Si algo ha definido las producciones recientes de superhéroes es el tease, ese pequeño gancho en los créditos que deja al espectador teorizando durante meses. Marvel lo convirtió en religión. DC, en cambio, ha tenido una relación más caótica con ello. Ahora, James Gunn parece alejarse de ese enfoque, y eso tiene tanto ventajas como riesgos.
Por un lado, evitar cameos y tramas paralelas puede dar como resultado una película más centrada, con identidad propia y sin el peso de conectar con 20 proyectos más. Por otro lado, no anticipar a Brainiac o algún otro villano de peso deja una oportunidad perdida de emocionar a los fans más veteranos, que llevan años pidiendo una aparición digna de este antagonista icónico.
Y es que si Superman no arrasa en taquilla, todos esos otros proyectos —desde The Brave and the Bold hasta Authority— podrían tambalearse o incluso desaparecer. Es un todo o nada, y por eso quizás la apuesta de Gunn sea centrarse en lo que importa: Clark, Lois y Lex, y dejar los fuegos artificiales para cuando el público ya esté plenamente enganchado.