David Leitch es mucho más que un director de acción. Empezó como especialista de escenas de riesgo y se ha ganado el respeto de la industria gracias a su estilo visual, coreografías espectaculares y esa capacidad para combinar humor, violencia y ritmo trepidante. Su última película, The Fall Guy, protagonizada por Ryan Gosling, es un homenaje directo a los dobles de acción, una figura que ahora empieza a tener más reconocimiento, incluso en los Óscar, con una nueva categoría dedicada a ellos en la gala de 2027.
Este historial convierte a Leitch en una elección perfecta para Gears of War, una saga que nunca ha sido solo disparos y coberturas, sino también un drama de guerra épico, con personajes complejos y momentos muy humanos en medio del caos.
La historia de Gears of War nos lleva al planeta Sera, donde la humanidad libra una guerra desesperada contra la Horda Locust, una amenaza subterránea imparable. La trilogía original del juego se convirtió rápidamente en un clásico del género shooter en tercera persona, con una narrativa oscura, momentos de pura épica militar y una atmósfera cargada de tensión.
Este movimiento no es casual. Netflix está apostando fuerte por los videojuegos como materia prima para sus producciones, y el éxito de series como Arcane (basada en League of Legends) o Cyberpunk: Edgerunners demuestra que hay hambre de adaptaciones bien hechas. Si lo hacen bien, Gears of War puede ser la próxima gran franquicia de acción y ciencia ficción de la plataforma.
Y claro, para los que llevamos más de una década cubriéndonos tras muros virtuales con Marcus, Dom y compañía, esto es más que una película: es una promesa cumplida.