El cómic de Alan Moore que empezó como una oda literaria acabó siendo un ajuste de cuentas personal y lleno de polémica
El cómic más polémico de Moore
Desde el inicio, la premisa era irresistible: juntar a personajes como Mina Murray (la Mina Harker de Drácula), el Capitán Nemo, el Doctor Jekyll, Mr. Hyde y Allan Quatermain para formar una especie de Liga de la Justicia literaria. La idea de unir mundos ficticios en una realidad compartida funcionaba genial. El primer arco, enfrentando a Fu Manchú y Moriarty en una guerra criminal, fue puro espectáculo y homenaje.
La violencia sexual explícita, la sexualización de personajes como Mina y la inclusión de figuras como el Golliwog (reconvertido aquí como “Galley-Wag”) son solo algunos ejemplos que encendieron las alarmas. El uso de estos elementos, lejos de parecer una crítica o revisión consciente, parecen usados sin filtro, como si el autor simplemente quisiera provocar.
Lo más grave no es que haya temas incómodos, sino que no están bien tratados. La obra deja la sensación de que Moore quería lanzar un mensaje, pero no logró justificar por qué necesitaba recurrir a ciertos excesos. El resultado fue un cómic que no solo ha envejecido mal, sino que cada año que pasa lo hace peor.
De homenaje literario a ataque cultural
En ese sentido, el cómic pierde toda su magia. La aventura y la exploración dan paso a una crítica cargada de resentimiento, donde los personajes principales son arrastrados por las obsesiones del autor. Y aunque hay quien defiende esta deriva como parte del estilo provocador de Moore, para muchos fue el punto de no retorno.
Un universo que prometía ser eterno, pero que se fue apagando a golpe de bilis
La evolución de La liga de los hombres extraordinarios refleja, quizás, la propia transformación de Alan Moore como figura pública. De creador admirado por obras como Watchmen o V de Vendetta, a alguien cada vez más alejado de la industria y sus formas. Lo irónico es que esta serie, que podía haber sido su gran legado literario-pop, terminó siendo su obra más divisiva.
A día de hoy, sigue siendo un cómic de culto, pero es difícil recomendarlo sin advertir lo mucho que se aleja de lo que prometía en sus primeras entregas. Y aunque haya quien encuentre valor en su decadencia, es una pena ver cómo un homenaje tan potente a la literatura se convirtió en un manifiesto de desprecio hacia el lector medio.


