Alan Moore preferiría olvidarse de una de sus obras más famosas, pero los fans no se lo permiten

No está contento con su impacto
Lo más irónico del caso es que Moore cambió la industria sin quererlo. Al llegar a DC, él solo buscaba jugar con conceptos nuevos: convertir a Swamp Thing en un avatar elemental, cuestionar la moralidad de los héroes y darle una patada a los clichés del cómic americano. Su revolución fue tan potente que Watchmen acabó consolidándose como el punto exacto en el que los superhéroes “se pusieron serios”. Aquella obra no solo redefinió un género: marcó un estándar que muchos trataron de copiar sin comprender del todo la sutileza original.
La broma que dejó de hacerle gracia
Antes de que su relación con DC se deteriorara, Moore firmó junto a Brian Bolland una de esas historias destinadas a no olvidarse: La broma asesina. Lo que para él era un experimento independiente, una exploración puntual del vínculo enfermizo entre Batman y el Joker, para el resto del planeta fue una bomba nuclear emocional. El cómic se adelantó al auge de los thrillers psicológicos de los 90, introduciendo trauma, tortura mental y una oscuridad casi operística en Gotham.
Pero ahí llegó la parte que Moore nunca ha conseguido aceptar: el impacto. Él mismo reconoció que el cómic es “probablemente lo peor que he escrito”, no por calidad, sino por consecuencias. A su juicio, aquel retrato tan brutal del Joker y el destino de Barbara Gordon dejó una marca demasiado profunda, una especie de “competición a ver quién hace sufrir más a los personajes”.

Una crítica malinterpretada
Mientras algunos fans aplauden la crudeza de la obra, otros la consideran una de las grandes responsables de la evolución más tétrica del personaje. Y luego está la polémica eterna del disparo a Barbara Gordon, un giro tan discutido que hasta el propio guionista ha lamentado públicamente.
¿De verdad fue culpa de Moore?
Si se mira hacia la Edad de Oro, Batman siempre tuvo un pie en la oscuridad: pistolas, mafiosos, científicos locos, sectas… Lo que hacía La broma asesina no era inventar nada, sino destilar ese espíritu en su forma más extrema. La prueba está en que historias recientes, como Tres Jokers o El Batman que ríe, siguen esa línea, pero la responsabilidad real se reparte entre muchísimos autores.

El giro luminoso que sorprendió a todos
Sin embargo, por mucho que él intente redirigir la conversación hacia estos trabajos, las ventas mandan: cuatro décadas después, los lectores siguen volviendo a Watchmen, Swamp Thing y, por supuesto, La broma asesina. Moore querrá olvidar ese capítulo, pero el fandom no está dispuesto a soltarlo.



