Mamoru Hosoda nos lleva al Metaverso en Belle, esta hermosa película en la que tal vez el avatar sea más fiel a nosotros que uno mismo
Me fascina Japón. Me asombra esa capacidad que tienen para conseguir realizar unos productos tan dulces, tan delicados y ser capaces a la vez de lo más grotesco y violento. Unas historias dramáticas en las que, de repente, introducen una broma infantil. Es ese contraste, y el vivirlo con toda naturalidad, lo que más me llama la atención de la cultura japonesa. Y su cine es un buen ejemplo de ello, como es el caso de Belle, de Mamoru Hosoda.
A estas alturas no voy a descubrir a los lectores de La Casa de EL quién es Hosoda, este creador de 55 años comenzó su carrera dirigiendo capítulos de Digimon y One Piece para dar el salto al largometraje con la divertida La chica que saltaba a través del tiempo (2006) o la divertida (y tierna) Los niños lobo (2012).
En 2015 fue cuando todos los ojos de los aficionados se volvieron hacia este director con la película El niño y la bestia, a la que siguió la encantadora Mirai, mi hermana pequeña (2018), con la que Belle tiene mucho en común, al menos en lo que respecta a la ternura y dulzura con que está escrita, así como en la mezcla de vida cotidiana y magia.
Suzu es una estudiante de secundaria que vive en un pequeño pueblo de Japón con su padre. Nadie sabe que lleva una doble vida en “U”, un mundo virtual donde su avatar, Belle, es mundialmente famosa por sus canciones. Sin embargo, cuando una misteriosa criatura aparece en el mundo de “U”, las dos identidades de Suzu entrarán en conflicto, cambiando su vida para siempre.
Belle (Ryu to sobakasu no hime) es un extraño drama posmoderno que viene precedido por un gran prestigio. Tras presentarse en la sección Cannes Premiere del Festival de Cannes y participar en la Sección Oficial a Competición del Festival de Sitges, dimos la noticia el pasado mes de enero que batió récords de taquilla en los Estados Unidos, donde el anime no tiene demasiado espacio.
Belle: sensibilidad y dulzura
Como ocurriera en Estados Unidos, tras el éxito de Mirai, mi hermana pequeña, se esperaba con mucho interés la nueva obra de este director y guionista que nos encandiló entonces. Esta película se estrenó mundialmente en la Quincena de Directores de Cannes en 2018, ganó el Premio Annie a la Mejor Película Animada y obtuvo una nominación al Oscar.
La delicadeza del director al contar problemas, tragedias familiares y personales, unido a su capacidad de mezclar ese día a día con la mitología tradicional japonesa remozada y puesta al día, hace que sus historias nos lleguen directamente al corazón pero siempre con un canto de esperanza que hará que salgas del cine con una sonrisa y más luz en tu corazón.
Hosoda vuelve a formar equipo con Studio Chizu como hiciera en las dos anteriores. Esta vez, BELLE cuenta con animadores como el coreano Jin Kim, diseñador de personajes en varias películas de Disney como Enredados, Frozen. El reino del hielo, Big Hero 6 o Vaiana, o los animadores del estudio Cartoon Saloon nominados al Oscar Tomm Moore y Ross Stewart (Wolfwalkers, El secreto del libro de Kells).
El metaverso no lo ha creado Mack Zuckerberg
Todos recordamos Matrix, por supuesto, pero en el cine hay más realidad virtual además del mundo de Neo: desde la ahora difícil de ver Strange Days (1995) hasta Ready Player One (2018) pasando por la muy recomendable Nivel 13 (1999) o la serie Sword Art Online, de Tomohiko Ito (del que aprovecho para recomendaros su película Hello World (2019). Y estas son solo las primeras que me vienen a la mente.
U, el mundo virtual que vemos en esta película, es apabullante gráficamente. Desde el primer minuto, con un breve prólogo sobre este otro mundo, la película nos encandilará por su potencia visual, su colorido y, por supuesto, toda la imaginería nipona que va desde los pequeños y dulces seres casi angelicales hasta los enormes e impresionantes animales, antropomorfos o no.
Esta realidad virtual contrasta con la vida anodina y triste de Suzu, nuestra protagonista, pero no así con su mundo. Prácticamente cada escena de la película es una magnífica obra pictórica, ya sea tecnológica o de la Naturaleza, que llenará nuestros ojos de belleza. Hosoda y su equipo aprovechan este mundo fantástico, virtual, para dar rienda suelta a su imaginación, mostrándonos una amplia gama de seres cuyos diseños son desde los más típicos (vemos incluso algún que otro muy parecido a algún Digimon), hasta lo más original y extraño.
Belle, la película, comienza con una línea horizontal que rompe el negro de la pantalla para expandirse volviéndose cada vez más intrincada y compleja, llenándose de difíciles formas geométricas que cambian y mutan frente a nuestros ojos para dar lugar a nuevos diseños, nuevos edificios, un mundo nuevo y luego otro, y otro. Y esto podría ser un resumen de la película.
Belle tiene muchas lecturas. Como os podéis imaginar la principal es la aceptación de uno mismo, de su realidad (con sus tragedias) en vez de su avatar radiante y famoso en “U”. Pero hay mucho más.
Como en las mejores tradiciones del Studio Ghibli, se unirán personas más o menos normales (Belle, el avatar de Suzu) con fantásticos seres con forma de bestia. Y si, aquí tenemos a Bella y a Bestia, con su castillo, su escena del baile e incluso su pétalo de rosa… Pero Hosoda juega con el espectador y nos ofrece una visión totalmente nueva (y bastante tramposa) de la conocida historia.
Otro nivel más de “lectura” en esta película sería el mundo de “U” en sí y todo lo que conlleva: la forma de entrar en este paraíso virtual es mediante un estudio de biometría que se hace a los participantes, mediante el que obtienen un avatar mejorado de sí mismos, con varias cualidades físicas y emocionales del original. U es un lugar de entretenimiento pero también un refugio.
En U tienes total libertad para convertirte en otra persona (o ser), en encontrar lo que quieres… o encontrarte a ti mismo. En U, los avatares se generan en función de las fortalezas ocultas de sus usuarios. Bella canta, porque Suzu tiene algo que expresar.
Suzu descubre que ahora es “Belle”, una etérea y hermosa joven con una peculiares pecas y una maravillosa voz para cantar (la música como sinónimo de vida, de alegría). Para su asombro, Suzu descubre que Bella se está convirtiendo en una cantante colosalmente famosa mediante las redes sociales (en realidad mediante LA red social, la única por lo visto). Los fenómenos de influencers y youtubers de éxito están aquí representados como el anhelo de una gran parte de los niños y jóvenes actuales: llegar a ser famoso y admirado a nivel global, con millones de seguidores.
Pero en el punto más alto de este mega éxito se encuentra con la Bestia, que interrumpe uno de sus conciertos. Es una figura marginada brutal y agresiva, odiada por los vigilantes guardianes de U, una especie de superhéroes que no son todo lo que dicen ser, sobre todo su líder. Estos “policías virtuales”, por cierto, están sponsorizados por grandes marcas cuyos anuncios vemos en sus apariciones.
Bestia es, como verbalizan en la película, el “chico malo” de buen corazón, incomprendido y portador de un gran dolor interior. que atrae a la dulce y cándida protagonista, que le “salvará” y le llevará por el buen camino. Será este el principal objetivo de Belle/Suzu, descubrir quién se oculta tras el avatar de Bestia y qué causa esas horribles heridas. Eso hará que ella reconozca sus propias heridas y se encuentre a sí misma, siendo capaz de liberarse de su dolor. Como diría Frozen: “déjalo ir”.
Arte visual
La película, como digo, es un prodigo visual como nos tienen acostumbrados los grandes estudios japoneses. Ya sea el mundo tecnológico de “U” o los pasajes naturales del pequeño pueblo donde vive Suzu, las estampas con que nos deleitan son magníficas. Como esas ballenas cantarinas y voladoras, casi etéreas, que me recuerdan inevitablemente al Dr. Who.
Asimismo hay algunos hallazgos de diseño que son dignos de destacar, como la divertida manera en que nos traducen los cotilleos amorosos de las estudiantes de secundaria sobre el chico guapo, en forma de juego de estrategia por turnos.
Hosoda imagina Internet como una brillante extensión de infinitas conexiones. Mientras que el mundo, “U”, nos encontramos con una cámara dinámica y ágil que nos lleva por los 360 grados de la animación renderizada en 3D, la realidad es dibujada en 2D, con planos casi fijos, con apenas travellings horizontales, pero con la misma belleza. Siempre panorámicas que nos embelesan por su hermosa explosión de colores y por su encantadores diseños.
Belle es una historia intimista que va tornando en cuento de hadas. Aunque no todo funciona igual de bien (ya he dicho que es tramposa), el encontrarnos con varios elementos que nos son familiares y, sobre todo, la forma tan delicada y conmovedora con que nos presentan la historia, hará que perdonemos estos pequeños “trucos”, porque terminaremos enamorados de Suzu, la protagonista absoluta, atrapada por su dolor, atrapada entre dos mundos aparentemente irreconciliables, atrapada en ese limbo que tango gusta en el anime entre la niñez y la edad adulta, dando lugar a situaciones cómicas infantiles y a reacciones totalmente maduras.
El mensaje de la película es hermoso: integrar nuestras vulnerabilidades de la vida real con la persona que proyectamos es volvernos aún más poderosos y ser capaces de cambiar el mundo, nuestro propio mundo, pero también el de los demás. Porque es un mensaje de solidaridad y de amor, pero de amor al prójimo, de hacer lo correcto por un desconocido.
Belle se estrena en los cines españoles el próximo 25 de marzo y ya se pueden adquirir las entradas en www.entradasbelle.com.