Esa obstinación, tan admirable como insana, es lo que lo hace eterno.
Porque, al final, si Batman matara, dejaría de ser Batman. Sería solo otro justiciero con máscara, sin la nobleza que lo separa del caos que juró contener.
