En Power Man: Timeless #4, Luke Cage debe enfrentarse al Vacío dentro de sí mismo tras absorber los poderes del Centinela. Y no es una batalla metafórica: literalmente lucha contra su versión corrompida, impulsada por el miedo y la desesperanza. Pero la clave no está en vencerlo con fuerza, sino en comprender su verdadera naturaleza. Luke concluye que ese “enemigo” no es una entidad antigua, sino “las partes más débiles de mí”. Una declaración tan simple como devastadora, que redefine lo que significa ser un héroe.
Este momento redefine el potencial narrativo de Cage, y también abre la puerta a cómo podrían manejar al Centinela en el futuro del UCM, donde se rumorea que aparecerá pronto. ¿Veremos un enfoque más introspectivo del personaje? ¿O volverán a optar por la versión “fuerza de la oscuridad sin rostro”? Esta nueva interpretación da mucho juego.
Marvel y su canon líquido
Si algo queda claro con esta historia, es que la continuidad de Marvel no es rígida, sino flexible como un simbionte. Las versiones contradictorias coexisten hasta que llega un autor y decide qué versión encaja mejor para lo que quiere contar. Es lo que le permite a una historia como Power Man: Timeless ir contra la corriente y aún así funcionar como una obra sólida y emotiva.
Además, demuestra algo fundamental: no todos los héroes deben temer a sus demonios internos. Algunos pueden aprender de ellos. Y eso es lo que Luke Cage representa en esta historia. A diferencia de Bob Reynolds, Cage no reprime ni teme al Vacío… lo abraza y lo transforma. En tiempos donde el concepto de salud mental empieza a ser central en las narrativas superheroicas, esta vuelta de tuerca no puede llegar en mejor momento.