Cuatro décadas después, Larry Hama repite la fórmula que hizo historia con un número sin palabras, pura acción y nostalgia
Cuando G.I. Joe: A Real American Hero publicó su número 21 en 1983, pocos imaginaban que un cómic protagonizado por Snake-Eyes sin una sola línea de diálogo se convertiría en leyenda. Ese “Silent Issue” no solo demostró el poder narrativo del arte secuencial, sino que también definió la relación entre Snake-Eyes y Storm Shadow, marcando para siempre la historia del cómic bélico. Ahora, 42 años después, Larry Hama regresa a ese formato con G.I. Joe: A Real American Hero #321, y lo hace acompañado del dibujante Chris Mooneyham y el colorista Francesco Segala, bajo el sello de Skybound Entertainment.
Snake-Eyes: la leyenda vuelve al silencio
El nuevo número no busca copiar el pasado, sino reinterpretarlo con un enfoque moderno. Hama, veterano guionista y arquitecto de toda la mitología Joe, vuelve a demostrar que el silencio puede decir más que mil diálogos. En esta ocasión, el relato se centra en Snake-Eyes y Dawn Moreno, su sucesora espiritual, quienes se enfrentan a una invasión directa contra la base de los G.I. Joe.
Todo comienza cuando una poderosa arma sónica deja fuera de combate a la mayoría del equipo. Por pura coincidencia, Snake-Eyes y Dawn —que se encontraban en entrenamiento con los oídos protegidos— son los únicos capaces de resistir el ataque. Desde ese momento, ambos deberán defender el cuartel general y detener a los villanos antes de que logren su objetivo.
El arte de narrar sin una palabra
Hama vuelve a las raíces de su experimento original: contar una historia completa, emocional y coherente sin texto alguno. Pero donde el número de 1983 era más sobrio, aquí Mooneyham aporta un toque cinematográfico. Su trazo, dinámico y agresivo, refuerza cada golpe, salto y explosión, mientras que Segala usa el color como narrador invisible, transmitiendo el dolor de los personajes o la tensión del combate con simples variaciones de tonalidad.
Uno de los momentos más brillantes llega cuando un enemigo deja caer una botella desde un dirigible enemigo. En esa escena, el lector comprende visualmente la escala del ataque y la velocidad con la que los héroes se lanzan al cielo usando jetpacks, un guiño directo al número clásico. Incluso hay espacio para el humor y la emoción: el rostro de Dawn iluminado por la alegría de volar es uno de esos detalles que resumen por qué esta saga sigue viva.
La nueva era de los silencios
La trama, si se desglosa, es sencilla: los villanos atacan, los héroes se reagrupan y salvan el día. Pero Hama y Mooneyham convierten ese argumento básico en un despliegue visual épico, lleno de ritmo, composición inteligente y energía. Además, el cómic no renuncia a la violencia propia del universo Joe, aunque sigue siendo apto para lectores jóvenes. Snake-Eyes y Dawn son letales, sí, pero siempre dentro de los límites del entretenimiento pulp.
El clímax lo protagoniza Scarlett, otro homenaje a la historia original. A pesar del dolor del ataque sónico, la guerrera se levanta y lanza un contraataque que ayuda a destruir el dirigible enemigo. Con eso, Hama cierra el círculo: si en 1983 Scarlett era rescatada, ahora es ella quien toma el control y demuestra que no necesita que nadie la salve.
Un tributo con identidad propia
Nada podrá igualar al mítico número 21, pero G.I. Joe: A Real American Hero #321 captura su espíritu sin caer en la nostalgia vacía. Es una carta de amor a los fans veteranos y una demostración para las nuevas generaciones de cómo la narración visual puede ser tan poderosa como el diálogo.
En tiempos en los que muchos cómics abusan de los textos o las explicaciones, este número recuerda que, cuando el arte y el ritmo funcionan, el silencio puede ser el arma más efectiva. Snake-Eyes y Dawn no necesitan palabras para hablar el idioma universal del heroísmo.


