El director de Zombieland explica cómo tuvo que rediseñar por completo al simbionte para hacerlo independiente del trepamuros
Cuando Venom llegó a los cines en 2018, muchos fans se preguntaron cómo funcionaría el personaje sin Spider-Man. Ahora, siete años después, su director Ruben Fleischer ha explicado lo complicado que fue crear una historia de origen totalmente nueva sin poder usar al héroe arácnido por problemas de derechos entre Sony y Marvel.
Durante su paso por The Playlist’s Discourse Podcast, el cineasta confesó que el mayor desafío fue dar sentido a un Venom que nunca había conocido a Peter Parker. “Fue la primera película realmente asociada con Spider-Man”, comentó Fleischer. “Pero no podíamos incluirlo, así que tuvimos que descubrir qué tipo de historia queríamos contar. El simbionte siempre había estado definido por Spider-Man, y nuestro filme no podía basarse en eso. Fue un reto interesante”.
Venom sin el trepamuros
El director recordó que desde el principio el proyecto se concibió como algo independiente del universo del arácnido, aunque en Sony no descartaban que ambos personajes pudieran encontrarse en el futuro. “Tal vez existía esa posibilidad de cruzarse más adelante, pero nuestra historia no podía depender de ello”, explicó. Esa independencia obligó al equipo creativo a reimaginar todo el concepto del simbionte, desde su llegada a la Tierra hasta la relación con Eddie Brock.

En los cómics, el simbionte adopta la famosa araña blanca en el pecho porque su forma proviene del traje negro de Peter. Sin embargo, en la versión cinematográfica, esa conexión debía desaparecer. “Tuvimos que inventar una nueva simbología para él”, dijo Fleischer. “No tendría sentido que tuviera una araña si nunca había conocido a Spider-Man”.
Reinventar un icono
Esa decisión afectó tanto al diseño visual como a la narrativa. El equipo de efectos visuales creó un patrón completamente nuevo en el pecho del personaje, más orgánico y alienígena, para enfatizar que el simbionte era un ser autónomo, no una extensión del héroe arácnido. La idea era que su identidad no dependiera del multiverso ni de cameos imposibles, sino de la relación simbiótica —y a veces cómica— con Eddie Brock, interpretado por Tom Hardy.

Fleischer añadió que el objetivo fue mantener la esencia del antihéroe, ese equilibrio entre caos y moral dudosa, pero sin las referencias constantes al arácnido. En otras palabras, se trataba de que el público pudiera conocer y empatizar con Venom por sí mismo, sin necesitar al héroe de fondo.
El resultado: éxito y continuidad
La apuesta funcionó. Venom recaudó más de 850 millones de dólares en taquilla mundial, consolidando la versión de Hardy y dando pie a una secuela, Venom: Let There Be Carnage (2021). En esta, se reforzó el tono de humor negro y se desarrolló la dinámica “de pareja disfuncional” entre Eddie y su huésped alienígena, algo que Fleischer considera una de las claves del éxito.
Aunque Venom y Spider-Man no llegaron a cruzarse durante esta etapa, ambos compartieron breves momentos en los créditos finales de Venom: Let There Be Carnage y Spider-Man: No Way Home. Esos guiños hicieron soñar a los fans con un futuro encuentro que, de momento, sigue sin materializarse.
Un legado peculiar
Aun sin araña en el pecho ni telarañas de por medio, Venom se ha convertido en un símbolo propio dentro del universo de Sony. Su versión cinematográfica demostró que el personaje podía sostener una franquicia sin depender del héroe con el que nació en los cómics. Hoy, con una tercera película en el horizonte, Fleischer puede presumir de haber creado un monstruo con identidad propia.
Más allá de su aspecto o de los guiños a Marvel, Venom encontró su fuerza en lo que siempre fue: una criatura dividida entre el bien y el mal, entre el hambre y la redención, un reflejo oscuro del héroe que no pudo aparecer, pero cuya sombra siempre estuvo presente.


